Atraco

3 - Ihsahan – 2

El sith estaba mirando la hiperlane mientras escuchaba las quejas de Shia. Sus nuevos armamentos no podían ser probados en la nave, así que no quería confiar en ellos. Mirana, como siempre, estaba parada a su lado con una postura impecable.
“Yo creo que te pones ese traje para él, Mirana.” Decía jocosa la mandaloriana. “Tengo que admitir que esas hermosas piernas que tienes me dan algo de envidia.”
“Cierra el pico, mandaloriana.” Dijo ofuscada la guardia.
“Eh, si te molesta es porque es cierto.” Dijo divertida Shia. “Alor, ¿Cómo te gusta hacer estas cosas?”
“Lo sabré cuando vea el lugar, los mapas nunca tienen toda la información necesaria para tomar una decisión certera.” Respondió con prestancia el sith.
“Tenías que responder que íbamos a matar a todos y bañarnos en su sangre…” Dijo pensante Shia. “Eres un sith raro.”
“Ya no somos esa clase de Imperio.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Shia pensó por un segundo.
“¿Y tú crees en eso?” Preguntó sin cuidado.
“No creo en eso, Shia.” Respondió al instante el sith. “Es lo que va a pasar.”
Mirana sonrió al escuchar esas palabras.
“Tienes a tu chofer entre tus manos…” Dijo al aire Shia. “Tus compañeros de Orden no son el tipo de personas que crees.”
El sith se volteó a mirarla, su máscara nunca expresaba nada.
“Si es necesario me apoderaré del Imperio para cumplir con mis ideales.”
Shia cambió de opinión cuando escuchó esas palabras.
“Ah…” Dejó escapar si cuidado. “Ahí está el sith.”
“Lo único que importa en este universo es el poder para cumplir con tus ideales.” Terminó el sith mientras salían de la hiperlane.
Ihsahan dejó la nave un pequeño lugar cerca de unos cañones que tenían una peculiar vista de las vías luego de recorrer un gran trayecto de esta. Cuando terminaban los abismos había una curva que llevaba a una ciudad en la distancia. Allí iba a ser la emboscada.
“¿Tienes visor en esa máscara?” Preguntó con curiosidad la mandaloriana mientras apretaba su guantelete.
“Sí.” Dijo con seriedad Ihsahan.
Mirana estacionó el speeder detrás de ellos para acercarse a toda velocidad a su maestro.
“Estoy lista, maestro.” Dijo con seriedad mientras recibía un maletín junto a un holopad.
“Hay créditos en el maletín y una lista de traficantes en el holopad.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Espero el beskar para antes de la misión, tienes doce o trece horas para encontrarlo.”
Mirana miró con fijación a su maestro, pero no dijo nada.
“Después la amansada soy yo…” Dijo jocosa Shia, que ya estaba lista para pelear.
“Volveré pronto.” Dijo Mirana, ignorando por completo a la mandaloriana.
Ninguno de los dos se volteó para mirarla, en cambio, seguían analizando la topografía del lugar.
“El tren va a descarrilarse justo en la bajada del risco.” Empezó de la nada Ihsahan. “Deberías pelear aquí abajo. Solo necesitas hacer tiempo para que no puedan rescatar a nadie en caso de que la explosión no sea suficiente para terminar con los traidores.”
“¿Traidores?” Preguntó sorprendida Shia.
“La mayoría de los supuestos funcionarios de la República solían hacer negocios con el Imperio cuando se dedicaban a sus empresas.” Dijo con seriedad Ihsahan. “¿Crees que lo hacíamos solo por la violencia o para debilitar a la República? Estamos trayendo la justicia que estaban esquivando. Luego del accidente la información será publicada en la República para que sepan qué clase de personas tienen en el Senado.”
“Estoy impresionada contigo, alor.” Dijo al aire Shia. “Eres un sith peculiar y me gustan tus ideales… Supongo que no necesitas esto que digo, pero quería que lo supieras.”
“El Imperio va a ocuparse de la galaxia, Shia. No hay manera detenernos, incluso si otros sith se interponen en mi camino.” Dijo con seriedad Ihsahan.
“Entendido, capitán.” Dijo divertida Shia. “¿Puedo pelear como yo quiera?”
“Sí, solo necesitas hacer tiempo y estar preparada para marcharnos.” Dijo con seriedad el sith.
“Supongo que tú vas a abordar el tren… Eso sí que va a ser divertido.” Dijo sonriente Shia, su casco siempre ocultaba su violenta sonrisa.
“Tengo asuntos que resolver en el tren, Mirana va a estar lista para marcharnos cuando termine justo donde estamos. Deberías planear acorde a lo que pase y no sobreestimes tus capacidades.”
“Ah, eres un sith extraño…” Dijo divertida Shia. “No te arrepentirás de haberme elegido para ser tu vanguardia.”
Ihsahan saltó hacia el barranco como si nada para que ella lo siguiera con su jet. Shia no podía creer que su maestro pudiera seguirle el paso solo con sus piernas.

Ihsahan estaba listo para el atraco, el radar en su muñeca mostraba la ubicación precisa del tren que se acercaba a toda velocidad hacia su destino. El zumbido era grave y las ventanas resistentes, pero nada de eso iba a detener su greba de beskar. Con una lluvia de vidrios entró al último vagón para encontrarse con unos sorprendidos trabajadores. El sith empezó a caminar por el centro el vagón mientras su fama se encargaba de los débiles, sintiendo el terror en sus miradas. Uno solo se dignó a levantar la mano hacia la alarma, solo tuvo que mirarlo para que se detuviera. Nadie iba a detener ese tren con él dentro. La puerta se abrió para dejarlo en el primer vagón de pasajeros, donde la gente viajaba. No había nada interesante para él en ese lugar, solo los gritos de terror de la gente que lo dejaba pasar. El único guardia del lugar salió despedido por la ventana luego de mover sus dedos. Los siguientes vagones repitieron la escena hasta que llegó al primero de los vagones de transporte, los materiales de construcción viajaban insonorizados del resto del tren, ya que podía escuchar el viento y el impacto del aire en el lugar. La vista era peculiar, ya que estaban atravesando un verde valle. Antes de entrar al vagón, Ihsahan usó su sable para desconectar el resto del tren, el aire sacudía su túnica y su máscara lo estaba protegiendo del viento, ya que había presurizado su casco. La puerta se abrió en el primer vagón vip, un jedi que no conocía se volteó sorprendido, ya que todo había sido hecho en silencio. Su verde sable se encendió al instante mientras gritaba para que todos corrieran hacia el siguiente vagón. Los aterciopelados asientos se vaciaron rápidamente de las ratas de la República mientras el sith caminaba hacia el jedi. Ihsahan se detuvo frente a él, estaba nervioso y su guardia era demasiado alta. El nautolan llevaba una túnica gris apretada por un cinturón plateado.
“Detente, sith.” Dijo con firmeza para ocultar sus sentimientos. “¿Qué has hecho con el resto de los vagones?”
Ihsahan estaba mirando a través de él, sintiendo un par de presencias conocidas, Lak y Ceerk estaban unos vagones detrás de él.
“Puedo sentir tu miedo, jedi.” Dijo sin moverse un centímetro.
El jedi no sabía qué hacer, ya que su postura no era agresiva y estaba ocultado su presencia.
“¿Qué clase de sith no tiene presencia?” Preguntó al aire el jedi mientras daba un paso hacia atrás.
“Deberían enseñarte a lidiar con tus miedos, jedi.” Dijo el sith mientras daba un paso hacia adelante.
Ihsahan no iba a atacar, ya que era el Guardián del Imperio en esos momentos y estaba esperando por sus objetivos en el vagón siguiente. El jedi parecía nervioso y estaba aterrado. El tren se movía con suavidad y nada parecía perturbar su andar. Un túnel cambió todo, ya que la iluminación se fue por un instante. El jedi saltó al ataque para que sus sables choquen en el centro del vagón, intercambiando una breve mirada. Ihsahan giró para ahorcarlo con la Fuerza. Su enemigo era débil y probablemente era un padawan. El jedi pataleaba en el aire mientras la puerta del fondo se abría para dejar paso a Lak y Ceerk. Ambos gritaron por su compañero cuando atravesó la ventana para perderse en el valle. Lak saltó hacia él mientras Ceerk se volteaba a soltar el vagón en el cual estaban. Sus sables intercambiaron golpes a toda velocidad mientras su plan se concretaba por sí solo. El vagón perdió velocidad rápidamente mientras Ceerk se sumaba a la pelea. Ihsahan se movía muy poco para bloquearlos y sus puños lastimaron a ambos jedis antes de separarse por un pequeño salto.
“La Fuerza ha cruzado nuestros caminos, Ihsahan.” Dijo en voz alta Lak.
Su sable era celeste y su guarda estaba pulida.
“Voy a poder librar a la galaxia de tu oscuridad.”
“Solo estoy protegiendo al Imperio, jedi.” Dijo con seriedad Ihsahan. “Ustedes albergan a criminales con títulos y créditos, pero la justicia del Imperio siempre llega a sus objetivos.”
Lak no podía creer lo que estaba escuchando.
“Maestro, este sith no tiene presencia.” Dijo al aire Ceerk.
Su gigantesco sable estaba frente a él, bañándolo con su anaranjada luz.
“Ellos son los expertos en las sombras, padawan.” Dijo con seriedad Lak. “No subestimes a este enemigo, su estilo es formidable.”
“No entiendo cómo puede usar Soresu de esa manera… está inmóvil y sus contragolpes son agresivos.” Respondió en voz alta Ceerk.
“Es un gran espadachín, Ceerk.” Dijo Lak mientras el vagón se detenía por completo.
Ihsahan sabía que estaban donde quería, sus sentidos estaban completamente en silencio. Su poder era imparable. Ceerk y Lak se prepararon para atacar y saltaron al unísono hacia él, pero fueron detenidos por una lluvia de objetos, ya que todo lo que había a sus alrededores estaba atacándolos sin parar. Sus sables estaban destruyendo los que volaba hacia ellos mientras el sith los observaba. Sus ojos no encontraron diferencias desde la última vez que los había visto pelear. Lak se percató de que el sith estaba jugando con ellos cuando lo notó inmóvil en el campo de batalla. Barriendo sus manos frente a él, estalló todas las ventanas del vagón para arrojar los proyectiles hacia afuera.
“Basta de juegos, sith.” Dijo con firmeza Lak mientras se preparaba para seguir peleando.
Ihsahan bloqueó todos los ataques lastimando a sus enemigos con sus manos y pies, los jedis golpeaban las paredes del vagón por los impactos de sus golpes. Los jedis tenían problemas para pelear en lugares angostos, ya que ambos eran expertos en Ataru.
“Ese Soresu es formidable en un lugar como este…” Dijo al aire Ceerk.
“Es más que eso…” Dijo Lak mientras apagaba su sable para centrarse. “¿Qué estamos esperando sith?”
“La consecuencia de sus errores.” Respondió con seriedad Ihsahan.
Lak tenía sus ojos clavados en él, Ceerk parecía preocupado con algo a sus espaldas.
“Maestro…” Empezó a decir mientras se giraba.
El jedi fue interrumpido por una poderosa explosión que sacudió todo el vagón mientras partes del resto del tren caían sobre ellos. Ambos jedis se voltearon sorprendidos, ya que ellos habían enviado a su muerte a sus protegidos. Ihsahan saltó por la ventana para rebotar en la cara del valle y caer en la llanura. Las vías colgaban el vagón frente a él mientras los jedis saltaban hacia la llanura. Ambos aterrizaron listos para pelear, pero Ihsahan sabía que su trabajo ya había terminado.



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En el texto hay: accion y aventura, starwars, star wars

Editado: 28.06.2023

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