Atrapa mi alma

Capítulo 1

Alejandro Stevens tenía veinte años, era tal vez el más joven en la Central. Graduado de la Universidad de Criminología cuando cumplió los dieciocho. Sus padres habían muerto a manos de un asesino a sangre fría, así  que él planeaba erradicar del mundo a esos monstruos que arrebataban la vida de seres inocentes. 

Alejandro era quien ponía rostro a esos monstruos. Aquella sección, comúnmente llamada “Retratos hablados”, era la suya. Sus delicadas manos eran las encargadas de hilar las líneas que conformaban las máscaras humanas que usaban estos seres.

Había ciertos objetos que nunca faltaban en el bolso que siempre llevaba consigo. El bloc de dibujo y un par de lápices, porque, incluso cuando no estaba trabajando, amaba plasmar el rostro de las personas en sus páginas. Su madre, cuando él era niño, le contaba una historia de un dibujante que atrapaba las almas de las personas si lograba dibujarlas a la perfección e incluso podía darle vida a sus obras. Alejandro sabía que eso era mentira, no era real, incluso el mejor dibujante no atrapaba almas ni tenía el poder de la vida; porque él era excelente y, si eso fuera verdad, tendría entre sus manos el alma de todos esos monstruos. 

Otras dos cosas que nunca podían faltarle eran su cuaderno y su pluma. Era una especie de diario de pensamientos. Alejandro amaba dibujar, sentía su propio cuerpo liberarse de todo cuando lo hacía, cuando el grafito se arrastraba por el papel, el mundo a su alrededor desaparecía y uno nuevo nacía. A veces, perdía la noción del tiempo y volvía a la realidad hasta que la última línea de su dibujo estaba hecha. Pero su segunda pasión eran las letras, escribir era, de un modo completamente distinto, liberador. Lo que no podía escribir, lo dibujaba, y viceversa, lo que no podía expresar con unas imagen, lo llevaba a palabras.

Eran las seis de la mañana y Alejandro estaba sentado en el borde de su cama, escribiendo casi dormido. Su psicóloga le había aconsejado hacerlo, escribir antes de olvidar. Así que solía escribir sus sueños, en ocasiones con letra irreconocible.

“Volví a soñar con él”, escribió antes de cerrar su cuaderno y arrastrarse por su bloc. No había colores, pero no hacía falta, podía ver a la perfección sus labios delgados, pómulos marcados, cejas perfectamente delineadas, la nariz recta, y esos ojos grises, casi plateados, y el cabello tan oscuro como el propio, y esa piel canela que hacía cosquillear sus manos y su lengua por tocarla, por probarla. 

Alejandro sacudió la cabeza y cerró el bloc de golpe. 

—Dios -gimió, ocultando su rostro entre sus manos cuando sintió que el hombre le devolvía la mirada-, ahora me siento Pigmalión, voy a enamorarme de mi obra…

Se levantó riendo y se fue a la ducha. Pigmalión había amado a su Galatea, y ésta había cobrado vida cuando la besó. Eso según uno de los mitos. Y no era el hecho de que fuera un hombre lo que le extrañó a Alejandro, él no era de mente cerrada, el género es lo de menos cuando te enamoras, aunque él era heterosexual. No, lo que lo puso así fue lo real y perfecto que le pareció su dibujo, al grado de sentir que lo miraba de vuelta. 

—Tal vez atrapé el alma de alguien que no conozco -se dijo, riendo, mientras el agua corría por su cuerpo-, y me mira, esperando su liberación.

Cerró los ojos mientras se enjuagaba el cabello y ahí, tras sus párpados, volvió a verlos. Ojos grises. Gimió mientras restregaba sus propios ojos cuando los abrió, asustado por lo vívido de esa mirada. 

El sonido del teléfono interrumpió sus pensamientos. 

Sin molestarse en cubrirse, ya que vivía solo, salió de la ducha, dejando un camino mojado a su paso. Secó sus manos en las sábanas de su cama antes de tomar la llamada. -Stevens -dijo al descolgar, a esta hora sólo podía ser de la Central.

Y así era. “Asesinato. Una pareja. Un posible sospechoso. Hay un testigo esperando esas mágicas manos tuyas”, bromeó Richard, el principal detective.

—Estaré ahí en media -fue todo lo que dijo, un escalofrío ya recorriendo su espina dorsal. La adrenalina corriendo por sus venas. Su corazón acelerado. Sus labios apretados-. Otro maldito monstruo.

Otro monstruo más a su colección.

Se vistió rápidamente y tomó sus cosas. Listo para intentar hacer un trabajo excelente y atrapar un alma sucia.

 



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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