Atrapa mi alma

Capítulo 5

Michael sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo. Pero era la única forma de ganarse la confianza de Alex, entrar a su vida y, después, recuperar a su hermano.

No había mejor forma que el ataque directo, así que aquí estaba él, subiendo hacia la Central, seguro de que iban a reconocerlo y a detenerlo.

No es que fuera una gran tragedia. Él era un gran brujo, había vivido medio milenio, una celda humana no era un gran problema. Podía liberarse fácilmente. Si quisiera.

Respiró profundamente cuando subió el último escalón, cerró los ojos y tras sus párpados aparecieron los de su hermano y después pasaron a ser azules, los de Alejandro Stevens.

Él podía hacer esto. 

Empujó la puerta de la Central y entró, atrayendo miradas al instante. Avanzó directamente hacia una jovencita de aspecto aburrido. Ella lo miró desde atrás de sus gafas, le dio una falsa sonrisa, y repitió lo que seguramente era su línea de siempre: —Buenos días, soy Yolanda Parker, ¿en qué puedo ayudarle? 

Era tal vez a ella a quien los humanos explicaban su problema, hacían sus denuncias, o lo que fuera. Por algo así había pasado su hermano, sintió sus manos cerrarse en puños. —Buenos días -intentó sonreírle de vuelta-, soy Michael Owl y...

En ese mismo momento un hombre rubio, alto, musculoso, enfundado en un uniforme parecido al de la mayoría de los oficiales de la Central, pidió silencio. Alzó un papel y lo sostuvo a un lado de su cabeza: —Gente, este hombre es el principal sospechoso en el caso de los Madison. El hombre ha sido identificado como... -leyó algo detrás de la hoja-, como Owl, Michael Owl. Necesito algunos agentes para ir a su casa y a su lugar de trabajo y...

Yolanda levantó su mano lentamente, sin dejar de mirar a Michael. Su mano y sus labios temblaban, tenía un ligero tic en el rostro. Michael le sonrió y ella jadeó.

El hombre rubio se detuvo, con un sonido exasperado, apenas le dio una mirada a la pobre chica a punto del infarto. —¿Qué quieres, Yolanda? Estoy explicando algo, como sea una de tus interrupciones sin importancia, te juro que...

Ella sollozó, literal parecía un sollozo, mientras señalaba a Michael.

—Oh -el hombre pareció no reconocerlo-, disculpe, no sabía que había civiles aquí -le lanzó una mala mirada a la pobre Yolanda, como si fuera su culpa. 

Michael puso su mano sobre el escritorio de Yolanda. Y eso fue todo. Ella gritó. Ella gritó como si él la estuviera atacando, demasiado exagerado. Una de sus cejas se arqueó hacia la humana, mientras todos los miraban con interés ahora. 

—¡Él! ¡Es él!

Ahí estaba. Por lo que Michael había venido: reconocimiento.

 No pasó mucho tiempo, unos cuantos segundos, para que los agentes más cercanos notaran el peligro. Lo rodearon y lo inmovilizaron -incluso cuando él no opuso resistencia- antes de que el rubio, que aparentemente estaba a cargo, se acercara y, por supuesto, él sí lo reconoció.

Él debía haber mirado con atención el retrato hablado durante mucho tiempo. Y ahora lo tenía aquí, en persona.

Durante un breve momento se preguntó si Alex habría atrapado su alma, pero rápidamente desechó esa idea. Él no podía atrapar su alma porque lo había dibujado sólo por haberlo visto en sueños y por palabras de otros. No era un retrato directo e, incluso así, tomaba mucho crear el dibujo perfecto para atrapar un alma.

—Michael Owl -el hombre sonaba entre sorprendido, incrédulo, y molesto. Su ceño se frunció profundamente antes de que indicara a los oficiales que podían soltarlo-. Soy Theo Richard, el agente a cargo de homicidios. Y tú eres... -sacudió la hoja-, sospechoso de haber cometido uno. Hacia una pareja.

Michael no dijo nada. No negó ni aceptó nada. Ese era trabajo de los humanos. Aunque no siempre lo hacían muy bien.

—Bien, puede venir conmigo, por favor...

Michael lo siguió, preguntándose en qué momento le diría aquello de "Tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede ser, y será, utilizado en su contra...", era el protocolo, aunque también era obvio que él había roto el protocolo al presentarse ahí en primer lugar.

El hombre, Theo, lo llevó a lo que supuso era una Sala de interrogatorios. Agitó su mano hacia los oficiales que preguntaron si necesitaba ayuda. ¿Por qué iba a necesitar ayuda si él no estaba haciendo nada?

—¿Es usted consciente de su situación? -preguntó, por fin, después de mirarlo largo rato en silencio-. Está acusado de asesinato, hombre.

—¿Lo estoy? -una de las cejas de Michael se alzó, su voz tranquila-. ¿Me han señalado a mí como asesino?

Eso obviamente sorprendió al hombre. Parpadeó un par de veces antes de ruborizarse, pero cuando habló su voz era firme, segura. —Mi error. Fue usted señalado como el principal sospechoso de haber asesinado a una pareja anoche, señor Owl.

Michael asintió. Eso sonaba mejor. 



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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