Alejandro estaba nervioso mientras manejaba hacia el Instituto de Bellas Artes al día siguiente.
No importa cuántas veces se dijera a él, o a Sabine, que no era una cita. Definitivamente lo era.
No dejaba de preguntarse por qué lo había hecho, había pasado de juzgarlo como un asesino -e insultarlo- a pedirle una cita.
Pero cuando dio los primeros pasos dentro del Instituto, lo entendió. Teatro, Música, Literatura, Danza, Escultura, Pintura, Arquitectura... Sus ojos vagaban por cada cartel en las paredes coloridas de los pasillos, por los agradables sonidos que salían de las aulas, sus dedos hormigueaban por unirse a los alumnos...
Él sabía que si no hubiera sido por el maldito hombre que mató a sus padres y arruinó su vida, él sí se habría dedicado a las Artes. La Pintura, el dibujo, la Literatura, las letras, esas eran sus grandes pasiones: escribir y dibujar.
Pero aquel monstruo había cambiado su destino y él tenía una promesa que cumplir. No podía sólo disfrutar de sus retratos, tenía que atrapar asesinos. Almas sucias.
Suspiró mientras avanzaba por los pasillos llenos de estudiantes que ya iban saliendo de sus clases y entonces se dio cuenta que era un tonto. No le había preguntado al señor Owl qué clase impartía y no habían acordado un lugar exacto para verse...
Un par de chicas debió notar lo perdido que se encontraba porque se acercaron a él para preguntar si necesitaba algo.
—De hecho, sí. Busco a...un amigo, pero no sé en qué aula está... -ahora se sentía tonto, de verdad, ¿en qué estaba pensando?
—¿Qué clase toma él?
Era de esperarse que pensaran que era un alumno. Alejandro era joven. Mordió su labio antes de decir: —Uh...él es profesor, Michael Owl.
Ellas suspiraron. Literalmente suspiraron.
Los ojos azules de Alex se entrecerraron.
Ellas empezaron a hablar emocionadas. Resulta que Michael era bueno casi en todo, ellas no entendían cómo alguien tan joven -Owl no debía tener más de treinta- sabía tanto, aunque las clases que solía impartir eran Música y Literatura.
Alejandro intentó no decepcionarse. No dibujaba.
Ellas lo guiaron hacia el aula de Música, ya que era su última clase ese día. Iban a tocar, pero entonces escucharon las notas del piano y se quedaron ahí los tres, disfrutando la melodía, como hipnotizados.
Alex sintió su decepción diluirse. Si él sacaba su alma con letras y las líneas de sus dibujos, Owl la dejaba salir con la música. Cada nota encendió sus células, volviéndolas locas primero con calma y después agitándolas, parecía mágico como el sonido del piano se estaba colando bajo su piel. Él nunca se consideró un amante de la música...hasta ahora.
Después de unos minutos, la música se detuvo, pero antes de que pudieran salir de su ensoñación y tocar, la puerta se abrió y ahí estaba Michael Owl, con esa mirada de plata que tanto atraía a Alex.
Dio un paso más cerca de él sin darse cuenta, entonces Owl sonrió, sus ojos como plata fundida atrayéndolo todavía más... Owl se acercó también, se inclinó hacia él, Alejandro levantó su rostro esperando, su corazón vuelto loco. Una parte de él se preguntaba qué estaba haciendo, otra le pedía sólo dejarse llevar.
Sus labios se entreabrieron, pero los de Owl sólo rozaron su mejilla, y se movieron cerca de su oído: —¿Listo para nuestra cita?
La cara de Alejandro se calentó, sus mejillas ruborizadas. Mordió su lengua para no decir "No es una cita", porque -después de casi besarse- parecía absurdo.
Miró, avergonzado, buscando a las chicas, pero ya no estaban.
—¿Listo? -insistió Owl, sonriendo claramente divertido, y cerrando la puerta del salón de Música.
—No sabía que dabas clase de Música o Literatura -no pudo evitar decirlo.
Owl sonrió, parecía sincero, no burlándose como hace un momento. —Me gusta. Y creo que soy bueno. ¿Has sentido alguna vez que realizando alguna actividad el tiempo deja de existir, como si tu mente se apagara un momento, dejando a tu alma y tu corazón expresarse?
Alex asintió. Él sentía eso a veces al escribir en su diario, sus pensamientos, y siempre mientras dibujaba.
Owl siguió sonriendo mientras le indicaba el pasillo y empezaba a caminar. —Bueno, la Música y las Letras son eso para mí. Creo que todos necesitamos encontrar eso que nos libere, esto es lo mío. Ese piano es casi terapia para mí.
Alejandro quiso decirle que sus lápices y su pluma lo eran para él, pero se detuvo antes de hacerlo. No se conocían, ¿por qué era tan fácil hablar con él? ¿por qué sentía que lo conocía de toda su vida?
Entonces —Owl interrumpió sus pensamientos-, ¿tenemos un plan o...?
Alejandro negó. —No estoy seguro de si esto es buena idea...
Michael se detuvo. Sus labios fruncidos. —¿Quieres irte ahora?