Alex había estado varios días ayudando a Theo con el expediente del matrimonio Madison. Tenían al fue era casi seguro era el asesino en una grabación de seguridad. El hombre salía del callejón unos minutos después de que Joan Sanders, el testigo que identificó a Owl, huyera, y de que Michael y su amigo Cris siguieran su camino.
Tenía que ser él. No había otra explicación. Tardaron un poco en dar con su identidad (Edward Cross) y después localizarlo. Había pasado ya una semana desde que Alex prometiera a Owl que le llamaría cuando pudiera comenzar con el retrato. Pero, ¡por fin!, ya habían dado con el hombre y estaba detenido desde esta mañana. Y su culpabilidad confirmada, sin equivocaciones esta vez.
Theo había llamado al testigo, con el que seguramente iba a salir, también informó a Cris Rey, el amigo de Owl, pero a Owl no habían podido localizarlo en el Instituto de Bellas Artes, ya que era su día libre, y en su casa no respondían. Alex se sintió un poco decepcionado, había pensado que Owl estaría tan ansioso como él porque encontraran al culpable y pusieran reunirse, aparentemente estaba equivocado, al hombre no podía importarle menos. Seguramente incluso se había arrepentido y ya no quería nada con él, o fue una broma desde el inicio.
Theo le preguntó si quería informarle él mismo, y, aunque de hecho había prometido esa llamada, le dijo que no, y dejó a Theo todo el trabajo mientras él se tomaba el resto del día. No estaba de humor para llenar formularios ni hacer declaraciones o interrogatorios, y no era ese su trabajo. Así que salió de la Central, con sólo su inseparable bloc y sus lápices, y decidió caminar hasta la plaza donde algunos jóvenes se reunían a practicar, ya sea danza, música, o a retratar personas, por algún precio bajo o incluso gratis. El mismo Alex lo había hecho cuando era estudiante, aunque no de Bellas Artes.
No podía evitar detenerse a momentos y recorrer con la mirada las obras de los estudiantes, algunas eran muy buenas. Le invadían unas irrefrenables ganas de charlar con ellos sobre sus técnicas, felicitarlos, o darles consejos que habían sido útiles para él. Pero, de nuevo, su humor no era el mejor, de modo que prefirió seguir caminando y sólo observar.
Llevaba tal vez medio camino recorrido cuando una rubia llamó su atención. Fue como su sonrisa y su mirada se iluminaron al ver algo, o a alguien como descubrió cuando vio una figura inconfundible acercarse a ella.
¿Cómo podía reconocerlo tan fácilmente, sólo por su perfil, por su forma de caminar, después de haberlo visto únicamente en un par de ocasiones? Era algo que Alex no entendía y prefería no pensar en ello.
Se detuvo, mirando a Owl saludar a la chica, ¿alguna estudiante? ¿amiga? ¿novia?, no sabía nada del hombre. Podría ser cualquiera. Ella habló animadamente, sin dejar de sonreírle nunca. Alex podía imaginarse la sonrisa de él y su mirada de plata cuando se suavizaban sus ojos al sonreír... Entendía, en cierto modo, la reacción de la chica. El hombre era...interesante e intrigante, había algo atrayente en él...
Se estaba preguntando si debía acercarse y saludar -por mera cortesía- o si sería mejor seguir su camino e irse a casa, o podía sentarse y dibujar también, cuando algo sucedió que lo hizo decidirse: Owl acarició el rostro de la chica y ella se derritió completamente, acercándose más a él.
Alex estaba caminando hacia ellos incluso antes de darse cuenta que lo hacía.
No llego a tiempo para escuchar lo que ella dijo, pero sí el balbuceo de Owl:
"Lo siento. Yo... No me gusta que me dibujen. No soy bueno quedándome quieto. Soy un pésimo modelo. No es contra ti, simplemente no dejo que nadie me dibuje..."
La chica hizo un puchero que hizo a Alex sonreír. Y no supo por qué lo hizo, habló casi sin pensarlo: —¿De verdad, señor Owl?
Al instante aquellos ojos grises se encuentran con los suyos. Alejandro no podía dejar de sonreír aunque quisiera. Era demasiada divertida su expresión.
—¿Hola? -fue más una pregunta que un saludo, después de que Michael no dijera nada.
El ceño de Owl se frunció un poco. Se aclaró la garganta antes de hablar. —¿Qué haces aquí?
Alex le sonrió a la chica y la señaló. —Buscando modelos también.
Ella le sonrió, con simpatía. —Él sería perfecto, ¿cierto? Con esos ojos...
Algo se retorció en el estómago de Alejandro, algo que no supo reconocer.
—...lástima que no le gusta ser modelo.
Alex entrecerró sus ojos azules hacia Owl. —Sí, es una pena.
—Soy Mónica -ella extendió su mano, una mano manchada de grafito, a Alex le habría gustado de haberla conocido en otras circunstancias-. Fui estudiante del profesor Owl.
Alex tomó su mano un momento. —Alejandro Stevens. Soy...
—Es un amigo -Michael lo interrumpió-. Disculpa, Mónica, nos tenemos que ir. Y lo siento por arruinar tu idea de un buen retrato.