"¿Quién sabe que hay en este mundo que no sabemos, Alex? El mundo, el universo, es infinito. Nunca dudes de nada ni seas cerrado de mente, no te pongas límites a ti mismo".
Michael también recordaba las palabras de la madre de Alejandro. Él había estado ahí cuando ella se las dijo, cuando ella le habló del famoso Atrapador de almas, "Algunos creían que podía ser un brujo" había dicho ella, y eso fue lo que hizo al pequeño Alex preguntar si existían los brujos...
Michael todavía sonreía ante el recuerdo. Sin saberlo, había preguntado eso teniendo a un brujo justo a su lado.
Aquella mañana, ese encuentro, había cambiado sus vidas para siempre. Michael recuperó la esperanza de poder regresar a su hermano a la vida y Alex tuvo lo que después sería su única razón para no enloquecer ni dejarse vencer por el dolor: el dibujo. Atrapar almas, como había dicho su madre, y después tener las vidas en sus manos.
Aunque después había crecido y entendido que eso no era más que un sueño absurdo, un cuento de hadas. Él no iba a atrapar almas dibujando, nunca, y no iba a tener en sus manos las vidas de los asesinos. Pero, al menos, le servía para atraparlos de otro modo, con trabajo en la sección de Retratos hablados.
Un suave apretón en su mano hizo a Alejandro regresar a la realidad, al presente. Aquellos ojos grises seguían fijos en él, sintió sus mejillas calentarse. Estaba siendo tan ridículo, seguro Owl se reiría de él cuando se separaran.
—Lo siento, me quedé... -intentó soltarse del agarre de la mano de Owl, no porque le molestara sino porque, al contrario, se sentía bien su piel contra la suya, porque se sentía tranquilo y seguro con ese simple gesto, y eso no tenía sentido-, ...pensando.
El ceño de Alex se frunció levemente, miró sus manos unidas cuando Owl claramente se negó a soltarlo, y después buscó aquellos ojos de plata.
—¿Te molesta? -una de las oscuras cejas de Owl se alzó-. Te incomodo -lo último lo dijo con una risita, y no fue pregunta, fue afirmación.
Alejandro negó. —No, no es eso, es... -suspiró frustrado. Él no era así, ¿qué le estaba pasando?
Michael lo soltó. Lo último que él quería era presionar a su niño. —Está bien. Yo no pretendía incomodarte, sólo pensé...que necesitabas apoyo. Supongo que fue un abuso de mi parte. En mi larga experiencia he notado que hay humanos que disfrutan dar y recibir contacto físico, abrazos, besos, un simple toque de manos, y les es más fácil que a otras a quienes, incluso muriéndose de amor, les es casi imposible demostrarlo con actos físicos. Y eso no es malo. Además tú no me conoces, supongo que yo soy de los primeros... ¿Qué? -preguntó, interrumpiendo su discurso incontrolable cuando notó ahora aquella mirada azul sobre él, Alex incluso sonreía un poco, una media sonrisa torcida adornaba sus labios.
—Lo siento -Alex sentía toda su incomodidad, miedos, inseguridades, lejos ahora. Este hombre lo iba a volver loco-, es que dijiste "humanos" como si tú no fueras uno, como si hablaras de otra especie diferente, fue divertido.
Si supieras, pensó Michael. Aunque forzó una sonrisa, sin saber qué decir. Eso no solía ocurrirle, cometer deslices así, pero Alejandro bajaba sus guardias, estaba tan cómodo a su lado que no pensaba antes de hablar, no había disfraces con él.
—Lo siento. Ahora sí debes pensar que soy un niño -Alex empezó a jugar nerviosamente con sus manos, parecía un adolescente torpe en su primera cita. ¡Dios!
Michael se rió, sinceramente esta vez. Alejandro era tan perfecto y ni siquiera se daba cuenta. En esta ocasión, cuando tomó su mano de nuevo, su niño lo dejó.
—Eres especial, notas los pequeños detalles. Eso no te hace un niño, Alejandro. Soy yo el raro y que no sabe expresarse. No sólo mis ojos son extraños, como ves.
Alex giró su rostro, jadeando sorprendido cuando se encontró con el de Owl tan cerca. Tragó nervioso antes de poder hablar: —De nuevo, no lo decía en un mal sentido. Tus ojos son hermosos, de verdad. Sólo que es difícil capturar algo tan...tan irreal, tan mágico... -siguió antes de que pudiera decir algo más Michael-, y regresando a tu pregunta, tal vez, creo en lo que veo, tú aquí frente a mí, eso puedo creerlo. Entonces -se encogió de hombros y sonrió, perdido en la profunda mirada de plata tan cerca-, si la magia existe, podré comprobarlo y creer. ¿No lo crees tú así, Owl?
Michael lo miró largo rato antes de asentir. No dejaba de sorprenderlo a pesar de los años que llevaba creyendo conocer todo de él. —Tiene sentido -no pudo evitar acercarse más a él, inhalar su olor, embriagarse con su aroma y adorar como la piel de su niño se erizó al tenerlo tan cerca, mientras se ponía de pie, todavía sin soltar su mano, sonrió a sólo unos centímetros de aquellos labios que de repente quiso besar-. Entonces déjame demostrarte que existe...