Atrapa mi alma

Capítulo 19


Alejandro no sabía nada de música, nada más allá de cuando -en su opinión- algo sonaba bien o mal, cuando algo era de su gusto o no.

Las notas del piano en el aula de Michael Owl le gustaban. 

Las manos del hombre deslizándose por las teclas, los dedos presionando una tras otra, le gustaba. 

Como sus ojos se cerraban y tocaba sin necesidad de ver a donde se movían sus manos, la línea de su cuello, su piel al descubierto mientras inclinaba su cabeza, eso más que gustarle parecía hechizarlo. La música vibraba en su pecho, pero su mirada no se apartaba de esa parte de la anatomía del profesor de música a su lado.

—Cierra los ojos, Alejandro -murmuró Owl, casi sin separar los labios, sin detener la música o abrir los ojos.

Alex se estremeció. Usualmente si alguien le llama "Alejandro", por su nombre completo, era porque lo estaban regañando o era un asunto oficial. Odiaba su nombre dicho con ese tono serio. Pero cuando Owl lo decía parecía cambiar su voz, no había rudeza ahí, era como si acariciara cada letra y eso lo volvía loco.

Su pasión era dibujar, la entendía a ojos cerrados como Owl parecía entender su música. También le gustaba escribir, aunque no significaba que fuera bueno en ello, no siempre lo que nos gusta es nuestro talento, pero desde que había conocido a Owl no sólo la necesidad de un lápiz en su mano estaba presente, también quería una pluma, las letras danzaban tras sus párpados y en su mente formando palabras para un hombre que acababa de conocer.

Decidido a no pensarlo más, obedeció. Cerró sus ojos y dejó de pensar, incluso intentó sacar de su mente al hombre a su lado, centrarse sólo en la música. Sintió los nervios por estar tan cerca de Owl deshacerse con cada nota, el nudo en su estómago se soltó y el vacío momentáneo se llenó de mariposas revoloteando emocionadas, su pecho ardía con algo cálido, se inclinó un poco hacia adelante sin darse cuenta. La música lo estaba envolviendo, se sentía ligero como si pudiera flotar...

Cuando abrió los ojos, el encanto se rompió. 

Una de las manos de Owl estaba a un lado de su cuello, sólo el dorso rozando su piel, sintiendo su pulso -hasta ese momento en paz- volverse loco bajo su toque y esa mirada de plata fija en él.

Michael había dejado de tocar y él no lo había notado. ¿Cuánto tiempo pasó? ¿Y qué tenía de especial su música?

—Te dije que te iba a demostrar que la magia existe, Alex -su voz parecía hecha expresamente para volverlo loco, para seducirlo, él nunca antes se había dejado envolver y sentido derretirse por sólo unas palabras. 

—¿Esto es magia? -intentó sonar burlón, no lo logró, fue un susurro sin aliento.

Owl sonrió, satisfecho. Sus labios en una sonrisa de la que Alejandro no podía apartar la mirada.

Se inclinó un poco hacia él, sus hombros chocando ahora, lo susurró como si fuera un secreto. —La magia real puede ser peligrosa. Para ti, el dibujo es magia. Para mí, lo es la música, y quise compartirlo contigo, que lo sintieras como yo. Yo sé que tú quieres dibujarme, tanto como yo quiero que lo hagas, quieres que sea perfecto y te da miedo no lograrlo, eso fue lo único que te impidió comenzar ayer. Una inseguridad, que tú usualmente no tienes, al menos no en este aspecto de tu vida, no te dejó trazar ni siquiera la primera línea...

Alex seguramente debería haberlo detenido en ese momento, pedirle que explicara porque hablaba como si lo conociera, pero no podía, por su vida que no podía, no podía apartar la mirada de esos ojos de plata que lo miraban fijamente, las puertas de su alma abiertas para él, sentía algo en su corazón derretirse mientras aquellas palabras profundas y sinceras lo embriagaban, estaba cayendo en algo nuevo para él, algo que él no conocía...

—...pero quiero que sepas que confío en ti, Alejandro. Lo que sea que necesites, los intentos que necesites, las líneas fallidas o los borradores, no me importa, incluso si tenemos que sentarnos un día tras otro y no hay ningún avance, si solo te veo mirarme, si sólo nos miramos, puedo hacerlo. No voy presionarte. Tengan todo el tiempo que tú necesites y toda la fe en ti, mi niño.

No, no, no.

Los ojos azules de Alex no podían apartarse de aquellos labios que lenta, muy lentamente, se iban acercando a él.

Todo estaba mal. De algún modo, estaba mal, pero no podía apartarse, hablar, o hacer nada más que esperar.

—Cierra los ojos -la voz de Owl apenas audible.

—¿Q-qué? -fue como un graznido, pero al menos logró hablar. Ya era algo.

—Ni con mi música ni con tus dibujos. Quiero mostrarte otro tipo de magia. Confía en mí. Si tú quieres, nunca, nunca volverá a repetirse. Sólo déjame hacerlo una vez.

Alex tragó. Las mariposas en su estómago ya estaban vueltas locas, no sólo aceleradas, se habían vuelto definitivamente locas. Como él mismo, porque lo hizo, ¡cerró los ojos sin preguntar más!



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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