—Se llamaba Robert... -comenzó Michael, mirando atentamente a Alejandro, parecía que se hubieran invertido los papeles, hace tal vez dieciséis años él se había acercado a aquel niño solo en el cementerio que se veía destrozado por la pérdida de sus padres. Se había dicho que sólo iba a ver al niño por curiosidad, porque era una pena que su madre hubiera muerto cuando la mujer podía tener la fórmula para traer de vuelta a su hermano, era sólo eso, pero entonces lo vio ahí, rodeado de personas y sin embargo viéndose tan perdido y no pudo evitarlo, se acercó a él, esperando ver la luz en esos ojos azules y la sonrisa que le dio el primer día, pero no sucedió, obtuvo sólo una promesa de hacer justicia por sus padres, prometió atrapar el alma del hombre malo en un dibujo como su mami le había dicho. Y tal vez fue eso lo que hizo que Owl lo vigilara durante todos estos años, una absurda esperanza de que el niño lo lograra, un niño que pasó a sentir como suyo después de tanto tiempo cerca. Y ahora estaba aquel niño, tratando de ofrecerse consuelo siendo un oído para él, con la mirada sincera que sólo él tenía y sus manos temblando porque claramente quería tocarlo y no se atrevía-, Robert Owl, era mi hermano menor, por un par de años. Yo debía haberlo cuidado mejor... -Michael intentó sonreír, aunque salió más como una mueca.
Robert Owl había muerto el siglo pasado, varias décadas antes de que el camino de Michael se cruzara con el de Alejandro Stevens y su madre.
Hubo una serie de asesinatos a parejas jóvenes de matrimonios aparentemente felices. Eran parejas que no merecían no morir, no que alguien lo mereciera, no a manos de un asesino, pero estas víctimas eran personas jóvenes que tenían mucho por delante y una pareja que las amaba con locura.
Al principio parecieron ser casos aislados. Asesinatos que no parecían tener ninguna relación entre sí, tal vez algún asalto, tal vez estar en el lugar equivocado en el momento equivocado, tal vez iban por el marido y la mujer estaba ahí... No los relacionaron hasta que ya había demasiados en la lista.
La última pareja fueron los Rogers, veinticuatro años el hombre y veintidós la mujer, ella estaba embarazada, a pocas semanas de dar a luz.
Robert había estado, definitivamente fue así como lo vio Michael siempre, en el lugar y momentos equivocados. Él estuvo ahí cuando la pareja fue asesinada, estuvo presente, y no había testigos que apoyaran su versión de que el asesino fue alguien más. Y las autoridades vieron en Robert Owl al chivo expiatorio perfecto, así cerrarían el caso de tantas parejas asesinadas y se desharían del único testigo que podía llevarlos al asesino real, aplacarían a las masas y sus conciencias aunque condenaran a un inocente.
La investigación duró unos pocos días. Ni siquiera una semana estuvo abierto el caso. Robert le juró miles de veces a su hermano mayor que era inocente, lloró tomando las manos de Michael a través de las rejas, le dijo que él no había sido, que alguien había llegado y asesinado a la pareja, pero no recordaba bien la apariencia de la persona. —Fue alguien como nosotros -había susurrado-, no, no como nosotros, era alguien más poderoso, Michael. Por favor, hermano, sácame de aquí, no quiero morir, no estoy listo hermano, por favor.
Y Michael lo había intentado, de verdad lo había intentado. Habló con los mejores abogados de ese tiempo, intentó ganarse la voluntad del juez asignado a Robert, comprar testigos, lo que fuera necesario, porque él confiaba en su hermano y si decía ser inocente, lo era. Pero nada funcionó.
Un día antes de su juicio, Robert recibió la visita de un hombre, Michael nunca supo su nombre, no le dieron los datos, y Robert se negó a hablarle de ello, pero después de ese encuentro se veía más tranquilo, incluso resignado con su inevitable muerte.
Michael siempre tuvo la sospecha de que había sido el asesino real, pero ¿qué podía haberle dicho para asustar a un brujo como Robert? Robert era incluso un poco más fuerte que su hermano mayor. Había brujos con una habilidad especial, Michael pensaba que la de Robert se manifestaría pronto...
Entonces pensó que si no era por las leyes mundanas, sería con su magia que liberaría a su hermano, no había modo de que permitiera que unos simples humanos le quitaran lo único que le quedaba en la vida.
Pero el día del juicio, cuando las palabras "Culpable" y "Condenado a muerte", "La ejecución hoy mismo", llegaron a su mente y sus manos se levantaron listas, llegó también la voz de su hermano menor y el golpe directo a su corazón.
"Te dejo mi magia hermano. Algún día, estoy seguro, encontrarás la forma de regresarme a ti. Algún día volveremos a estar juntos tú y yo, los poderosos Owl. Hasta entonces...".
—Oh dios -Alejandro dejó a un lado rápidamente lápices y bloc y avanzó la poca distancia que lo separaba de Michael, limpió las lágrimas que Owl no había notado estar derramando-. No llores. Dios, sé la impotencia que se siente -Alex seguía creyendo, confundid o por la forma en que lo decía Owl, que su hermano había sido asesinado-, lo sé, pero no es tu culpa, no te sientas así, no hay nada que pudieras haber hecho. No fue tu culpa y sé que tu hermano lo sabía.