Atrapa mi alma

Capítulo 25


—¿Estás bien? -Theo se acercó a Alejandro, preocupado. Alex debería estar feliz, él buscaba justicia siempre, y este hombre por fin obtendría lo que Alejandro siempre dijo que merecía-. ¿Pasa algo? -su ceño se frunció cuando vio la carpeta frente a su amigo.

¿Era el expediente de Félix Sánchez? ¿Qué hacía Alejandro con el expediente del hombre, justo antes de que le avisara que estaba muriendo?

—¿Por qué tienes esto? ¿Te enteraste, de algún modo, antes que yo?

Alex negó, todavía tratando de entender si realmente era casualidad. Theo vio su móvil también en la mesa, la llamada todavía activa. No pudo evitar una leve sospecha. —¿Con quién hablas?

Alejandro no sería capaz de algo así, ¿cierto?

Alex, ajeno a las sospechas de su amigo, pareció recuperarse un poco al recordar al hombre que le había llamado. Tomó su móvil de nuevo, haciendo una seña a Theo para que esperara. —Disculpa. Estoy en el trabajo, en la Central, y pasó algo.

Él no dio más detalles y Michael no preguntó. —Está bien, disculpa. No debí llamar. ¿Nos vemos más tarde, entonces?

Alex le pidió esperar un momento. Preguntó a Theo si debían ir a la Prisión a ver al hombre, o simplemente les habían informado por mero protocolo. No tenían que ir, pero Theo quería hacerlo. Alejandro asintió. —Disculpa, no sé si podré hoy. Tengo... trabajo.

—Oh -el tono de desilusión de Michael fue obvio para ambos-. Está bien. Hasta el lunes, entonces, Alejandro.

—¡No! ¡Espera! -todo esto era tan incorrecto y Alex lo sabía. Estaba acordando citas en su trabajo, con Theo frente a él, justo antes de ir a ver a un asesino agonizante. Por no mencionar que debería dejar ir a Owl, sería mucho más fácil si rompía este absurdo ahora, aprovechando que el hombre creía obviamente que Alejandro estaba poniendo excusas. Pero se encontró con que no pudo, no quería dejarlo ir-. Yo... uh... no sé a qué hora esté libre. Te daré mi dirección... Eh... si quieres, sólo si quieres ir, te avisaré cuando vuelva y nos vemos entonces.

Ni siquiera esperó una respuesta de Michael. Colgó y envió su dirección en un mensaje de texto antes de arrepentirse. 

—¿Qué? -preguntó cuando alzó la vista y se encontró a Theo mirándolo con ojos entrecerrados. Sus sospechas desechadas cuando entendió la llamada de Alex.

—¿Una cita? -sus cejas se alzaron-. ¿Quién es la afortunada? -cuando Alex no dijo nada, cambió a "¿Afortunado?".

Alex tomó el expediente rápidamente. —¿Lo llevamos a Prisión o no es necesario?

—Deben tener una copia allá, pero hay que llevarlo de cualquier forma... -siguió a Alejandro que ya iba saliendo de la oficina de Archivos-. Y no intentes distraerme. No soy tonto, sé sumar uno más uno. Seguiste viendo a Michael Owl, aunque dijiste que no lo harías, ¿cierto? Por eso estás evitando a Sabine. Temes su juicio sobre ti.

Alex hizo una mueca. —No es lo que piensas. No es... nada de eso. Lo voy a dibujar. Un simple retrato -aclaró, adelantándose a las bromas de su amigo.

—Pero lo invitaste a tu casa. Tú no haces eso. Incluso conmigo, a mí tardaste meses en invitarme a conocer tu casa. Y, en realidad, no lo hiciste. Fui porque necesitabas unos lápices y te acompañé.

—No me gustan desconocidos en mi espacio personal. No es contra ti.

Theo suspiró dramáticamente mientras salían de la Central. —Lo sé, hombre -rió después, viendo la cara preocupada de Alex-. No te preocupes. No tienes que explicarme qué hace al señor Owl diferente del resto, qué lo hace especial a tus ojos...

Ni siquiera yo lo sé, pensó Alex.

—...basta con que lo sea. Y creo que lo es. No dejes que yo, Sabine, o cualquier otro, ni el mismo Owl, influya sobre tus decisiones. Haz lo que creas correcto, sin pensarlo demasiado. Amistad, amor, sexo... Sólo hazlo, Alex.

Alejandro sólo asintió. No sabía si sería capaz, llegado el momento. Pero, después de todo, Theo tenía razón. Al final sería sólo su decisión lo que sucediera o no. No tenía que pasar algo por invitarlo a su casa. Era sólo para no perder la sesión de hoy, ya que después se verían hasta el lunes. Sólo eso.

Manejaron a la Central en medio de breves conversaciones con intervalos de cómodos silencios. Theo le contó sobre el testigo, sin detalles, que se habían visto un par de noches. Alex prometió que vería a Sabine, pero le pidió no contarle nada hasta que lo hiciera él. Theo le habló, a saber por qué razón, sobre la primera vez que se enamoró de verdad, cómo todo parecía incluso mágico porque no parecía ser real y mucho salía de su comprensión.

Pero, antes de que Alejandro pudiera preguntar, llegaron a la Prisión Federal. Los llevaron directo a la enfermería.



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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