Atrapa mi alma

Capítulo 26

Félix Sánchez no tenía familia, y aunque la hubiera tenido, Alejandro dudaba que les importara su muerte o fueran a viajar, desde cualquier lugar del país, sólo para ver su cadáver. Porque llorar por su muerte definitivamente no. ¿Quién lloraría a un monstruo? Para eso habría que quererlo, y un asesino no merece amor.

Alejandro no se quedó en Prisión para saber qué pasaría con el cuerpo del hombre o si se investigaría su causa de muerte -aunque lo dudaba-. No le importaba. Y, aunque sabía que en realidad eso no traería justicia a nadie, porque las personas asesinadas ya no volverían, al menos saber que él ya no estaba en el mundo le hacía sentir mejor.
 
Ni siquiera el hecho de que Theo era quien había manejado, y por lo tanto, al irse solo, él no tenía cómo volver, le impidió irse. Tomó un taxi de regreso a casa, no importa cuánto costara. Dudando, durante el camino, si llamar a Sabine y pedirle una sesión de emergencia porque sentía que algo estaba mal con él por alegrarse por una muerte, o ir al cementerio, a hablar con sus padres, a disculparse porque como siempre la tristeza y la culpa lo invadían -mucho más de lo normal- con cada investigación abierta o incluso casos cerrados, cualquier cercanía con la muerte.  Pero realmente no estaba de humor para ver a su amiga. Ella sí, era muy profesional, pero también era...tan ella que no dejaría pasar el tema de Owl, antes o después preguntaría. Y mejor que fuera después. Entre más tiempo pasara antes del interrogatorio, mejor. Y no era ella quien podría darle la paz que necesitaba, nadie podría en realidad.

De cualquier forma, terminó con el móvil en sus manos. Y cuando lo encendió, y entró a la aplicación de las llamadas, vio el registro de Michael Owl unas horas atrás. Y recordó su promesa de avisarle cuando estuviera libre. Miró por la ventanilla del taxi, ya no había mucha luz, el atardecer se acercaba, para cuando llegara a casa habría mucha menos, pero Owl sería una buena distracción. Su retrato, quería decir. Así que envió un texto rápido:

"En menos de una hora estaré en casa".

No dijo más. No lo invitó, no preguntó si quería o podía ir. Simplemente le avisó que estaría ahí. Ya Michael podría decidir si ir o ignorarlo, o a qué hora llegar.

Pero no tuvo que llegar a casa para saberlo, la respuesta tardó menos de un minuto:

"Estaré ahí en menos tiempo que eso".

Y si una sonrisa y un suspiro, que hizo al taxista mirarlo mal, se le escaparon, Alex prefirió no pensar demasiado en ello. Al menos, de momento, eso lo hizo alejar sus pensamientos de sus padres muertos, de su amiga Sabine y sus inevitables preguntas cuando se vieran, de la muerte de Félix Sánchez y los extraños sucesos que la rodeaban -el dibujo con un inexplicable aura extraña que después desapareció, la hoja rota, el accidente sin explicación lógica o culpables, y esa palabra, ese "Tú" que dijo cuando vio a Alex-. Owl parecía salvarlo de sus fantasmas, de las cargas que llevaban años con él, e incluso de él mismo.

Pensó que podía aprovechar el camino, y que su mente ya no estaba llena de sin sentidos, para avanzar en el retrato de Owl, algo más que sólo sus labios. No importaba ir en un auto en movimiento, o no tener al hombre frente a él, tenía su rostro memorizado y su habilidad lo dejara dibujar casi en cualquier lugar y circunstancia... Tal vez si pudiera tocarlo, sentirlo bajo sus dedos, sería incluso más fácil retratarlo... 

¡No! Alejandro se regañó a sí mismo, cortando la idea antes de que terminara de formarse. Tenía que dejar esos pensamientos extraños.

No logró avanzar demasiado tampoco en su retrato. Eso sólo le hizo pensar en qué no era la primera vez que algo raro sucedía con sus dibujos. Estaba aquel retrato de Owl, que hizo antes de conocerlo, y que creyó que le había guiñado. ¿Y cómo demonios lo dibujó antes de conocerlo? No le sorprendía necesitar ir al psicólogo. Algo no estaba bien con él...

—Llegamos, joven. ¿Es aquí? -el aviso y la pregunta del conductor lo sacó de sus pensamientos.

Alex asintió, reconociendo apenas su hogar. Se apresuró a guardar sus cosas y a pagarle para bajar. Mientras caminaba, su corazón acelerado sólo por la idea de poder ver a aquel hombre, se dijo que sí definitivamente estaba mal. Tal vez Owl, sin importar lo que dijo, llegaría después de él.

Entró a su edificio, sintiendo de nuevo la opresión de culpa por alegrarse por una muerte, pero simplemente no podía evitarlo. Y no se arrepentía. Si hubiera estado en su mano, lo habría hecho mucho antes. 

Iba tan distraído en sus pensamientos, y buscando sus llaves, que no vio al hermoso hombre apoyado en la pared, a un lado de su puerta, hasta que habló: —Buenas tardes, Alejandro.

Un escalofrío, casi un temblor, lo recorrió con sólo escuchar su voz. Ni siquiera tuvo que mirarlo. Las llaves cayeron de su mano. Pero antes de poder recuperarlas, el hombre de mirada de plata se acercó y se agachó por ellas. —¿Estás bien? ¿Pasa algo? -Michael lo miró desde abajo un momento, mientras recogía las llaves. Al ponerse de pie para entregárselas, demasiado cerca ambos, lo miró hacia abajo, ya que él era más alto, con el ceño levemente fruncido-. Estás pálido, ¿te sientes mal?



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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