—Está bien -Alejandro dejó la mezcla en el fuego y se sentó, señalando a Owl la silla frente a él-, pero que conste que te lo advertí.
Owl sonrió. Una sonrisa sincera que avivó las mariposas en el estómago de Alex. —Dime lo que sea, hombre. No puede ser tan malo. Y aunque lo fuera, ya somos amigos. Estoy aquí para ti, Alejandro.
Owl estiró su mano sobre la mesa, para tomar la de su niño. Y él se lo permitió, porque...no estaba muy seguro del por qué.
Tal vez sólo necesitaba apoyo para hablar de esto -la muerte y los asesinos siempre eran un tema difícil para él-. Tal vez porque su mano en la de Owl se sentía bien, porque él lo hacía sentir bien aunque no supiera por qué. O tal vez era mejor no pensar en ello.
Alex miró sus manos unidas cuando comenzó a hablar. —Esta mañana, mientras revisaba mi bloc, los retratos que he hecho, todos ellos, uno de ellos salió volando. Lo cual, para empezar, fue raro, porque no había corrientes de aire en mi oficina. Pero, como sea, cuando me agaché para recogerla, hubo una especie de resplandor fugaz en ella -Alex empezó a juguetear con los dedos de Owl, evitando su mirada, sintiendo que su historia ya estaba volviéndose rara-, tal vez creas que estoy loco, o fue algún efecto de la luz, y puede ser porque, como te digo, fue fugaz, sólo un momento. En fin, si sólo fuera eso, pero después hubo más. Cuando iba a guardarla, sin querer la rompí un poco. Y fue más que mi amor por mis dibujos, incluso aquellos de monstruos asesinos. No me gusta que nada les pase, llámame obsesivo, pero es así. Se rompió y decidí ir por una copia del retrato a los Archivos. Ya que no podía regresar el tiempo y restaurarla, devolverla a su estado original.
Owl miraba de sus manos al rostro de Alex. Su ceño fruncido a momentos, sus pucheros, como sus ojos luchaban por no mirarlo. Se distrajo viendo a su niño, no notando nada extraño en la historia que le contaba, disfrutando lo nervioso que Alejandro se ponía y como hablaba sin parar, sin recordar que la primera vez que atrapó un alma en sus dibujos él lo notó justamente por un resplandor especial en la hoja.
—¿Estoy hablando mucho? -Alejandro lo miró por fin, mordisqueando su labio inferior, nervioso.
Owl negó, con una sonrisa llena de ternura. —No. Continúa. ¿Qué pasó después? ¿Pudiste encontrar la copia o sucedió algo más?
—Sí y sí -Alex volvió a bajar su mirada-. En los archivos encontré el expediente y la copia del retrato. Oh, fue justamente cuando llamaste que estaba haciendo eso. Nos interrumpió Theo. Y eso fue lo que hizo esta casualidad ya demasiado grande. Resulta que Félix Sánchez, el asesino preso, cuyo retrato rompí sin querer, fue atacado en prisión y estaba muy grave. Él fue a avisarme eso cuando estabas preguntando si tenía tiempo.
Eso por fin atrajo la atención de Owl.
—Raro, ¿verdad? -dijo Alejandro cuando sintió a Owl tensarse, soltó una risita nerviosa-. Demasiadas casualidades. Entonces, fuimos a la Prisión federal y resulta que no sabían si realmente lo atacaron, fue un accidente, o lo que sucedió con exactitud. Mientras Theo interrogaba al médico y al guardia, yo me acerqué a él, parecía dormido, pero entonces tomó mi mano y dijo "Tú", sólo eso, "Tú" y murió. Ahí, frente a mis ojos, murió. Sólo así.
De repente, Alejandro quiso llorar. No por el hombre, no por la muerte de un asesino. Sino por todas las emociones de los últimos días, de los últimos años. Se limpió furiosamente con la mano libre las lágrimas.
Y Owl dejó de lado, por un momento, sus sospechas sobre la relación entre el retrato roto y el accidente.
—Oye. No llores. Ese hombre habría muerto, con tu presencia o no. No fue tu culpa, no tuviste nada qué ver. Y, además, perdón si lo digo, pero el mundo está mejor sin personas así. Esos malditos asesinos sólo arruinando la vida de las personas, no sólo a quienes matan... -una risita sin humor de Alejandro lo hizo interrumpirse-. ¿Qué?
Alejandro negó. Un brillo extraño en sus ojos. —Nada. No lloro por él. Se lo merecía y si hubiera estado en mis manos, habría sucedido hace mucho, y habría sufrido mucho más. Justo por eso me siento, o pienso que debería sentirme, una mala persona. Soy malo. Tal vez también soy un monstruo. Y entonces tú vienes y me dices justamente eso.
—¡No digas eso! No eres malo ni un monstruo.
Aunque sí tenías su vida en tus manos.
¿Sería posible que realmente así de fácil Alejandro había roto una vida? Tal vez no fue en sí el acto de romper el retrato, sino simplemente haberlo dañado. Y el hombre parecía haberlo reconocido, pero ¿cómo?
Alex suspiró. Soltando su mano y volviendo a su cena que ya estaba más que caliente. —Eres muy amable, Owl. Tal vez sea porque tú me entiendes, por lo de tu hermano. Otros pensarían que soy igual que estos hombres presos, tomando las vidas de otros o creyéndome con derechos sobre ellas... No es tan fácil. En fin, sobre el dibujo, ¿qué opinas de eso? ¿crees que fue simple casualidad? No digo que murió porque se dañó el dibujo, no soy tonto o iluso, pero... ¿una señal, tal vez? ¿crees en eso, señales?