Atrapa mi alma

Capítulo 30

La boca de Alejandro estaba abierta. Muy abierta. Sabía que Sabine no estaba de acuerdo con que tuviera aquella cita -o no cita- con Owl, pero, maldición, ¡no tenía que hablarle así!

"Quisiera decir lo mismo...pero no puedo. No es un gusto, señor Owl. ¿Va llegando o ya se iba?".

¿Cómo se atrevía a ser así de grosera y correrlo de su casa?

Alejandro nunca se hubiera esperado una grosería de este tipo de su parte. Sabine no era así, al menos con él nunca lo fue. Estaba tan sorprendido que no sabía qué responder o cómo intervenir.

Michael sentía sus labios temblar para contener una sonrisa. No precisamente una sonrisa feliz. ¿Así que ésta era la famosa Sabine? No se imaginaba a Alex teniendo amigas así. La mujer le provocaba escalofríos. Había algo mal en ella, aunque no sabría decir qué era exactamente.

Miró a Alejandro, a su niño, para intentar adivinar qué decir sin meterlo en problemas. Lo último que quería era dividirlo entre él y sus amigos. Alex nunca lo elegiría a él sobre ellos, él, un desconocido, y ellos, quienes lo habían acompañado durante los últimos años. 

¿Qué comprometería menos a Alejandro, decir que iba llegando o que ya se iba?

¿Esta mujer no pudo llegar un par de minutos después, cuando él ya no estuviera? 

Todo había ido tan bien hasta antes de su llegada. La relación y la confianza entre ellos parecía haber avanzado más en esta última noche. ¿Qué pasaría si la tal Sabine le pedía a Alejandro alejarse de él? ¿Lo haría, incluso sin una buena razón?

Michael tragó, mirando de Alex a la mujer. —Yo ya me iba. De nuevo, un gusto, aunque usted no diga lo mismo -entonces se centró en Alejandro-. Nos vemos, mi...uh, nos vemos, Alejandro. Que tengas un buen fin de semana.

Alejandro logró salir de su trance, por fin, con eso. Cuando Sabine, todavía haciendo mala cara, se hizo a un lado para que Michael pasara, Alex alargó su mano para detenerlo, de repente con miedo de perderlo, de que se iría para siempre por culpa de las palabras de su amiga. 

Sorprendido, aunque ya no tanto, comprendió que no quería eso. No quería perderlo, incluso si no entendía muy bien lo que le pasaba con él.

—¿Hasta el lunes? -salió más como una pregunta, aunque lo que él quería era una confirmación y sonar seguro de ello. Pero Owl sonrió y asintió y él pudo respirar tranquilo después de eso y soltar su brazo para dejarlo ir-. Y, ¿Owl?

Michael se detuvo y se volteó a verlo, ya un poco más allá de Sabine.

—Gracias. Por todo. De verdad.

Michael sonrió un poco más. —Hasta el lunes, cariño.

Y realmente ya no le importó lo que la mujer pudiera pensar.

Alejandro miró a Michael caminar hasta que desapareció de su vista, mientras Sabine lo veía fijamente a él.

—¿Ahora me dirás qué diablos pasa aquí? -ella entró, casi empujando a Alex al pasar. Sonaba tan molesta, sus manos en sus caderas y una de sus cejas alzadas-. Fuiste a la cita con él, a la cual te aconsejé claramente no ir, ¿y ahora ya duerme aquí?

Ella se rió, una risa que molestó a Alejandro. Donde antes hubo temor por la reacción de ella, ahora había sólo enojo. Era su amiga y su psicóloga, sí, pero eso no le daba derecho a reaccionar así y tratarlo de este modo.

—¿Ahora duermes con hombres, Alejandro?

Alex respiró profundamente, antes de responder algo de lo que pudiera arrepentirse después. —No duermo con nadie, Sabine. Pero no es algo que debería afectarte a ti. A ti ni a nadie.

—Tú viniste a mí por consejo hace días y te lo di. ¿Y ahora no debe afectarme?

—Estaba confundido y mezclé dos cosas que nada tenían que ver. Ahora puedo darme cuenta que fue un error haber acudido a ti, no era necesario. Mis traumas, o como quieras llamarlos, sobre asesinatos y asesinos, nada tenían que ver con Owl.

—Owl -ella casi escupió la palabra-. ¿Ya no es el señor Owl?

Alex gruñó. —¿Qué te molesta tanto? ¡Deberías estar feliz! Siempre me dices que debería tener más amigos, además de ti y de Theo. Y ahora que lo tengo, que se me presenta esa posibilidad, actúas como si estuviera cometiendo un delito o un pecado. De verdad, no te entiendo, Sabine.

—Él, ese hombre, no me gusta. Y quiere más que tu amistad. Los "amigos" no duermen juntos. Él se está aprovechando de ti.

—¡Por dios, Sabine! ¿Escuchas si quiera lo que dices? Eso es absurdo. Nadie se aprovecha de mí y, de nuevo, no dormimos juntos.

—¿Eres gay, Alejandro?

Esto ya era el colmo.

No avergonzado, no a la defensiva, sino sumamente molesto. -—No! O no lo sé. Y no veo por qué eso importa.

—Porque es él quien te hace serlo.

—Pff -Alex resopló de nuevo-. No, él no hace nada ni me obliga a nada. Y esto no tiene por qué afectarte a ti.



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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