Atrapa mi alma

Capítulo 35

Alejandro sintió que su ceño se fruncía ligeramente. ¿Qué fue eso? Primero su sueño y ahora esto. Esa escena era completamente imposible. No había sucedido. Ellos nunca, antes de este momento, hablaron de conocerse, y nunca, antes del día en la Central, se habían presentado. 

Los ojos de Owl, a su vez, se entrecerraron. ¿Qué le estaba pasando? ¿Se estaba volviendo loco, mezclando la realidad con sus deseos? Tal vez se estaba enfermando, eso tendría algo de sentido. Por eso su sueño, su malestar, y ahora esta imagen que no sabía de dónde había salido.

—¿Estás bien? -Alex preguntó, preocupado al notar su expresión adolorida, sin imaginarse si quiera que ambos estuvieran viendo lo mismo-. ¿Quieres ir con un médico? Podemos pasar antes de irnos, si te sientes mal.

Michael negó. —No, estoy bien. Fue un mareo al ponerme de pie -mintió-. Podemos irnos ahora a casa, seguro me siento mejor en un momento. 

—¿Seguro? -Alex intentó hacer a un lado su confusión. Tenía que ser un buen amigo aquí y ahora, asegurarse que Owl estaba bien, ya después podría enloquecer él solo con sus pensamientos y sueños.

—Sí, querido, seguro. Vámonos ahora.

Owl se separó de Alejandro al salir del aula. No porque le molestara su cercanía -ni siquiera si lo confundía con sueños y fantasías-, sino porque no quería que los alumnos incomodaran a su niño con miradas o preguntas fuera de lugar. 

Tal vez algún día, si era mutua la atracción y los sentimientos, y si Alex le perdonaba el engaño, podrían recorrer juntos el mundo, pero ahora no era ese momento.

Alejandro hizo un puchero cuando notó a Owl alejarse. Tal vez era sólo él quien quería esa cercanía, aunque ni siquiera él entendiera la razón, ya que Owl claramente estaba tomando distancia. Se sintió estúpidamente herido, pero no dijo nada mientras caminaban en silencio hasta el estacionamiento. Sólo cuando Michael iba a subir a su auto, Alex se atrevió a tocarlo de nuevo, deteniéndolo como Owl había hecho con él antes. —No vas a manejar en estas condiciones. Estás loco si crees que voy a permitirlo.

Michael se rió. —Alex, estoy bien, en serio.

—No -Alejandro insistió. Su ceño profundamente fruncido ahora. 

—¿Estás preocupado por mí, mi niño? -Michael estaba bromeando, principalmente. Aunque una enorme sonrisa se le escapó cuando se dio cuenta de la respuesta mucho antes de que Alejandro la pronunciara.

Alex le dio una mala mirada mientras, sin pensarlo, lo tomaba de la mano y lo llevaba a su propio auto. —Sabes que sí. Si no, no estaría aquí en este momento. Deja de ser tú un niño y déjate cuidar.

—¿Tú me vas a cuidar? -Michael levantó sus cejas varias veces, mientras Alex le abría la portezuela del auto y le pedía entrar.

—¡Owl, por favor!

Michael se rió mientras entraba. Le gustaba molestarlo, y le sorprendía ser capaz de hacerlo. Nunca habría creído que se acercaría lo suficiente a su niño para esto y menos en tan poco tiempo. —Está bien. Lo siento. Gracias por preocuparte por mí y cuidarme, Alejandro -tomó su mano un momento.

Alex la sostuvo un instante, sin poder creer lo bien que se sentían sus manos juntas, cómo encajaban. —Eso hacen los amigos -dijo antes de soltarlo y dar la vuelta para subir al lado del conductor.

—Como sea. Gracias -Michael se acomodó en su asiento, abrochó su cinturón de seguridad, y cerró sus ojos un momento, después de darle su dirección a Alex. Sólo que ese "Un momento" se convirtió en todo el rato que Alejandro manejó.

 

<<—¿Alejandro, mi amor? -Michael arrastró su mano por el colchón, a su lado, buscando el cuerpo cálido con el que se había acostado la noche anterior. Sus ojos todavía cerrados mientras tanteaba el lugar todavía cálido, debía estar cerca-. ¿Alex?

—Aquí -la voz llegó en el mismo momento que una corriente de aire frío lo hacía estremecer.

Michael gruñó, jalando más las sábanas sobre su cuerpo, y la risa de Alejandro llenó el lugar, haciéndolo abrir los ojos. Tardó un momento en enfocarlo. Su sonriente novio estaba sentado junto a la amplia ventana, su cabello oscuro con un brillo dorado por el sol que comenzaba a salir, sus ojos celestes opacando el cielo a su espalda, y su sonrisa agitando las mariposas en el estómago de Owl. En su regazo su inseparable bloc y sus lápices favoritos. 

—Buenos días, dormilón -Alejandro sonrió y después sopló un beso hacia él-. ¿Cómo dormiste?

—Bien, hasta que te fuiste.

Alex resopló y volvió a reír. —Mentiroso. Ni siquiera lo notaste. Llevo ya rato aquí y tú recién despiertas.

Michael se sentó en la cama, estirándose y frotando sus ojos. —¿Y por qué te fuiste, entonces? No me gusta despertar sin ti. No quiero estar solo.



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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