Alex ayudó a Owl a bajar del auto, sintiendo su piel ardiente contra la suya. Su corazón se aceleró al tenerlo tan cerca, a excepción de la ocasión del beso junto al piano y el abrazo en su casa, no solían estar así de cerca, sus cuerpos tan juntos, pero Alex se dijo que era por su preocupación por su salud que su corazón se volvía loco. Sólo por eso.
Owl era un poco más alto que Alejandro, pero ahora estaba colgándose de él, apoyándose pesadamente, uno de sus brazos rodeando su cuello, su rostro cerca de ese punto entre el hombro y el cuello, su nariz demasiado cálida rozando su piel y erizándola, y su otra mano sosteniéndose de su brazo, o su pecho, moviéndose libre y lentamente por el cuerpo de Alex como si lo conociera, como si tuviera ese derecho.
Alejandro no dijo o hizo nada al respecto e intentó concentrarse en lo realmente importante y no en las sensaciones que los toques y la cercanía de Owl le causaban. —Las llaves -le pidió al detenerse frente a la puerta de la casa y apoyarse ahí un momento-. Tus llaves, Owl, las necesito para abrir.
Owl gruñó algo en respuesta, su aliento caliente golpeando la piel de su cuello. Alex se estremeció. —¿Owl? Por favor, las llaves.
Owl se abrazó más a él, todavía perdido en algún lugar entre la realidad y su sueño reciente. Susurró algo como "En mi bolsillo".
Después de unos minutos de búsqueda incómoda, Alex por fin pudo abrir la puerta de la casa de Owl y entrar. La casa se veía muy vacía, casi sin vida. Con lo bromista y cariñoso que era Owl, Alex esperaba una casa colorida y musical, y aquí no había nada de eso. La casa estaba en tonos blancos y negros, en silencio total, no parecía haber fotos de amigos o familia. Le recordó al vacío de su propia vida... Tal vez el destino los había unido porque ambos se necesitaban. Ambos estaban demasiado solos.
Mientras lo recostaba en un sofá en la sala de estar, tratando de ignorar los balbuceos sin sentido de Owl y de soltarse de sus intentos de abrazos apretados, se alegró de ver al menos un piano al final del lugar,,muy parecido al de su aula en Bellas Artes.
Al menos tenía la música a su lado, probablemente la música era para él lo que el dibujo para Alex. Su refugio, su salvación.
Puso una de sus manos en la frente ardiente de Owl y se sobresaltó cuando una de las manos de él aferró la suya. —¿Te sientes muy mal? ¿Quieres que llame a alguien, a tu amigo Cris? Dime qué hacer por ti. No soy muy bueno en estos casos.
Michael negó, todavía con los ojos cerrados. Aunque era obvio que le costaba hablar, lo hizo. —Estoy bien -su voz era rasposa, diciendo lo contrario.
Alex resopló con una risa. —No, no lo estás. Ahora me alegró más de no haberte dejado solo.
Aquellos ojos de plata de abrieron un poco, tratando de enfocar a su niño, ¿su amor?. —También lo agradezco, Alex.
Alejandro estaba tan cerca, sus rostros a centímetros, y él casi sobre Owl. Se perdió un momento en esa mirada plateada hasta que Michael gimió y volvió a cerrar los ojos. Su mano por fin soltó la de Alejandro.
Alex acarició un momento más su frente y después su mejilla. Se sentía bien estar cerca de él, sería tan fácil hundirse contra su cuerpo, permanecer ahí abrazados, él quería hacer eso, lo deseaba tanto. Se separó de él con un suspiro. —Voy a buscar un paño húmedo, una toalla, o algo para ponerte, para ver si te baja la fiebre. ¿Dónde está tu cocina o el baño?
Owl todavía adormilado, señaló dos direcciones y gruñó algo que no entendió. Alex supuso que iba a tener que encontrarlos él mismo, así que empezó a buscar. De nuevo, sin encontrar ninguna foto o algo demasiado personal. Cuando volvió, con las toallas húmedas por fin, Michael parecía haberse quedado dormido. Aunque se veía más tranquilo y no parecía tener ya tanta fiebre, Alex siguió tratando de hacerlo sentir mejor y de que la fiebre desapareciera completamente.
Primero se sentó sólo a su lado, cambiando las toallas y vigilándolo, pero de algún modo muy pronto terminaron acomodándose, con la cabeza de Owl en su regazo, encajando bastante bien ambos. Y aunque tal vez debería ser incómodo, no lo fue. Era de lo más normal. Michael terminó en un sueño tranquilo mientras la fiebre se iba pasando, Alex terminó dormitando también, sus dedos enredándose en el sedoso cabello oscuro de Owl.
Y Michael terminó acurrucándose más cerca de él, necesitándolo más. Sintiéndose tan tranquilo como nunca en sus cinco siglos de vida, como en casa por primera vez en un lugar que habitaba hace décadas. Como en un hogar.
Alex cerró los ojos, diciéndose que era sólo un momento. Sólo estaría aquí un poco más, cuando Owl se sintiera mejor, él podría irse a su propia casa. Era sólo estaba tan cansado, tan agotado después de todos estos últimos eventos, que cerraría los ojos sólo para descansar, sin llegar a dormirse.