<<Tú eres más que deseado. Siempre>>.
Owl, desde su entrada en su vida hacía sólo unos días, había venido a poner de cabeza el mundo de Alejandro, a tambalearlo con cada gesto, cada mirada, ¡con una simple palabra lograba mover su piso y alterarlo!
No podía decir que era en un mal sentido. Simplemente, era inesperado y diferente. Él no recordaba que alguien se hubiera fijado en él en ese sentido, o en cualquier otro, mucho menos que alguien lo deseara. Y, para empezar, ¿de qué tipo de deseo hablaba Owl? ¿o había sido sólo una broma de su parte y Alex lo estaba analizando demasiado? Él solía hacer eso: sobreanalizar todo. Era su problema, pensar todo de más y nunca dejarse llevar.
Excepto por ti, pensó Alex, mirando a Owl comer tranquilamente, ajeno a la revolución en sus pensamientos. Con Michael él se había dejado llevar desde el primer momento. Porque siendo lógicos, ese primer día él sabía -por su reciente retrato hablado- que Owl podría ser un asesino y lo dejó ir, simplemente lo dejó pasar. Y después, por un detalle tan sin importancia como su relación con las Bellas Artes, Alejandro le había pedido una cita. Pasaron una noche juntos, con sexo o no, y ahora estaban aquí de nuevo.
—¿Estás enloqueciendo ahí? -la pregunta de Owl, con una voz alegre y burlona, lo sacó de sus pensamientos.
—No -mintió en automático, dando un mordisco a su pizza para ganar tiempo.
—¿Te molesta?
—¿Qué me molesta?
—Yo.
Alex le dio una mala mirada por esa pregunta. —¿Qué te hace pensar que si me molestaras, yo estaría aquí en este momento? Ya te dije que usualmente no soy así. Tú no tienes que creerme, o saberlo, pero con el resto del mundo no soy como contigo.
La sonrisa de Owl era enorme, era demasiado, tan brillante que Alejandro tuvo que apartar la mirada, sintiéndose avergonzado de repente. Sus palabras no habían sido para tanto, ¿o sí?
—Sé que te caigo bien, Alejandro. O, al menos, la intriga te mantiene cerca de mí. Me haces sentir especial con todo eso que dices. Y créeme, mi niño, tú también eres especial para mí. No tienes que avergonzarte por tus actos o tus palabras. Yo tampoco suelo ser así. No me relaciono con cualquier humano, no tengo amigos. Esto que hay entre tú y yo, como quieras llamarlo, nunca lo he tenido antes con nadie.
Alex sintió su corazón acelerarse y su estómago llenarse de mariposas, pero se las alegró para resoplar. Ignorando, de nuevo, el detalle de los "humanos". No iba a creer eso de ninguna manera, incluso si la sola idea lo hacía sentir feliz.
—No tienes que creerme -Owl intentó no sonar tan herido como se sentía, aunque supuso por la expresión de culpa de Alejandro que no lo logró.
—Perdona por no creerte, pero es difícil, y lo sabes, debes saberlo. ¿Tú, Michael Owl, no has tenido relaciones? Te recuerdo que conozco a Cris y tu pasado con él.
Y eso no me molesta, se dijo Alex a sí mismo, no me molesta para nada.
Owl sonrió, aunque era una sonrisa triste. Claro que era entendible que, siendo mayor que él, Alejandro no le creyera que no hubo nadie en su pasado. Y eso sin que supiera que en realidad había vivido durante siglos. Cinco siglos. Demasiado mayor.
—El sexo no hace una relación, Alejandro. Tú debes saberlo. No te he negado u ocultado que Cris y yo estuvimos juntos de ese modo, y antes de él ha habido otros. Pero una cosa es tener relaciones sexuales y otra entregarte a alguien, darle un espacio real en tu vida, dejarlos entrar. Eso, antes de ti, no lo hice con nadie. Tú eres especial.
—Cris también es tu amigo -esta vez quien sonó con un dejo de amargura fue Alejandro. Incluso no pudo reprimir una mueca.
Está bien. No me gusta Cris, terminó aceptando, aunque fuera sólo para él.
Michael sonrió un momento, con nostalgia, pensando en Cris. Alejandro nunca entendería su relación con Cris. Él y Cris se habían conocido poco después de la muerte de Robert. Tal vez fue eso, el dolor por su reciente pérdida, lo que lo hizo aceptarlo, acogerlo como su aprendiz. Eso y que tenía que haber cercanía entre los pocos brujos que quedaban. Robert y él habían sido de los más viejos y más poderosos. Era extraño, de hecho, que Robert no hubiera descubierto su poder antes de morir, Michael estaba seguro de que iba a suceder muy pronto, pero los humanos le habían robado esa oportunidad, ya nunca sucedería, nunca sabrían cuál habría sido su poder especial, seguramente habría sido enorme e impactante. Entonces, el lazo obligado entre brujos, sumado al dolor y la necesidad de proteger a alguien como no pudo hacer con su hermano, hicieron a Michael aceptar a Cris.
Pero esa especie de camaradería, la enseñanza, y tal vez sí, amistad, incluso cariño, no tenía nada que ver con lo que estaba sintiendo por Alejandro. No había punto de comparación. A Alejandro lo amaba, lo quería desde que era sólo el niño que podía mirar de lejos. Siempre había esperado el momento para acercarse a él y conseguir su ayuda para lograr traer de vuelta a su hermano, pero nunca esperó que los sentimientos serían tan fuertes entre ellos.