Alejandro no había dormido cuando volvió a su casa. No pudo.
Conforme más se iba alejando de la casa de Owl, el dolor en su pecho aumentaba. Era más que dolor físico, era una sensación horrible, como un vacío que se iba haciendo más y más grande, como un puñal clavándose y dando vueltas, provocando cada vez más daño. Dolía incluso respirar.
Alex se dijo que era sólo su preocupación por haber dejado solo a Owl. Una preocupación absurda por alguien que conocía de hace tan pocos días, pero que llenaba su alma como nadie nunca había hecho. Eso tenía que explicarlo, esa sensación de bienestar, de estar completo por fin, el clic entre ellos, la conexión innegable. Él nunca había creído en almas gemelas, en encontrar a tu otra mitad, para él eran sólo mitos, ideas románticas, cuentos de hadas. Creía en el amor, le gustaba verlo en los demás, leer de ello, pero de ahí a creer posible encontrar a alguien que sería como la pieza faltante en tu vida, en tu mundo, había una gran distancia... Eso no.
Al menos hasta antes Owl no lo habría creído.
Y la idea lo asustó lo suficiente como para no regresar a los brazos de Owl, como quería hacer y fue pensando todo el camino a su propia casa.
A él no le podía importar menos que fuera un hombre y no una mujer. El amor es simplemente eso, amor entre dos personas. Si son hombres y mujeres, o dos mujeres, o dos hombres, eso realmente no tiene relevancia. No para él, y así debería ser para todos.
Así que, aunque él nunca se hubiera considerado gay, tal vez heterosexual por norma social, por convención, incluso si ninguna mujer lo atrajo de ese modo, no le sorprendía o le asustaba que fuera un hombre quien viniera a despertar estos sentimientos en él.
No. Lo que lo llenaba de pánico era que no podía enamorarse en unos días. El amor no funciona así, ¿cierto? El amor no nace de la nada entre dos personas, ¿o sí?
Alejandro intentó dibujar para distraerse, pero no funcionó. El rostro de Owl seguía volviendo a él, los sueños, las visiones, la risas y las sensaciones cálidas cuando estaba con él. La facilidad y la perfección de los momentos.
Está bien, terminó por aceptar. Sí, de hecho, el amor es así, surge así entre dos personas que se conocen. Y tal vez, aunque fuera tan rápido, podía estarse empezando a enamorar. Era su primera vez, así que estaba lejos de ser experto, ciertamente leer y ver sobre el tema nunca te prepara para el golpe que es sentirlo tú mismo en persona. Pero, incluso si fuera el caso de un enamoramiento -y todavía no lo estaba aceptando del todo-, eso no explicaba la sensación de vacío y angustia al dejar a Owl. Eso era extremo.
Incluso estando enamorados, o perdidos de amor, no era lógico sentir que se moría al estar lejos de él.
—Hice bien en no quedarme -se dijo a sí mismo, repetidas veces-. Hice bien en regresar a casa. Claramente nos está afectando pasar tanto tiempo juntos. Nuestra amistad es rara y apresurada.
Cuando dibujar no funcionó, comenzó a leer, pero, dios, ¿por qué siempre las historias terminan hablando de amor? Todas, o al menos la gran mayoría, en algún punto hablan del amor. Era insoportable para alguien que no quería pensar en eso ahora.
“...hay personas que nos hacen reír aunque no se lo propongan, lo logran sobre todo porque nos dan contento con su presencia y así nos basta para soltar la risa con muy poco, sólo con verlas y estar en su compañía y oírlas, aunque no estén diciendo nada del otro mundo.”
Ese párrafo en específico, de Javier Marías, lo hizo soltar el libro con un resoplido. No puede ser que nada lo hiciera dejar de pensar en Owl. Era justamente eso lo que le sucedía con él, ¿no lo había pensado así hacía sólo unos minutos o tal vez horas? Owl, con su luz y su risa fácil, lo contagiaba. No es que él fuera un amargado, pero era retraído, centrado en su propio mundo, en su trabajo, en su deber, Owl había llegado para alegrar su vida.
Suspiró.
Y encender la radio y escuchar música estaba fuera de la cuestión, así como él era sus lápices y su bloc, su alma era el dibujo, Owl era música, cualquier melodía lo haría pensar en él.
Tal vez era absurdo, como los niños pequeños aferrándose a uno de sus muñecos, a un oso de peluche tal vez, pensando que va a protegerlos de los monstruos que viven en la oscuridad, pero él se quedó con su bloc al lado cuando por fin el cansancio pudo más que su malestar.
Era probablemente ya de madrugada cuando logró cerrar los ojos y dormir un momento. Tal vez fue más dormitar que dormir, aunque hubo sueños. Uno que empezó siendo bueno y terminó mal, como siempre:
<<Estaba con Owl, de nuevo, dibujándolo, aquella sonrisa perfecta. La luz en sus ojos de plata mientras posaba para él y esperaba. Su mano tembló al dibujar la línea de esos labios perfectos que apenas esta mañana había besado. Tenía ya montones que retratos de él, y ya tenía su alma, un alma que esperaba poder compartir pronto, si sólo supiera cómo, si encontrara la forma de hacer lo que últimamente había estado pensando.