Atrapa mi alma

Capítulo 42

<<Si te hubiera perdido de nuevo...>>

Michael no había tenido tiempo de responder ni de reflexionar lo suficiente sobre a qué se refería Alex -¿cómo que perderlo de nuevo? ¿cuándo lo había perdido?-, porque su niño con una fiereza celeste en esa mirada se había acercado hasta el punto en que sus narices se rozaban juntas, había cerrado los ojos justo antes cambiar un poco el ángulo hasta que sus labios se tocaron también.

El sonido sorprendido que Owl había hecho se convirtió en un profundo suspiro cuando el cuerpo de Alex se pegó más al suyo, tan cerca como era físicamente posible, y encajaban tan bien como antes lo había sentido en el abrazo, pero ahora era una conexión más fuerte, eran como dos piezas encontrando a su par. 

Sus manos, todavía vibrando por la magia que usara hace unos momentos, acunaron el rostro de su niño mientras el beso se hacía más profundo cada vez. 

Un golpe de magia parecido al que había sentido al recordar aquel día en que Robert le cedió la suya, volvió a repetirse, pero más intenso y era completamente bienvenido. La sensación era igual de poderosa, o tal vez más, pero era también dulce y cálida, y a la vez helada, recorriendo cada rincón de su cuerpo.

—Uumm -Michael gimió a medio beso, pensando a medias en que no debería ser tan mágico un beso, ¿cómo podía un simple humano hacerle sentir una sensación tan llena de magia corriendo por sus venas? ¿cómo era posible que fuera hasta su quinto siglo de vida que descubriera lo que es besar de verdad?

Alejandro estaba ahora sobre él, su cuerpo sobre el suyo, acomodado entre sus piernas, ambos tomando el rostro del otro, alientos cálidos golpeando al otro, mezclándose en uno solo. Owl miraba el rostro a centímetros del suyo mientras Alex mantenía sus ojos firmemente cerrados, como si no ver lo que ocurría lo hiciera menos real. 

Owl dejó una de sus manos recorrer aquel hermoso rostro, la línea de la mandíbula, subió por su mejilla hasta los pómulos marcados, las cejas gruesas y oscuras, bajó por el ceño fruncido hasta su nariz y finalmente a sus labios, delineándolos con su índice. Aquellos labios hinchados, enrojecidos, y húmedos, clara prueba de que no había sido un sueño el beso de hace un momento, que había sido real incluso a ojos cerrados.

En ese momento entendió la pasión de Alex, su amor por el dibujo, él habría querido tener ese don para poder inmortalizar la imagen de este niño perfecto. Nunca, en ninguna de las épocas vividas ni lugares recorridos, conoció a alguien que igualara la perfección de Alejandro Stevens después de un beso.

Él también suspiró cuando Alex lo hizo, sintió su cuerpo tensarse y estaba listo para que él se disculpara y mostrara su arrepentimiento, pero Alejandro se relajó sólo unos instantes después y se dejó caer sobre él, su cuerpos más juntos todavía, las piernas enredadas con las suyas, los brazos de él lo rodearon y la cabeza de Alex se apoyó en su pecho. Su corazón se fue calmando con la cercanía, su cuerpo revivió gracias al cálido cuerpo humano sobre el suyo, y la magia que lo había abrumado tanto ahora era sólo una calidez recorriéndolo de arriba a abajo.

Alejandro volvió a hablar hasta varios minutos después de un cómodo silencio, fueron susurros que resonaron fuerte en sus oídos: —No sé qué estoy haciendo -parecía más una confesión-, no sé por qué lo hago, no entiendo qué me pasa contigo. Eres... -un suspiro lo hizo interrumpirse-, no sé qué eres, no entiendo cómo logras esto en mí. No es que yo sea un mal amigo, si Sabine o Theo me hubieran llamado, yo habría ido a ellos sin dudar, y por supuesto también me habría asustado al llegar y no recibir respuesta -se removió incómodo antes de seguir-, pero no me habría lanzado a besarlos ni me acurrucaría con ellos después de un beso como éste y de palabras sin sentido, no sé por qué dije eso último, por cierto. Ya nada tiene sentido. ¿Y sabes qué es lo peor? Que esto se siente correcto, apenas te conozco y no recuerdo haberme sentido así de bien en los brazos de alguien antes o, simplemente, de haber estado en los brazos de alguien.

Él se calló abruptamente, se movió, Michael no sabía si para irse o para buscar su rostro, pero de cualquier forma no se lo permitió. Se sentía bien en sus brazos, ese era su lugar, de algún modo lo había confirmado esta noche, lo sentía en su corazón y, tal vez, en su alma. No sólo Alex lo sentía, él también. Si era una locura, ambos estaban locos.

—Yo tampoco entiendo nada de esto, Alejandro, pero agradezco la confusión que me llevó hasta ti. Agradezco al arte por haberte acercado a mí. Agradezco a tu buen corazón por preocuparse por mí esta noche, incluso agradezco a las malditas pesadillas que me rompieron lo suficiente para atreverme a llamarte. 

—¿Fue eso? -Alex se liberó por fin, lo suficiente para alzarse y que sus miradas se encontraran. Sus ojos azules se ensombrecieron con tristeza mientras hacía la siguiente pregunta: -¿Tu hermano?



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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