Atrapa mi alma

Capítulo 45

Alejandro había presionado demasiado fuerte su lápiz mientras interrumpía su dibujo y miraba a Michael, ¿para qué?, no sabía, pero aquella sensación como de algo conectándolos, una especie de energía vibrando hasta su mano y pasando al lápiz, lo hizo mirarlo. Sentía en sus ojos una pregunta que incluso él mismo no entendía.

Pero Michael parecía comprenderlo, incluso cuando él no lo hacía, o fue una simple casualidad su asentimiento, no lo sabía, se le quedó mirando, notando cómo su cuerpo se tensaba y, casi al instante, se relajaba. Owl volvió a asentir, con una sonrisa esta vez. Una sonrisa que envió escalofríos al cuerpo de Alex y lo hizo sonreír de vuelta.

"Está bien", se dijo a sí mismo, "Tú puedes. Sólo hazlo. Y hazlo bien".

Cerró los ojos un momento, la punta de su lápiz volviendo al papel, y ahí estaba otra vez, la energía, ese lazo extraño entre ellos. Respiró profundamente y después abrió los ojos, se concentró en el papel, siguiendo la suave línea del primer trazo. 

"Tal vez lo estoy imaginando. Si sólo me concentro en el retrato, todo irá bien."

Sacudió sus hombros, intentando relajarse. Un dibujo nunca sale bien si estás tenso o forzando las cosas. Las líneas tienen que ser suaves, tienes que guiarte por tu instinto, por tu corazón, por tu alma. Muchos de sus compañeros le habían dicho antes que eso era absurdo, dibujar viene con talento o mucha práctica, el dibujo no viene del alma, "Ni quiera es que exista realmente algo como las almas" llegaron a decirle muchos. 

Alejandro los ignoraba. Siempre los ignoró. Comenzó a guardarse sus pensamientos y opiniones, pero no se dejó llevar por la opinión de los demás. Él sentía el dibujo en el alma aunque otros dijeran que eso era absurdo. Tal vez por eso había querido salir con Owl, ya que él era un maestro de Bellas Artes, tal vez él sí podría entenderlo. Y lo hizo, lo había hecho, cuando le habló de magia y tocó con los ojos cerrados, Owl no había hablado de técnicas, él sintió la música y, a su vez, lo hizo sentirla... Y luego lo había besado. Y si eso no era poner el corazón y el alma en ello, entonces no sabía qué podría serlo. 
El beso. El primer beso. 

Alex tuvo la fuerte tentación de pasar sus dedos sobre sus labios. Cada beso con Owl era único, especial, y diferente. Con cada beso se sentía más y más correcto, más cómodo y necesario el contacto entre ellos, el choque de sus cuerpos y como encajan perfectamente mientras sus labios se amoldan a los otros y encuentran un ritmo perfecto mientras se van robando la respiración con cada beso, cada roce, cada movimiento...

—¿Por qué estás sonriendo así? -Owl cortó la línea de su pensamiento, no tenía que verlo para saber que él mismo estaba sonriendo, pero lo hizo de cualquier manera, y se encontró con esos labios y ese hermoso rostro que había estado dibujando casi sin darse cuenta. Aquel lazo de energía parecía haberlo envuelto con suavidad, sin molestarlo, expandiéndose mientras el dibujo avanzaba hasta atenuarse lo suficiente para casi dejar de sentirlo. Casi.

—Te ves feliz -insistió Owl-, ¿estoy quedando bien?

Alex pensó hacer algún chiste del tipo "Tú siempre estás bien", pero se lo guardó. Por lo poco que se conocían, eso era más digno de Owl que de él. 

—El retrato va bien -fue lo único que dijo, sonriendo por su propio pensamiento-. Creo que por fin lo estoy logrando. Tal vez por fin logre un buen retrato tuyo, siento que éste es el bueno.

—Ya lo creo -susurró Michael, aunque aun así Alejandro lo escuchó.

—¿Qué?

—Nada -mintió Owl, intentando no moverse demasiado-. ¿Éste sí podré verlo?

Alex sonrió y dijo que era demasiado curioso. —Pareces un niño.
Owl se resistió a hacer un puchero nuevamente, Alejandro sacaba lo peor de él. —Yo no soy el niño aquí. ¡Y claro quiero verlo! Es mío. Cualquier persona normal quiere ver cuando lo dibujan...

Alejandro siguió dibujando y riendo, demasiado concentrado. El sol iluminándolo cada vez más, era una vista digna para perder el aliento y para ver mientras perdías el alma.

Owl imagino que algo parecido sucedería mientras perdías tu magia, esa pequeña sensación de vacío, de que algo te estaba abandonando aunque muy lentamente, se preguntó si así se habría sentido Robert.

No, se dijo él mismo, Robert había cedido su magia y la entregó de golpe en el último momento. En cambio esto, dar su alma, ni siquiera pensó que pudiera sentirse. Seguramente las otras personas que Alejandro retrató ni siquiera notaron que perdieron algo. En cambio él, él estaba dando su alma libremente, mirando mientras Alejandro la tomaba,  sabiendo de ante mano lo que estaba ocurriendo. Él podía sentir como, con cada línea, cada trazo, cada sombra en el dibujo, Alex tomaba un poco más de él, de su alma.



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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