Alejandro manejó hacia la Central intentando concentrarse en respirar, respiraciones profundas, inhalar y exhalar. Estaba tan tentado a llamar a Sabine y pedirle verla, más que como amiga que como psicóloga, pero sabía que si llamaba ella se lo diría a Theo y él lo usaría como excusa para dejarlo fuera del caso, escudándose en su debilidad, su estabilidad emocional, y cómo este caso le iba a afectar a nivel personal.
Lo cual era cierto. Ya lo estaba haciendo. Ya se sentía lleno de rabia, la misma rabia que fue creciendo con él todos estos años.
Yo no pude ser un niño como cualquier otro, pensó con tristeza y coraje Alex, no pude tener una infancia normal. Yo crecí con el dolor de haber perdido a mis padres, tratando de entender a la corta edad de cuatro años por qué alguien los había matado, de comprender lo que era la muerte, aferrándome a la idea absurda de retratar al asesino y atrapar su alma, de vengar la muerte de mis padres. Yo no me enamoré en la adolescencia como hacían todos a mi alrededor, yo me centré en mis estudios, en mi deseo de venganza, en mi sueño utópico de ser el mejor en mi trabajo y traer justicia a todo el mundo.
No siempre puede traerse justicia. No basta con quererlo. Durante dieciséis años Alejandro había querido vengar a sus padres. Ante el mundo podía hablar de "justicia", pero la verdad es que ni él sabía qué haría si llegaban a encontrar al asesino de sus padres, no sabía si podría tenerlo frente a él y le bastaría que lo encarcelen. No sabía si podría controlarse y reprimir el impulso que estaba sintiendo justo ahora de matarlo él mismo. Ojo por ojo.
Probablemente no, se confesó Alex. Yo no podría perdonar al asesino de las dos personas más importantes para mí, las que me han hecho falta toda mi vida, no podría mirarlo y no querer matar a la persona que los dejó así en un sucio callejón. No fue un asesinato sangriento, no fue una escena grotesca, fue una que te hace estremecer y querer llorar sin parar. Yo lo hice. Lo he hecho. Lo estoy haciendo de nuevo, con sólo recordar a mis padres, con sólo imaginar a otra pareja en las mismas circunstancias, mis ojos se llenan de lágrimas de tal modo que es un milagro que no me accidente antes de llegar a la Central.
Recibió varias llamadas. No tomó ninguna y todos ellos dejaron mensajes en el buzón de voz. Los escuchó en el estacionamiento de la Central antes de bajar.
El primero es de Theo: "Alex, sé de lo que eres capaz y que eres un profesional, pero no creo que esto sea buena idea. Como tu amigo, lo digo. Me preocupo por ti."
El segundo es de Owl: "No sé qué haya pasado y es obvio que no me quieres contar, pero no puedo dejar de preocuparme. Alejandro, independientemente de lo que me llevó hasta ti... -hubo una pausa después de eso, bastante larga- ...independientemente de eso, de lo que se está dando entre nosotros, que amo tenerte entre mis brazos, que nunca me sentí tan cómodo en ningún lugar o circunstancia, que tus besos son más mágicos que cualquier cosa que haya visto, y créeme he visto mucho... Independientemente de todo eso, te quiero, mi niño, te quiero aunque no pueda explicarlo. Te quiero y me preocupo por ti. Así como tú me ofreciste tu apoyo y me pediste llamarte si algo pasaba, lo mismo te digo, Alejandro. Así como yo me atreví a llamarte, hazlo tú sin dudar. Te quiero, por favor, no olvides que estoy aquí".
Después uno de Sabine: "Hola, cariño, ¿cómo estás? -y ese "cariño" nunca lo molestó tanto, nunca antes se sintió tan incorrecto, ¿por qué con Owl no se siente así?-. No voy a mentir, Theo me contó. Alejandro, no es buena idea, no tomes este caso, esa herida no has podido cerrarla y no es buena idea abrirla de nuevo ahora. Sé que sigues molesto conmigo por mi opinión sobre ese hombre, pero sé también que esto será pasajero, él sólo te está confundiendo... En fin, podemos hablar de eso después cuando suceda, lo que digo es que te estoy hablando como profesional, no importan nuestras discusiones sobre otras cosas, hazme caso ahora. Sé de lo que hablo, soy buena en lo que hago, y tú lo sabes. Vuelve a terapia conmigo, Alejandro".
Alex se sorprendió de no romper el móvil de tan fuerte que lo estaba sosteniendo en ese momento.
Otro de Theo: "Lo siento, Alex, creo que fue mala idea contarle. Yo sólo quiero lo mejor para ti..."
Ni siquiera terminó de escucharlo.
Y uno último, Owl otra vez: "¿Crees en la magia? Perdón por preguntarlo de nuevo, no te rías o enojes. Cierra tus ojos... -estaba tentado a no hacerlo, pero al final lo hizo- ...cierra tus ojos y respira, imagíname a tu lado, mi mano en tu pecho, y algo suave tocando tu corazón, envolviéndolo, acariciándolo. Eso sentí yo anoche cuando tú llegaste, como si pudieras tocar mi corazón, sostenerlo y curarlo con sólo tu presencia. Sé que quieres ser fuerte, sé que si le dijiste a tu amigo que puedes, lo harás. Pero está bien llorar y derrumbarse, te habla quien ya lo vivió. Alejandro, por favor, de verdad llámame si lo necesitas, o voy a buscarte, aunque tenga que llamar a tu amiga la que me odia. Te quiero. Un beso".