Atrapa mi alma

Capítulo 48

Michael no podría haber puesto en palabras, aunque quisiera, lo bien que se sintió cuando Alejandro no dudó en ir hasta él y abrazarlo. Sin importar lo que el mundo pensara o dijera de ellos. Sin importar que todas las miradas estuvieran sobre ellos. Ahora no estaba robando su alma como hacía con sus retratos, la estaba tomando con sus acciones, con ese abrazo, no la estaba tomando para su bloc de dibujo -donde ni siquiera sabría que la tenía-, la estaba ganando para él y Michael quería decírselo. "Mi corazón es tuyo, lo has robado todo este tiempo, poco a poco, mi alma fue casi tuya esta mañana, y quiero dártela por completo. Quiero ser completamente tuyo."

Michael, como uno de los brujos vivos más antiguos y poderosos, nunca creyó posible querer pertenecer y entregarse a alguien. A nadie, mucho menos a un simple humano, ¿por qué lo haría?

Aunque Alex estaba lejos de ser un simple humano. No era simple para nada, no había nada simple en él, y no se debía sólo al increíble don que tenía y que desconocía. No, era más que eso, Alex era maravilloso en sí mismo. Probablemente, por eso Owl nunca se enamoró en cinco siglos, tal vez todo este tiempo estuvo esperando encontrar a aquel niño ojiazul que lo vio incluso a través de su glamour, era muy joven y no era el tiempo para ellos, pero ahora era este hombre entre sus brazos, uno al que podía llamar suyo, o esperaba poder tener el derecho de llamarlo suyo, su niño, de verdad suyo. Un hombre tan roto que lo necesitaba, tanto como él necesitaba a Alejandro.

Escuchó a Alex hacer un sonido extraño, antes de que intentara recomponerse y hablar con su voz de siempre. —-Gracias -lo dijo en un susurro y Owl sabía que no era porque se avergonzara y no quisiera que los demás no escucharan, era porque esas palabras estaban destinadas sólo a él, y eso las hacía mucho más valiosas-. Gracias, gracias por venir, no te llamé.

Michael no sabía si eso era una disculpa o un reproche, pero en realidad sí lo había hecho. Tal vez no como él en la noche anterior con una llamada telefónica, pero lo había hecho. Lo había llamado de un modo distinto y mejor. Ya sea por el alma compartida -porque ahora Alex tenía una gran parte de su alma-, o por la razón que fuera, Owl supo que él lo necesitaba. Y por eso estaba ahí ahora.

Dejó un beso rápido en una de sus sienes, esperando no incomodarlo o evidenciarlo frente a sus compañeros de trabajo. Aunque, se dijo a sí mismo con una risita, ¿evidenciar qué? Habían acordado dejar de esto siguiera su curso, lo que sea que fuera, se habían besado, abrazado, dormido juntos, pero no eran novios o como sea que los mundanos lo llamaran ahora.

—Pero igual vine, ¿ves? Porque soy un amigo increíble.

Alejandro soltó una risita un poco rota y se separó por fin. Sus ojos estaban enrojecidos y sus mejillas húmedas y con marcas secas de lágrimas, pero seguía siendo la persona más hermosa que Owl había visto en medio milenio. —Gracias. Sí lo eres -entonces miró a su alrededor un poco nervioso, observando a todos mirándolos con atención-, ¿quieres pasar a mi oficina?

—Justo eso iba a pedirle a la amable Yolanda, señor Stevens. Verlo.

Los ojos de Yolanda estaban muy abiertos. Alex se ruborizó un poco y golpeó suavemente el hombro de Owl, señalándole el pasillo hacia su oficina.

—Yo no lo dejé pasar -se defendió Yolanda, sin entender nada. ¿Alex era gay? Ella nunca le conoció a ningún novio antes, de hecho, habría jurado que su amiga la psicóloga, Sabine, estaba loca por él y Alex terminaría por ceder. 

—Muy mal hecho -la voz de Theo pareció romper el encanto. Fue como un parpadeo general a la realidad, todos dejaron de mirar o al menos fingieron volver a sus puestos-. El señor Owl, aquí presente, es amigo de Alex. Aunque éste es nuestro lugar de trabajo, las visitas no están prohibidas. Al menos puedes avisar cuando esto suceda.

Ahora no sólo los ojos, también la boca de Yolanda estaba muy abierta, antes de que asintiera varias veces y tartamudeara una disculpa. —S-sí, lo s-siento, jefe. Yo no sabía. ¿No es él...?

—Todos saben que el señor Michael Owl salió libre de sospechas en el caso de los Madison -dijo Theo, con voz demasiado alta, nada sutil-, y el verdadero asesino está preso. Fin de la historia. Den vuelta a la página, por favor.

Dicho eso, y sin esperar respuesta de Yolanda o la reacción de los demás, siguió a Alex y a Owl a la oficina de su amigo.

Siempre supo que Alex no era homofóbico ni mucho menos, y tenía sospechas de la atracción que surgió entre ellos cuando se conocieron durante el interrogatorio hace unos días apenas, además de las citas que habían tenido, y otros detalles más, pero saberlo y verlo, eran cosas totalmente diferentes.

Decir que lo sorprendió es poco. Cuando se detuvo frente a la oficina de Alex, y ya que las paredes eran de cristal, pudo ver a Owl tomando con ternura el rostro de Alejandro y murmurar algo antes de que éste sonriera y se adelantara para el beso.

 

Alejandro había guiado a Owl a su oficina. El cristal no ofrecía mucha privacidad, pero sólo necesitaba un tiempo a solas, aunque fuera unos minutos.



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En el texto hay: un amor imposible rodeado de magia

Editado: 12.07.2018

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