Parecía ser una pistola de agua de tan pequeña que era, el arma podía caber en la mano de Deyna, era mas un revolver muy pequeño, podría pasar desapercibido en cualquier lado.
— ¡Es hermosa! — exclamó Deyna feliz— ¿de dónde la sacaste?
El color del arma, para variar con los gustos de Georg, era dorada, y tenía gravado el nombre de su dueña en la parte de la empuñadura con letras inclinadas y elegantes: "Deyna Nima".
— La mandé a hacer con un amigo. — respondió Georg a su ahora niña favoria.
— Gracias Georg, en serio ¡muchas gracias! — dijo ella emocionada.
Por un momento Deyna dejó de pensar que había algo raro en Georg, pero luego se dio cuenta de que los otros niños perdidos no tenían tal lujo, sus armas eran casi comunes y de color negro, el único que tenía un arma con detalles y adornos de colores era Ignacio.
De cualquier forma, ella estaba agradecida, así que no comentó nada, solo pensó que a partir de ese día ella se esforzaría más en su trabajo como atrapasueños.
Al día siguiente, durante el desayuno, Georg anunció que tuvo la visión de un sueño, uno muy poderoso, y les dijo a los niños perdidos que se alistaran, pues irían a la noche siguiente a cazarlo. Y además, les advirtió que los sueños tan poderosos como éste suelen ser perseguidos por las peores pesadillas.
— ¿sobre qué es el sueño? — preguntó José Miguel.
— No pude ver bien, sólo sé que es poderoso porque que muchas pesadillas lo quieren. —respondió el líder.
— ¿y porqué iremos mañana y no hoy?, nos conviene hacerlo lo más antes posible, para que las pesadillas no lo puedan tener antes. — comentó Ignacio.
— Porque hoy tengo que... ocuparme de mis asuntos, son cosas que no puedo posponer.
— ¡Pero Georg!, si el sueño es tan poderoso como dices...
— Descuida Romeo, las pesadillas tardarán en ubicar a quien pertenece el sueño, además quiero darles la noche libre, ya obtuvimos muchos sueños ayer y se merecen un descanso, y esto nos dará tiempo de planear una estrategia infalible para poder cazar un sueño tan poderoso como ese. Prepárense.
— Y si las pesadillas lo encuentran primero...
— Entonces tendremos que pelear con ellas para robarlo, es un sueño que DEFINITIVAMENTE no podemos dejar pasar. Por ahora relájense, tienen todo el día para ustedes, pueden ir a donde quieran; si necesitan dinero sólo me lo dicen. Quien sabe, Romeo, tal vez sea uno de tus últimos días de vida, yo siendo tú, querría pasarlo junto a mi Julieta.
Ninguno entendía porqué Georg había dicho lo último. Pero eso no era lo que importaba, ese día sería enteramente suyo, y en efecto, Deyna e Ignacio quisieron pasarlo juntos.
Decidieron ir a la plaza Murillo, en el centro de la ciudad, sin duda un lugar que cualquier viajero debería visitar, pues es una plaza antigua y arboleda, rodeada de casas coloniales, incluido el Palacio de gobierno, conocido como el "Palacio quemado" luego de que se incendiara en 1875, y la catedral de Nuestra Señora de La Paz, también se encuentra el Palacio Legislativo, que posee un gran reloj en la parte superior, del cual sus manecillas giran a la izquierda y sus números están invertidos, es decir, que donde debería ir el número 11, está el número 1.
Todo ésto sin mencionar la plaza en sí, en el centro está la estatua de Don Pedro Domingo Murillo, la cabecilla de los mártires de la independencia paceña, y al rededor, están estatuas de diferentes musas de mitología griega. Y por supuesto están las icónicas palomas amistosas, que los turistas pueden alimentar, e incluso, algunas se dejan acariciar.
Deyna e Ignacio tomaron helados ahí, ella se sabía muy bien la historia de esa plaza así que se la contó a su uni-alma, le mostró dónde había caído el Presidente Villarroel una vez que fue arrojado del balcón del palacio quemado por una turba enfurecida en 1946, y también dónde habían ahorcado a Murillo junto con sus compatriotas, incluido su antepasado en 1810, un año mas tarde del grito libertario paceño, que se dio en 1809.
— Sabes mucho de historia — comentó Igna.
— Amo la historia, al menos la de mi ciudad. — respondió ella.
— Se nota, yo sólo sabía algunas cosas sobre La Paz, mi familia y yo somos de Cochabamba, como te dije, nos vinimos aquí hace un año y medio, por razones de trabajo y fue aquí cuando me enteré que era un Sapna y Georg me reclutó hace ocho meses.
— ¿a ti también te dividieron? — preguntó Deyna.
— Si, a la mayoría de nosotros.
— ¿los extrañas?, a tus padres — Ignacio asintió con la cabeza sin mirar a Deyna mientras paseaban por la plaza. — yo también extraño a mi familia, y a mis amigos.
Editado: 27.11.2019