Estaban ahí todos sus amigos, y dos señoras más, parecían años desde que los había visto por última vez.
¿Cómo pudo no haber reconocido los cabellos rubios obscuros de Greten, y sus ojos verdes fosforescentes al instante?
Deyna se sintió muy feliz de verlos una vez mas, le era extraño no poder hablar con ellos, darles un abraso, y eso la entristecía.
Por eso decidí el título del presente capítulo, por un lado ella estaba contenta, y por otro, desfallecía de pena.
Las dos señoras que los acompañaban eran la mamá de Greten, a quien Deyna consideraba como parte de su familia, y su propia madre. Los demás eran Gaby y Hugo, sus otros dos amigos del alma. Deyna no se había dado cuenta de lo mucho que extrañaba la risa pícara de Gaby y la elegante voz de Hugo hasta ese instante.
Así es, ese instante en el que tienes algo ante ti sin tenerlo.
Pero lo más extraño de todo, era la muchacha que estaba sentada junto a Hugo. Tenía los ojos negros, el cabello largo y obscuro atado en una cola y la piel morena clara, era ella, su doble, su copia, la Deyna afortunada que tenía una vida normal.
La otra Deyna que no tenía gravado el nombre de Ignacio porque no lo conocía. Aquella que puede hablar y abrasar a sus amigos cuando quiera.
Por supuesto ella sabía que no podía verse a si misma a los ojos aún estando invisible.
— No puedo creer que ya sólo unas semanas más y por fin terminamos el colegio. — comentó Hugo.
— ¡es verdad! Parece que ayer hubiéramos entrado por primera vez. — aseguró Gaby con su sonrisa de estrella de cine. — ¡hay que brindar!
Tomaron sus jugos todos muy alegres.
— ¡Si! ¡salud! — dijo la mamá de Greten.
— ¡salud! — respondieron todos chochando sus vasos.
— ¡porque siempre seamos amigos! — exclamó Greten.
— ¡Siempre lo seremos ya lo verán! — dijo la otra Deyna.
— Así es, hasta viejos, no importa si uno está en un extremo del universo y los otros en el otro— afirmó la Hugo.
Curioso comentario, Deyna estaba como en otro universo, y aún así, el destino la ha reunido con sus amigos una vez más.
— ¿qué diantres esperas Julieta? ¡no tenemos toda la noche! — le Habló Georg a su mente desde la mesa de los visibles, mientras el mesero los atendía.
— ¿¡Por qué no me lo dijiste!? — respondió ella furiosa.
— ¿habrías venido si lo hubiese hecho? — contestó él ya desesperado.
Era un argumento con el que ella no podía discutir.
Deyna acarició a Greten muy despacio, casi ni la tocó, así que ella pensó que era el viento.
Sosteniendo las lágrimas, Deyna observó el pecho de su amiga, nunca antes había visto un brillo tan grande en el pecho de algún portador, lo que confirmaba que era un sueño poderosísimo.
Introdujo su mano y extrajo el orbe con el mayor disimulo que pudo para no hacerle derramar a Greten la sopa que estaba tomando.
Quería ordenarle al orbe que se abra para saber porqué ese sueño en particular era tan codiciado.
Pero antes de decir "ábrete", un guardián que estaba invisible se lo arrebató de las manos con cierto aire vieolento.
— Lo siento, Julieta, pero debemos guardarlo cuanto antes para cuidarlo, una vez que esté seguro podrás ver qué es lo que contiene. — ordenó Georg en la mente de Deyna.
Las luces parpadearon.
— Debe ser la electricidad, está lloviznando afuera — comentó la mamá de Deyna.
Nadie se había percatado de ello hasta ese instante. Deyna se separó de sus amigos un poco, iba en dirección a la mesa de los visibles cuando vio a Igna incorporarse rápidamente con una expresión de espanto en el rostro.
Georg lo detuvo, agarrándole la mano con fuerza para que no desenvainara su sable "no llames la atención" le susurró y giró hacia Deyna con terror. Todos los niños perdidos, visibles e invisibles parecían mirarla con esa expresión.
Ella sintió a alguien detrás, giró lentamente, y vio un monstruo, no como el de la vez anterior, era un tipo de reptil azul con ojos humanos, sus escamas parecían pegajosas, habían muchos como él que andaban arrastrándose por todo el lugar, unos estaban en el techo y otros en el suelo apoyados en sus cuatro patas.
Pero el que estaba detrás de ella, se paraba en dos, eran como diez lo cual era mucho comparado con el poco espacio que había.
Todos se quedaron paralizados, salvo, claro, los comensales.
— ¿dónde está el orbe? — preguntó el reptil Líder en dos patas.
— Nunca te lo diré. — susurró Deyna.
Entonces el reptil Líder se arrastró hasta donde estaba Greten.
— Entonces mataré a la portadora — dijo.
Deyna sacó su revolver que guardaba en la parte trasera del pantalón, apuntó a la pesadilla y con temor de darle a Greten, tiró del gatillo.
Editado: 27.11.2019