— ¡concéntrese, Nima!, no es tan complicado — le dijo la maestra de control de ánima a Deyna.
— ¡Es que no puedo!
La maestra la miró como si fuera comida para leones.
— Tiene que poder, ¿qué pasaría si usted está en el bosque en busca de un orbe de sueño y le cae la noche helada? Imagínese, expuesta a todo tipo de peligros, pero el que la mate primero, probablemente sea el frío.
— Trato de buscar refugio o ayuda.
— No hay ayuda, ni refugio, usted TIENE que crear fuego aunque así nos quedemos todo el curso.
Deyna suspiró admitiendo que la maestra cara de rata con lentes tenía razón.
— ¿y con unos fósforos? — preguntó Deyna con una sonrisa exagerada tratando de bromear.
— Somos sapnas, no boy scouts, ahora... ¡hágalo!
La cara de rata con lentes giró a ver a sus otros estudiantes, así que Deyna pudo estar un poco más tranquila.
"me las pagarás Georg, me enseñaste mil maneras de robar tanto objetos comunes, y orbes pero no me enseñaste a controlar el fuego". Pensó.
Para ésta clase, los estudiantes estaban en el jardín de la Escuela. Frente a cada uno había una reducida cantidad de ramitas que se usarían como leña.
— ¡psst! — le llamó la atención su compañero de a lado. — sólo tienes que pensar en algo que te enoje mucho, o que te haga sentir adrenalina.... O cualquier emoción fuerte, eso para el fuego. — susurró.
Deyna miró las ramitas frente a ella. Respiró hondo y recordó. Recordó todo lo que había perdido, cada mentira que Georg le había dicho, cada error que había cometido.
Sus ojos estaban cerrados, parecía estar meditando. Empezó a sentir cómo subía su temperatura corporal, una lágrima lenta le recorrió la mejilla izquierda.
Y entonces, sucedió. De sus dos manos, que estaban en una posición,... como si estuviera agarrando un balón de aire, brotó una bola de fuego de un rojo tan intenso, que de tener los ojos abiertos, quizá se hubiera quedado ciega.
Deyna empujó la masa de fuego hacia las ramas y éstas ardieron. Pero no todo sale bien al primer intento, pues otra bola de fuego salió disparada de sus manos dándole al suelo incendiando un poco los verdes pastos que los rodeaban.
Y luego una tercera llama salió, y otra y otra, Deyna sólo soltaba pequeños grititos de espanto. Era una escena bastante cómica a decir verdad, pero en ese momento era peligrosa, más que graciosa.
Los otros estudiantes se apegaron a la pared externa del edificio que estaba detrás de ellos. Una alarma de peligro sonó por todo el recinto, así que todos los estudiantes salieron de sus aulas ligeramente espantados.
El caos había invadido La Escuela. Igna también salió de su clase de defensa personal (que sólo pasan los atrapa pesadillas, y de manera muy leve, los atrapasueños).
Las bolas de fuego salían disparadas por todos lados. Un montón de estudiantes veían hacia el jardín donde Deyna hacía su teatro. Ignacio se acercó por curiosidad y escuchó cuando un estudiante le preguntó a otro qué pasaba.
— La nueva — dijo soltando una pequeña risa. — no puede contralar el fuego y está arrojando su ira por todos lados. — otra risotada, ésta vez de ambos sujetos.
— ¿es la que dicen que está casada? — le preguntó el primero.
— Eso parece, creo que ese novio suyo no la debe... ya sabes, "hacer feliz".
Igna miró con furia a los dos tipos, que ni siquiera lo notaron, el primero se acercó más a la ventana.
— Con el cuerpo que tiene, quisiera "hacerle feliz" yo. — dijo provocando la risa de todos los oyentes.
Igna sabía como controlarse, por sus nervios de acero, pero todos sabemos que cuando involucra a Deyna...
— Mira idiota, — le dijo remangándose la camisa que llevaba puesta. — Cuida la manera en la que hablas de ella. — le dio un empujón.
— ¿quieres pelear? — le respondió el tipo sonriendo arrogantemente.
— ¡No! — exclamó Igna con sarcasmo. — sólo quiero hacer feliz a tu horrible cuerpo.
Y así fue cómo el otro sujeto intentó darle con su puño a Igna, pero él lo esquivó.
Los estudiantes gritaban: "Pelea, pelea, pelea."
Y para la mala suerte del otro chico, el hombre que entrenó en batalla a Igna, fue Georg.
Él le saltó encima arrojándolo al suelo.
Nuestro Romeo no sólo lo golpeó, le destruyó la cara y la caída le provocó una rajadura en el coxis.
Él sólo terminó con unos rasguños y un leve moretón en la mejilla izquierda.
Mientras tanto, La cara de rata con lentes trató de detener los incendios que las bolas de fuego provocaban, se veía como un sapo obeso saltando cuando corría tras el fuego.
Editado: 27.11.2019