Atrapa Sueños

35. El Rey Rata

Nuestra protagonista ya sabía cómo salir de ese sueño eterno en el que la habían metido, ella debía volver a casa, a su casa humana.

Se transportó en el mismo sueño, y tras darle un abrazo a su compañera, la reina de los sueños, abrió la puerta con las mismas llaves con las que la abría cada vez que llegaba del colegio.

Tras la puerta, una luz blanca y enceguecedora le esperaba. 

 

— ¿volveré a verte? — le preguntó Deyna antes de irse

— Claro que si

Ella respiró profundo y traspasó la puerta. Ahí no sólo había aprendido como salir, sino también a controlar su habilidad.

* * *

Igna miró con atención pensando que hacer, los demás se ponían espalda con espalda, en posición de combate.

 

— ¡ahora! — ordenó Georg.

Entonces uno de los niños perdidos lanzó arenilla al rostro de Margarita y ella lo esquivó, así mismo comenzaron a correr, acercarse y gritar, un gran combate se estaba librando en pleno sitio en frente del cuerpo dormido de Deyna.

Cualquier humano normal que por ahí pasaría ni cuanta se daría le que estaba pasando al rededor, pues todo estaba invisible y Georg había puesto arenilla en todo el lugar para que nada se oyera.

Se veían flechas volar por un lado, espadas, fuego, arenillas de todo color, un niño perdido cayó retorciéndose de dolor a los piés de Aurora, ella saltó y chocó su espada con la de otro niño perdido, y entre bloqueos del ataque enemigo como distracción ella pudo lanzarle arenilla y lo desmayó.

Fabricio, el niño perdido más pequeño estaba muy asustado, se escondió tras la piedra que sostenía el cuerpo de Deyna, pero Sarah lo encontró.

Al verlo indefenso se dio media vuelta y cuando estaba por irse, el niño se le montó a la espalada poniendo su daga en el cuello de la chica.

 

— ¿me crees un niño tonto, no? — se susurró mientras ella forcejeaba para liberarse inútilmente — pero no lo soy, tampoco soy malo, me obligaron a serlo.

Por detrás de Fabricio apareció Stephan, quien con su látigo envolvió el cuello del verdugo de Sarah y tiró de él obligándolo a liberarla. Ella volteó, le quitó su daga mientras se ahogaba y le lanzó arenilla para dejarlo inconsciente, el objetivo no era matarlos sino llevarlos presos.

Entonces otro intentó atacar  a Stephan por el costado y él le dio primero un codazo, luego lo ató cuerpo entero  con su látigo haciéndolo caer al suelo, y una vez ahí, lo desmayó

Poco a poco, los niños perdidos, los maestros del engaño, ivan siendo derrotados, pero ellos saben bien como jugar, sin darse cuenta, fueron desapareciendo, tanto los desmayados como los despiertos, pues estos se llevaron a los inconscientes transportándose a quién sabe donde.

Lo más interesante de todo, era que al empezar la pelea, Georg ni se había movido, sólo veía como todos se mataban entre sí, tanta era su soberbia, que no notó cuando Ignacio apareció por detrás de él apuntándolo con su espada.

El volteó levantando las manos. Sonrió con cinismo y entonces sacó su propia espada y aparó la de Igna de un golpe. Parecían bailar con sus espadas, ataque derecho, luego izquierdo, uno por arriba de parte de Georg, Igna se puso rápidamente de cuclillas y se incorporó poniendo su espada a lo horizontal debajo del cuello del hombre.

Lo tenía frente a frente, podía sentir su respiración, Igna puso un brazo en su nuca para bloquear cualquier intento de escape.

 

— Dime cómo despertarla— le ordenó.

— Ya deberías saberlo, Romeo — dijo mientras tomaba disimuladamente su espalda con las dos manos volcándola para clavarla en la espalda de Igna— no hay manera, o quizá como en los cuentos...

En aquel momento, Deyna desperó, aún débil miró el panorama, observó cómo Igna iva a ser ensartado por las espalda con espada de Georg. Nunca se perdonaría dejarlo morir en tan indigna situación.

Lanzó arenilla a la espada del enemigo y la hizo volar, recién todos los demás se estaban deshaciendo de sus enemigos, por ello ninguno había notado que la vida de Igna peligraba.

En la conmoción Deyna  se arrojó al suelo y rodó hasta donde estaba Georg, pues al mirar todos a los lados para saber de donde había salido ese rayo de arenilla que desarmó al líder de sus enemigos, notaron que el cuerpo de Deyna no estaba.

Ella ya se había puesto de pie con sigilo y colocó su ánima en la sien de Georg tomándolo por la espalda, con el otro brazo rodeó su cuello ya libre de la espada del Igna sorprendido.

— Te dije que las tiranías caen — le susurró— te crees el rey, pero de lo único que eres rey es de las ratas.

Y dio rienda suelta a su arenilla, dejándole entrar lentamente en su cerebro, él comenzó a convulsionarse.

— Shhhh...— dijo Deyna— No te resistas...



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En el texto hay: suenos, romance, magia

Editado: 27.11.2019

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