Atrapa Sueños

36. Robin Hood

Llevaron a Goerg desmayado hasta Rem, donde lo depositaron en una celda bastante cómoda en la parte de abajo de El Tribunal.

Cuando estuvo listo, por fin dieron paso a su interrogatorio, que tuvo lugar en el segundo piso del establecimiento, era el mismo salón en el que interrogaron a Deyna, solo que esta vez Aurora ni siquiera entró, de hecho nadie entro por seguridad, aunque el ánima de Georg estaba ya bloqueada, igual todos temían que ideara alguna forma de atacar, así que lo mejor era dejarlo solo con una cámara muy pequeña y un micrófono de igual tamaño.

 

— Muy bien señor Georg— comenzó a Hablar Aurora con todos los demás oyendo a sus espaldas— Su juicio está por ser programado pero primero necesitamos obtener su declaración.

Georg sólo se paró con aire de superioridad y sonrió con cinismo.

 

— ¿tiene algo que decir antes de comenzar? — él negó con la cabeza. — Bien, ¿Qué nos puede decir respecto a la inmensa cantidad de orbes de sueño que muchos testigos presenciales dicen que usted robó en compañía de una banda que se hace llamar "Los Niños perdidos de Peter Pan" de forma ilegal y sin el consentimiento, ni de Rem, ni de la reina de los Sueños?

 

— Nada.

— ¿sabe quiénes son estos muchachos ya mencionados?

— Si, yo los adopté eran Reminos prácticamente huérfanos.

— ¿y qué hacían con usted?

— Trabajaban

— ¿en qué forma? — con ésta pregunta, Georg no supo qué contestar.

— Me ayudaban con mis negocios

— ¿qué negocios?

— Yo vendía... juventud

— ¿juventud?

— Si, lo admito, yo robo juventud, ustedes los reminos son egoístas, se quedan con la juventud, cuando podrían usarla como materia prima para ser jóvenes... y eternos, pero en lugar de eso se la quedan para la "biblioteca de los sueños", como todo— dijo lo último en tono burlón y de remedo—pero yo, yo soy Robin Hood, yo robo juventud a los eternos jóvenes para compartirlo con los que en verdad lo necesitan.

— O con los que estén dispuestos a pagar bien.

Ante lo último, Georg sonrió y se lamió la parte superior de sus labios como si saboreara algo.

 

— Algo más, — concluía Aurora — ¿puede usted decirnos el paradero de los orbes de sueño que usted acaba de admitir haber robado, incluyendo principalmente los que le pertenecían a las señoritas... Gretenkiel Tamayo y Gema Ripoll?

— Dije que robé juventud, no que robé orbes de sueño, así que no se de qué me está hablando. — dijo antes de volver a sonreír, porque él sabía que los demás lo sabían, pero no tenía cómo probarlo.

Dejaron a Georg volver a su celda después de eso, no tenían nada más que preguntarle, él no hablaría nada, eso lo llevaría a una muerte segura, por eso admitió todo de una forma encubierta.

Lo acompañaron para vigilar que no intentara escapar y se quedaron todos vigilándolo un rato mas por seguridad, a los veinte minutos, él quedó plenamente dormido de cansancio.

 

— Ojalá — dijo Deyna — pudiéramos saber qué es lo que sueña, o meternos en su mente, así podríamos saber dónde están los niños perdidos y los orbes.

Y en efecto, si había alguien que podría navegar en los sueños de cualquiera: Simbad.

 

— ¡de ninguna manera! — exclamó él

— Por favor Simbad, por el bien de Rem — trató de convencerlo Igna

— Bien, lo haré, pero les saldrá caro.

Todos sonrieron y vieron como Simbad suspiró, y con su dedo-ánima se roció la cabeza con un poco de su arenilla, convirtiéndose todo él en humo, un humo que se introdujo en el pecho de Georg.

Se vio rodeado de obscuridad, se alumbró con la luz que naturalmente desprenden las ánimas.

 

— Muéstrame — susurró ordenándole a la mente de Georg desde su interior — dónde están los orbes que robaste.

Entonces, automáticamente la mente lo llevó hasta un escenario, era un lugar obscuro, pareciá una casa antigua y abandonada donde estaban cinco niños perdidos que parecían ocultarse de miedo de algo, y en una estantería muchos orbes, pero en una caja de cristal se hallaba uno en especial, cuyo brillo era más intenso que el de los demás.

Luego, la mente le mostró otro escenario, en ésta ocasión, era un lugar hermoso, pero poco luminoso y rodeado de árboles, donde había uno muy frondoso y ancho, en sus ramas, se encontraban otra cantidad de orbes de sueño, pero abajo de este, había un estanque, Simbad se acercó, y vio en el fondo al otro orbe que estaban buscando.

Miró al rededor, no parecía haber niños perdidos ahí, registró un poco el lugar cuando por fin fue a dar con una cueva cubierta con flores y plantas, oía muchachos susurrar, nuevamente, como si tuvieran miedo de algo o alguien.



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En el texto hay: suenos, romance, magia

Editado: 27.11.2019

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