Atrapa Sueños

37. El Patito Feo

En efecto, el que Simbad se quedara atrapado era una posibilidad, pero muy baja, recordemos que la mayoría de nuestras pesadillas no son con monstruos, que si éste fuera el caso, Simbad estaría perdido, pero en realidad, la mayoría de los sueños que nos causan miedo o pena son por eventos de la realidad, que nos torturan interiormente, recuerdos que vuelven en forma de pesadillas.  

Esta es la historia de un niño muy poderoso, que tenía poca fe en si mismo, y que en lugar de combatir esa poca fe y transformarla en fuerza, la convirtió en odio. 

Simbad se vio en el interior de un armario, la única luz que había era de una linterna. Se puso invisible con su ánima y miró a la derecha, era un pequeño de unos cinco años quien la sostenía.

Estaba transpirando aterrado, abrió un poco la puerta del armario dejando entrar un haz de luz por el así que apagó su linterna.

Alguien aclamaba su nombre, "Georg...", era una voz masculina.

El hombre pasó justo frente al armario sin notar que el pequeño estaba dentro, pero ellos sí podían verlo, podían ver que tenía un cuchillo ensangrentado en la mano derecha. El hombre apagó la luz.

 

— Tu mami ya está muerta, y tú serás el siguiente, acaba con ésto rápido y morirás con facilidad. — decía él sujeto.

Ahora si que no se podía ver nada, pero se podía sentir la presencia del hombre frente al closet, entonces Simbad intentó abrazar al niño para hacer que dejara de temblar, ésto lo hizo más como un instinto. Pero su brazo traspasó al pequeño. Se sentía un aire pesado y estresante. 

El Georg niño entonces saltó fuera del armario y como si fuera un mono se colgó del cuerpo del hombre rodeando su cuello con los brazos y le clavó un cuchillo en el cuello que ni siquiera Simbad había notado que tenía.

En ese momento, el cuerpo del sujeto cayó inerte en el suelo, y el pequeño Georg salió corriendo de la habitación, Simbad lo siguió, bajando las gradas de la casa hasta llegar a una cocina donde yacía el cadáver de una mujer, muy hermosa con la tez blanca como la leche, los ojos perdidos eran de color café claro y sus cabellos largos y rizados de color negro azabache  estaban desplomados por todo el suelo. 

El niño se echó a llorar desconsoladamente. Cuando de pronto, el escenario cambió.

Simbad estaba en la habitación de interrogatorio, el niño a  su lado temblando con la misma ropa harapienta de la escena anterior. Alguien le hacía preguntas, pero Simbad no las entendía, como si no las escuchara y el niño lloraba de forma sumisa y respondía con pena y monosílabos.

Y luego, Simbad se vio en una sala escolar de la Academia, sentado en un rincón se hallaba otro Georg, ya con más cara del Georg que conocía, por eso lo reconoció.

Este Georg tendría entre catorce y dieciséis años y veía con mirada dulce a una chica preciosa. Simbad se acercó a la chica y vio en su cuaderno que tenía anotado el nombre de "Aurora" en la etiqueta, estaba claro que era la misma Aurora que todos los Reminos conocían.

Una campana sonó y todos los alumnos se pararon, Georg se acercó a la chica con nerviosismo. Este no parecía el mismo Georg, andaba encorvado con los cabellos desordenados, pero aún así, al parecer de Simbad, el muchacho no era feo, una sonrisa suya y podía tener a cualquier chica.

 

— Hola Aurora — le dijo con sus libros en la mano.

— Ah, hola— contestó la chica consentida con aires de desprecio— ¿qué quieres?

— Quiero decirte que desde niños yo... estoy

— ¿estás qué?

— Estoy enamorado de... ti, y quería saber si tu...

Ella torció los ojos con fastidio, le dio un ligero empujón que lo hizo retroceder.

 

— Vamos, mírate, eres horrible, andrajoso y sucio, tu nariz es deforme, y no sólo eso, ¿quién querría estar con alguien que mató a su padrastro y a su propia madre? — soltó ella

— ¡Yo no maté a mi madre!

— Poco importa si lo hiciste o no, todo Rem lo cree así, por eso nadie te quiere, y nunca nadie te va a querer.

Simbad, impactado por las lágrimas silenciosas que brotaban de los ojos de Georg cuando la escena estaba por cambiar de nuevo, decidió salir del sueño con su ánima y volvió con Deyna y los demás.

"sabía que los reminos eran gente chismosa y escandalosa, pero nunca creí que lo fueran tanto." Me confesó cuando lo entrevisté años más tarde, y cabe aclarar que él nunca antes había relatado ésta experiencia con tantos detalles por respeto a Georg.

Aurora se hallaba con todos afuera de la celda. Simbad la vio con indignación y decepción. 

— La fea, — le dijo — eres y siempre fuiste tú, y ¿sabes que más?, siempre lo serás, porque tu fealdad la llevas dentro con tus PREJUICIOS.

Salió corriendo y Deyna e Igna lo siguieron mientras que Aurora se quedó perpleja.



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En el texto hay: suenos, romance, magia

Editado: 27.11.2019

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