Deyna miró a los lados, no tenía idea de a donde ir o que hacer. Hasta que a su izquierda apareció una mujer que tenía colgando de su cuello a un hombre que arrastraba los pies, su vestimenta era andrajosa y tenía una botella en la mano.
La mujer estaba bastante bien vestida, o al menos tenia mas prendas de vestir puestas que otras mujeres del lugar.
— ¿Esta es tu nueva adquisición? — le preguntó el hombre ebrio a la señora justo en frente de Deyna.
— Señor Server usted ha bebido demasiado esta noche, regrese a casa ya ha pasado aquí demasiados días.
— Está bonita, ¿porqué no me la habías presentado? — le preguntó el hombre ignorando la exigencia de la mujer.
— No se quien es, Señor Server, y por favor regrese a casa y... háganos un favor haga algo con su aliento que ya es insoportable —La mujer hacía gesto de aguantar la respiración.
— Bien linda, me voy. — paso por el lado de Deyna y atravesó la puerta con ligera dificultad.
La mujer observó a Deyna, de pies a cabeza con cierta extrañeza, de seguro fue por su vestimenta, la señora tendría unos 45 años o un poco mas.
— ¿vienes a pedir trabajo? Ya no hay vacantes deberías irte. — dijo.
El comportamiento hostil de su parte hizo sentir incómoda a Deyna, pero ella solo negó con la cabeza. En lo que su cuello ova de un lado a otro, vio en la pared de la sala un espejo de cuerpo entero con bordes dorados. Pero lo interesante es que en frete del espejo habían mesas con hombres fumadores, cartas y mujeres, pero no era esto lo que se reflejaba en él. Sino un orbe en una caja de cristal rodeado de oscuridad.
— Solo... necesito trabajo por una noche — respondió Deyna sin quitar sus ojos del espejo. — verá soy viajera, me robaron hasta mis documentos solo quiero volver a casa, mañana ire a mi embajada a ver...
— Suficiente —le dijo la mujer alzando la mano, lo que hizo que Deyna volteara los ojos hacia el rostro de su interlocutora. — no hay vacantes pero puedes quedarte aquí si eres camarera, dan buenas propinas eso es todo lo que te puedo ofrecer.
Deyna no tuvo de otra que aceptar, tuvo que poner manos a la obra, la señora le dio un vestido, la maquilló y le pidió que dejara sus cosas en una esquina detrás de la barra de tragos. Esto incluía el arma y todo lo demás.
El plan era esperar a que fuera muy de noche para intentar atravesar el espejo. lo bueno era que sus cosas estaban cerca al igual de la barra. Porque las necesitaría, y pronto...
* * * * *
Entre tanto, Igna se hallaba en medio de las graderías del circo. Las luces se apagaron y alguien le tocó el hombro. Igna volteó y era Deyna.
— Hola cariño — le dijo ella — traje palomitas y refresco.
El se limitó a arquear las cejas y hacerle campo para sentarse recorriéndose. Ella le entregó sus palomitas y su botella de refresco correspondiente él solo aceptaba sin titubear, Igna nunca rechazaría palomitas.
— ¡con ustedes... Beatriz, la bailarina mas bella de todas! — exclamó el maestro de ceremonias... si es que así se les llama.
Deyna puso a un lado su comida para aplaudir sonriente soltando un "iiiiii" agudo de la emoción para retomar las palomitas.
El reflector apuntó a una mujer de cabello castaño muy claro casi rubio y enrulado. que bajaba desde la cima de la carpa de circo como volando. Su vestido era plateado al igual que la tiara de su cabeza y sus tacones altos.
— Ojito con estarla viendo mucho — le dijo Deyna a Igna soltando una risilla burlona.
El solo sonrió con ironía. Lo cierto es que le valía un cohete todo el circo, solo le importaba buscar los orbes y entender lo que pasaba...y las palomitas, "están ricas" pensaba él.
Cuando de pronto, la bailarina hacía su trabajo y parte de la escenografía eran una cama, un escritorio, y un espejo, como si fuera un cuarto de dormir. El espejo, como en el caso de Deyna, contenía el orbe en una caja de cristal y era del mismo diseño. El problema era como llegar ahí en medio acto.
Editado: 27.11.2019