Ignacio no tenía ni idea de como llegar al espejo, estaba tan lejos y tan cerca al mismo tiempo... que por fin se decidió a "tomar al toro por los cuernos". Le pidió a la copia de Deyna que estaba a su lado que le diera campo para salir.
— ¿A dónde vas? — le preguntó ella.
— A ningún lado, ya regreso.
Él respiró hondo para armarse de valor por lo que haría a continuación. Empezó a bajar las graderías en dirección a la arena de abajo, donde el espectáculo se realizaba. Dos hombres inmensos que resguardaban el lugar para evitar que alguien se metiera intentaron detenerlo, pero Igna corrió tan rápido que no alcansaron a hacerlo.
Beatriz debuto su danza pensando que el loco que corría en su dirección le haría daño. Soltó un grito y se hizo a un lado para protegerse. Esto llamó la atención de todo el público, que gritaba como si fuera una matanza o algo así.
Cuando llegó hasta donde el espejo, intentó atravesarlo pero solo logró que este se cayera, suerte que no se rompió en pedazos. Igna soltó un "¿QUÉ?" desesperado. Los guardias corrían hacia él con velocidad. Lo único que se le ocurrió hacer era ponerse invisible con su ánima.
Una vez hecho esto los guardias se detuvieron aterrados. Igna recordó que para pasar un espejo o un portal solido como este, lo importante era estar relajado, estado en el que él no se encontraba debido a la presión del momento.
Jadeante y asustado, Igna se sentó en la arena, se arrastró lo más próximo al espejo que pudo y trató de cerrar los ojos respirando pausadamente para poder estar tranquilo. Cuando abrió los ojos Beatriz estaba justo frente a él, acachada, curiosa podía sentirse su aliento. Ella entrecerró los ojos, como si no pudiera verlo, movía su cabeza y su cuerpo de un lado a otro como imitando los movimientos de una serpiente.
De pronto miró hacia abajo, Igna siguió su mirada y notó la huella en la arena que estaba dejando. Ella, con mas curiosidad trató de tocar el suelo, justo donde estaba su pie, a lo que Igna, conteniendo el aliento se encogió para que no lo toque, pero volvió a dejar huella en la arena.
La cara que puso la bailarina habría sido muy graciosa de no ser un momento tan serio, se tapó la boca mientras se erguía y gritó agudamente, lo que llamó la atención de los guardias que estaban tratando de apartar de las personas la escena que era sobrenatural para ellos. Beatriz lloraba y apuntó con su mano libre el suelo mientras retrocedía con lentitud.
Con eso Igna no podría relajarse, un guardia se acercó, Beatriz mascullaba: "la arena" entre sollozos.
— No hay nada ahí señorita regrese a su camerino por favor...—le ordenó el guardia con firmeza.
Ella solo afirmó y se retiró, El guardia regresó a su labor, lo que hizo que Igna sintiera un alivio profundo, hasta logró expulsar una sonrisa, solo tuvo que rodar ligeramente el cuerpo y atravesó el espejo.
Tras él se encontró con Aurora, Simbad, Sergio y los hermanos, Deyna aún no atravesaba.
* * * * *
— ¿un trago? — ofrecía Deyna en las mesas con la sonrisa mas fingida que tenía y con una charola con dos copas en la mano izquierda.
— Esta vez no, linda quisiera fuego y tráeme la cuenta — le respondía un hombre que estaba relativamente sobrio, este hombre era la copia de Igna.
Ella metió la mano libre al bolsillo de la ridícula falda que la dueña del lugar le había prestado par trabajar esa noche. Sacó un cerillo que lo raspó en la mesa para poder encender el habano del otro Igna.
Siempre pensé que era raro el que en la versión de Igna, la otra Deyna si recordaba quién era él, pero el otro Igna en la versión de Deyna, no lo hiciera.
Ella se acercó al barman dejando la charola sobre la barra, y le pidió que le pasara su mochila, pues necesitaba un pañuelo, además de pedirle la cuenta que le había pedido Igna.
El barman le cumplió sus pedidos y estaba Deyna sacando un pañuelo de su mochila cuando un hombre muy guapo de unos 25 años se le acercó por atrás y le abrazó por la espalda.
— Hola hermosa, te espero en mi alcoba: piso tres cuarto 205 en media hora — le susurró al oído mientras la tocaba suavemente de su cintura hasta sus muslos.
En efecto, Deyna habría tolerado ese tipo de actitud si de verdad ella trabajara en ese lugar para ganarse la vida. Pero la señora de la casa la había presentado ante sus clientes como una mesera temporal. El hombre la soltó y se puso a su lado llamando al barman para que le sirviera un trago, se notaba que ya estaba ahí cuando la presentó, ella lo recordaba pero no estaba nada ebrio.
Deyna sintiose humillada, indignada. Con su arenilla se colocó de inmediato la ropa con la que estaba antes, se puso la mochila, todo esto en menos de cinco segundos, recordó que su arma estaba dentro la mochila así que tomó la charola con la que estaba sirviendo los tragos, la agitó dejando caer las únicas copas de vino que quedaban, llamando la atención del hombre. Se le acercó al oido y le susurró:
Editado: 27.11.2019