—Mel tenemos que hablar—, le dijo su padre.
—No tengo nada que hablar contigo.
—Solo quiero que me escuches por favor.
—¿Qué me vas a decir? Me vas hablar de tu amante y de tu nueva hija acaso.
—¿Qué tiene que ver Nicole en esto?
—Olvídalo.
—Mel tu mamá y yo hace tiempo que no nos entendemos.
—Claro, y con eso justificas lo que hiciste.
—No. Solo quiero…
—Basta no quiero oírte. No me importa lo que digas, ni lo que hagas. Si tu otra familia te hace feliz pues lárgate con ellas y a mí déjame en paz.
Mel se dio la vuelta y el señor Andros se llevó las manos a la cabeza. Todo se estaba hiendo al demonio. Sus hijos no le hablaban, la mujer que ama le dijo que ya no debían seguir juntos y si fuera poco se mudó a Los Ángeles.
En el nuevo instituto Mel conoció a Lucas y Wendy unos chicos súper reventados que se la pasaban de fiesta en fiesta. Le cayeron bien y no tardó en empezar a tomar con ellos. La primera vez bebió tanto que hasta se olvidó de todo y a partir de ese día empezó a tomar a escondidas en su casa. Se metía una botella al cuarto y nadie se daba cuenta. Al menos eso pensó ella.
—Mel encontré esto en tu cuarto—dijo mostrándole la botella a la mitad.
—Y quien eres tú para andar revisando mis cosas.
—Tu padre Mel y me preocupas
Ella se rió.
—Menudo padre. Salúdame a tu amante y a tu otra hija. ¿Ya le diste tu apellido?
El señor Andros respiró profundo.
—Deja de beber Mel.
—Déjame en paz mejor.
Mel se dio la vuelta y se fue.
El señor Andros subió a la habitación de la señora Emma.
—¿Puedo pasar?
—¿Qué deseas?
—Hablar sobre Mel.
—¿Y qué le pasa ahora?
Él entró sin permiso y ella está sentada en el sofá.
—Mel está tomando.
—Y que quieres que haga. Es tu culpa.
—Es nuestra hija Emma.
—Eso lo hubieras pensado antes de arruinar esta familia.
—Emma hace años que no estamos bien y sabes porqué.
Ella se quedó callada.
—Ahora se trata de nuestra hija. A mí no me escucha.
—Hablaré con ella.
Aquello fue mentira, porque la señora Emma no habló con Mel, y si su hija se hundía sería por culpa de su padre, y tendrá que pagar las consecuencias.
Al principio el señor Andros pensó que Mel había dejado de tomar. Hasta que un día la observó. La notó rara, y aunque ella no le habla y prácticamente lo ignora, él está al pendiente de ella. Mel es la razón de seguir en aquella casa.
Él como padre ya no puede irse por la vía legal, su hija está en pleno derecho de decidir con quién vivir. Obviamente no se irá con él. La única alternativa que tiene es ir con su hijo y hablar con él para que lo ayude con Mel. Piensa que a su hermano ella si lo va a escuchar. Y tratándose de Mel su hijo no lo va a ignorar y lo va a dejar hablar. Además piensa decirle a Helen que lo acompañe.
El señor Andros y su hermana viajaron a Boston. Tuvieron que esperar a Andros afuera del departamento. Estuvieron ahí por bastante tiempo hasta que él llegó.
Andros vio a su padre. De alguna manera no le extrañó, no es la primera vez que quiere hablar con él. Pero está vez viene con la tía Helen.
—Hola hijo.
—Hola papá. ¿Qué haces aquí?—, preguntó y enseguida saludó a su tía.
—Necesito hablar contigo sobre Mel.
—¿Qué pasa con Mel?— preguntó preocupado.
—Podemos pasar.
—Claro.
Mientras hablara de Mel para Andros está bien. Ojalá después no quiera empezar a sacar el otro tema.
Entraron y el señor Andros se sentó en el sofá.
—Te escucho papá.
Por lo menos Andros muestra más apertura. No le da portazos en la cara, aunque siempre tiene prisa y lo usa de pretexto para no hablar con su papá.
Lo que va a decir es delicado.
—Creo que Mel está consumiendo drogas.
Andros suspiró.
—¿Por qué lo piensas papá?
—La noto extraña. Primero empezó a tomar. Hablé con tu mamá y parece que no siguió más. Pero sé que sigue tomando, y de las drogas, algo me dice que hay que estar alertas.
Y su papá le contó que un día la siguió y ella entró con sus amigos a un lugar de mala muerte. Anda con esa muchacha y el otro muchacho. Esos que ahora tiene de amigos, de los cuales se expresó como vagos y de mala influencia. Pues le platicó que ese día esperó horas fuera del lugar, porque no le permitieron el paso, y que cuando Mel salió iba bastante mal. Que se la quiso llevar a la casa y en su lugar terminó en la delegación detenido como un acosador, hasta que comprobó que la chica es su hija y se la llevó a la casa.
Lo que no le dijo fue que Mel le dijo cosas horribles mientras iban en el auto. Que casi chocan porque lo quiso agarrar a patadas mientras manejaba. Que tubo que estacionarse por un rato hasta que se calmó y la llevó a la casa.
Ese día discutió con Emma y ella nuevamente le dijo que si Mel estaba pasando por todo eso, es su culpa.
Y Andros comenzó a viajar a Nueva York con más frecuencia y empezó a darse cuenta que Mel realmente andaba mal y no sabían cómo iban ayudarla. Sobre todo él. Porque la relación de ella con su padre iba peor.
Es domingo. Andros había llegado de Boston desde el viernes y ella agarró la borrachera y se metió marihuana hasta perderse. Andros enojado y preocupado por la situación la enfrentó.
—¡Basta Mel!—, le gritó.
Mel se asustó porque nunca lo había hecho de esa manera y además le dolió.
—¿Desde cuándo?—, preguntó molesto.
La pregunta de él le recordó a su madre reprochándole a su papá su infidelidad el día que se descubrió todo.
—¿Desde cuándo qué Andros?—, cuestionó ella sintiéndose bien por hacerle al pendejo como su papá aquel día.
—Desde cuando estás bebiendo.
—¿Acaso tú nunca te tomaste unas?
—Unas no es lo que me han contado—. Ella se sintió mal por la forma en que la miró. Está decepcionado—. No es la manera Mel.
Ella no dijo nada y él se calmó un poco y con voz suave le preguntó.
—¿Te estás drogando?
Ella negó al instante.
—Mel sabes que te adoro. Eres mi hermana y la única que tengo. No quiero que te hagas daño y eches tu vida a perder.
Editado: 26.04.2025