Atrapada

9 —Necesito Ayuda

El viernes después que Mel habló con Andros, él se fue a la oficina en taxi y le dejó el auto porque quedaron en ir a comer juntos. Mientras, ella se quedó en el departamento. Como a las dos de la tarde él le habló para que no llegara tarde.
Un poco después de las tres llegó a la empresa. Cuando entró al estacionamiento, y como es de esperarse él ya está ahí, recargado en uno de los autos de algún empleado. Tiene los brazos cruzados y seguramente impaciente. Mel se paró frente a él y se subió.
—Llegas tarde—, le dijo y ella puso los ojos en blanco. Está de buenas por lo que nota y eso le parece bien —Si fueras mi empleada ya te hubiera corrido—, le dijo divertido.
—¿En serio? Te aseguro que no.
—Al menos que tuvieras una buena y creíble justificación.
—Me estaba bañando. ¿Cuenta?
—Definitivamente no.
Mel se preguntó si Niky seguirá siendo igual de impuntual. Llegar a la hora nunca fue el fuerte de ambas y seguido tenían problemas por eso. Hasta ganas le dieron de preguntarle por saber cuantas veces lo ha hecho esperar. Pero se contuvo. Suficiente es aguantar que salgan.
—¿Y a dónde vamos a comer Jefe?—, preguntó a las risas.
—Avenida Kennedy, 75 Main Stret.
Mel lo miró con cara de no jodas. Ese era el restaurante preferido de su papá, de ella y Andros también. En los tiempos buenos cuando iban incontables veces. Después no volvió a pisarlo. Ahora entiende porqué Andros no pidió las llaves del auto.

Va a tener que ir, después de la vomitada de ayer se lo debía a su hermano, aunque después de lo de Niky y él, es como estar a mano. Pero no se negó y apretó el acelerador y se dirigió ahí. Se estacionó al llegar y subieron a la terraza para sentarse en una de las mesas. La terraza es la parte que más le gustaba de todo el lugar, su papá prefería la parte baja, pero siempre terminaba en la terraza para darle gusto a ella. La terraza está en la segunda planta con vista al mar.

Mel respiró profundamente y se sintió como revivir el pasado, solo que jamás podrá volver a sentarse a su lado. Recordó una de las tantas pláticas con él.
...
—Si me casara sería allá—, le dijo a su papá señalándole uno de los hoteles de lujo frente a la playa que se pueden apreciar desde esa vista.
—Y serás la novia más hermosa de todas. Claro que ahora eres demasiado pequeña como para pensar en eso.
Mel tenía catorce años en aquel entonces.
—Y seré la más feliz porque iré del brazo del mejor padre del mundo.
—Y yo estaré muy orgulloso de llevarte a mi lado.
...
—Mel— le habló su hermano y ella volteó a verlo. Él la mira fijamente —. Te preguntaba que vas a pedir.
El mesero está parado frente a ellos y ella no se dio cuenta cuando llegó.
—No te escuché. Deja veo el menú.
No tenía que verlo. Sabía que pedir. Su platillo favorito, el mismo que pedía su padre.
Andros no dijo nada cuando ella ordenó. Ella siguió mirando al frente. Tenía ganas de llorar pero se aguantó, pero está segura que Andros nota sus ojos vidriosos.
—Mel, después de lo que platicamos ayer, he hablado con una terapeuta. Me la han recomendado mucho—, comentó y le extendió una tarjeta de presentación—. Hice cita para mañana a las seis de la tarde. Por favor no dejes de ir.
Mel lo observó pero se quedó callada. En sábado. Genial. Fines de semana bien jodidos. Tomó la tarjeta y después de medio leerla la guardó en su bolso. Irá sin falta. Se lo prometió a él, pero sobretodo a ella.
—¿Cuéntame que dice Harvard?
—Bien. Mis notas han mejorado. Tus profesores te echan de menos y tus admiradoras también.
Y es cierto. Seguido le preguntan por él.
—Me da mucho gusto que tus notas mejoren. ¿Y ya has pensado en qué te vas a especializar?
—Hay no, es muy pronto.
—Pronto te vas a ver saliendo. Mírame a mi. Creí que estudiar sería eterno. Ahora dirijo una compañía.
—Y lo estás haciendo muy bien. Me siento orgullosa de ti.
Mel sabe que su padre también lo estaría. Lo pensó pero no se lo dijo.
—Gracias. Tuve un buen maestro.
Ella desvío la mirada y no pudo evitar pensar, que fue tan bueno que hasta le enseñó sus gustos y sus debilidades, y su hermano lo aprendió muy bien.
—El alumno es bueno—, comentó con media sonrisa en los labios.
—¿Por qué no se lo has dicho a mamá?
—No lo sé. Tal vez evito que muera de un disgusto. No pienso hacerlo.
Ya es suficiente con un padre muerto. Además es cierto. No piensa decirle nada porque al final Andros se dará cuenta de la falsedad de esa relación y las cosas terminarán.
Andros alzó las cejas con sorpresa, pensó que iría corriendo a contarle todo.
Pasaron el rato platicando de varias cosas. Les dieron las cinco de la tarde y Mel notó que Andros ha visto un par de veces el reloj. Es fin de semana. Y él nunca está, y cuando está se muda a un hotel por lo que ha visto.
—¿Vas a regresar a la oficina?— preguntó curiosa.
Él asintió. Su mirada lo delata.
—Solo voy por mis cosas—, comentó y se le quedó mirando.
¿Acaso es culpa lo que ve en sus ojos? Se preguntó Mel.
—¿Vas a salir de viaje?
Él asintió.
—El vuelo sale a las ocho—, confesó.
—Lo supuse—, contestó ella—. ¿Quieres que te lleve al aeropuerto?—, preguntó resignada.
—¿Puedes?
—Ya qué—, sonrió y él también.
Y ahí está Mel ofreciéndose para llevar a su hermano al aeropuerto.

De regreso llevó a Andros a la oficina, luego a su departamento, recogió su maleta y se fueron al aeropuerto para que él se reuniera con su gran amor. Jodida vida. Ella llevando al aeropuerto a Andros para que vaya a ver a esa. Después fue a casa de su mamá.
—Buen día Srta. Mel.
La recibió una de las chicas del servicio de la casa. No la conoce. Últimamente su madre cambia al personal más que sus zapatos.
—Hola, buen día—, respondió y subió las escaleras para ver a su mamá—. ¿Mamá estas ahí?—, tocó en la puerta de la recámara.
Dónde más, pensó después.
—Adelante Mel.
Entró y está acostada leyendo un libro. Se sentó en el sofá o más bien se dejó caer.
—¿Qué lees?—, preguntó curiosa.
—Un libro.
¿En serio mamá? Mel puso los ojos en blanco.
—Sé que es un libro. De qué trata.
Le enseñó la portada.
"Todos los hombres son iguales. Autor Lucía Nader".
—Deberías leerlo haber si así entiendes que el amor no existe. Solo es un espejismo de lo que nunca vamos a tener. El "felices para siempre" es la creencia de las tontas y me parece que tu no lo eres. No empieces a comportarte como tal.
"Mi madre solo te anda diciendo estupideces Mel" se acordó de Andros. Por alguna extraña razón Mel empieza a creerlo también. Su madre está haciéndole más mal que bien.
—Quizá estés equivocada mamá. Algunas relaciones tal vez no funcionen, pero eso no significa que todas serán iguales.
Es la primera vez que Mel le lleva la contraria. Su mamá se le quedó mirando enojada.
—No sabes nada de la vida niña.
El término "niña" empieza a fastidiarle también.
—Yo solo digo que no todos terminarán buscando una amante como mi padre. Por lo tanto creo, que no todos son iguales.
Emma Forbes fulminó con la mirada a su hija. Mel pensó que es posible que ahora la ponga en su lista negra a partir de hoy.
—Aún te falta mucho por aprender —, le dijo su mamá y siguió con la lectura de su libro.
Mel entendió el mensaje. La conversación ha terminado.
—Nos vemos mamá.
Su mamá apenas y levantó la vista para verla. Mel salió de la habitación y se dirigió a la suya. Son más de las 7:30 de la tarde. El vuelo de Andros está por salir.
Mel entró a su habitación y se acostó pensando en una y mil cosas. Sobre todo en ellos. Se pregunta cómo será Niky. Recuerda que antes de los dieciséis años era una jirafa con su 1.78 de estatura. Ella medía 1.64 y todavía Mel creció 6 cm más y llegó a lo 1.70 cm. La Niky que recuerda físicamente era muy guapa. Debe estar igual. Y ni hablar también de su personalidad, pues tenía mucha carisma con las personas. Es el tipo de gente que encaja en cualquier círculo de amistades. Su personalidad resultaba bastante envolvente. Por algo a su hermano lo trae loco. Menudo idiota, se va a dar un costalazo todavía peor que el que ella se dio.
Después de dedicar parte de su tiempo pensando en ellos se fue a bañar. El agua se sintió de maravilla y cuando salió a escoger que ponerse fue un dilema. Generalmente en sus salidas nocturnas selecciona un vestido sexy sin llegar a lo vulgar y listo. Pero hoy no va a ese tipo de salida. Solo quiere ir a dar una vuelta, pasarse por la playa, caminar un rato por la calzada y sentarse en un buen restaurante disfrutando la vista.
Mel tomó unos pantalones ajustados de vestir color negro y una blusa de tirantes negra también. Buscó una blusa de razo color dorado y se la puso encima. Seleccionó unos zapatos corte stilettos dorados de 10 cm.
Después de arreglarse el pelo y ponerse poco maquillaje, agarró su bolso y salió a la cochera. Sin pensarlo dos veces se dirigió al auto de su papá.
Su madre no puede disponer de ellos porque uno es de Mel y los otros autos de Andros. Hoy será el día que Mel tomará posesión del deportivo negro. El mismo que dijo iba a oxidarse ahí parado.
Se subió. Los recuerdos la golpearon fuerte. Si bien nunca se había subido antes es como revivir momentos de él. Ese auto lo compró como medio año antes que muriera. Ella solo lo vio manejándolo una vez y se veía mas joven. Después se lo llevó a Los Ángeles y lo trajeron el mismo día que llegó su cuerpo.
Sí, seguramente Jessica y Niky lo manejaron. Tal vez debió desinfectarlo antes. Lo encendió y enseguida sintió la potencia del motor. Apretó el botón del control automático para levantar el portón y pisó el acelerador para salir.
En la ventana de su habitación. La señora Emma observó cuando salió Mel conduciendo el auto. Se da cuenta que algo está cambiando en ella, y no le gusta en lo absoluto.
Mel como otras veces vio a Will salir de su casa también. No va solo y lo acompaña una chica. Él la toma de la mano y sonríen.
Will levantó la mirada y observó el auto que salió de la casa de Mel. No vio quien lo conduce, pero supuso es ella, porque la mamá raramente sale. Es un excelente carro lo admite. Ella realmente le gustaba.
Mel observó que Will mira con atención el auto. Pudo ser pero no fue, pensó. Y todo gracias a ella y sus estupideces.




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