Atrapada

11 —Alemania Ahí Nos Vemos

Una semana después...
Son más de las tres de la tarde cuando Mel y Volker aterrizaron en Fráncfort, ciudad natal de Alemania, ubicada en el río Meno, siendo un lugar importante en el núcleo financiero y empresarial que también fue el lugar de nacimiento del famoso escritor Johann Wolfgang Von Goeth.
Al salir del aeropuerto los espera una limosina color negro y un par de flashazos la tomaron desprevenida, y luego una lluvia de preguntas de una chica que parece reportera y otras personas más.
—¿Señor Volker, la hermosa chica que lo acompaña es su novia? ¿Cómo se llama? ¿Piensa formalizar su relación? ¿Es algo serio? Porque es la primera vez que se presenta en público con alguien, después de su divorcio. ¿Su ex conoce esta relación? ¿Qué opina su madre al respecto?
—Ignóralos—, le dijo Volker sin soltarle la mano.
Mel se siente confundida. Sabe que tiene dinero porque se ve en su forma de vida, pero ser bombardeada con preguntas de ese tipo la está sofocando. Y los fotógrafos la están estresando. El chofer ya tiene la puerta de la limusina abierta y Mel entró rápidamente, detrás de ella Volker.
—¿Qué fue todo eso?
Interrogó a Volker una vez dentro. Él suspiró, abrió el refribar y se sirvió una copa tomándose casi la mitad de un trago. Después le ofreció una a ella también. El chofer le preguntó algo y Mel no entendió nada, lo cual la molestó mas.
—¿Sabe hablar inglés, francés? Porque yo no sé alemán.
Hasta dónde Mel sabe el idioma inglés forma parte del idioma extranjero que enseñan en muchas escuelas. Tiene entendido que también el francés en muchos países de Europa. Espera que el chofer no tenga inconveniente en usar cualquiera de los dos.
—Otto, Puedes hablar en inglés—, le pidió Volker.
—¿A dónde me dirijo sr. Volker?
—A Klosterhof.
Mel siguió mirando a Volker esperando una respuesta del porqué se sintió como actriz con tanto flashazo. Pero definitivamente no sería de Hollywood, sino más bien porno si se van a su historial.
—¿Alguna vez te platicó Will sobre nuestra familia?
—¿Algo de lo que deba preocuparme?
Volker negó con la cabeza.
Mel debería sentir alivio que no fueran traficantes o de la mafia organizada, porque realmente no sabe mucho de su familia. Solo que su padre es alemán, su mamá también y les ofrecieron trabajo en Estados Unidos cuando recién salían de la universidad. Y que su familia en Alemania es adinerada, Will lo es.
Ahora Mel piensa que si hay algo que saber, seguramente su madre hizo una investigación a fondo sobre sus nuevos vecinos, y si hubiera encontrado algo tenebroso le habría dicho. O quizá no y sólo esperó el momento en que Will la dejara.
—Solo se trata de nuestro apellido, ya que en tiempos donde aún existían los títulos nobles nosotros éramos una de las familias más importantes de Alemania. Claro que ahora con el actual régimen político de la democracia constitucional, todos los privilegios de la nobleza dejaron de existir desde hace casi cien años. Sin embargo aún damos mucho de qué hablar, y la prensa siempre está detrás de nosotros buscando una nota que ofrecer para entretener a las personas sobre la escandalosa vida social de la que fuera la clase “noble” en el tiempo de los reinados.
Mel poco sabía de los “ títulos de la nobleza”, porque son pocos los países europeos en los que hoy en día sigue en uso el sistema de las monarquías. Quizá el más conocido son los reyes y príncipes de Inglaterra, España, Mónaco, Dinamarca y unos pocos más.
—¿Eres un príncipe acaso?
Sonrió.
—Hubiera sido un Duque, pero afortunadamente solo soy Volker Von Fellner, y desgraciadamente no he podido quitarme la prensa de encima ni el apellido. Will hubiera sido un príncipe heredero, y su papá igual.
Mel abrió tanto los ojos que a Volker le dio un poco de risa.
—¿Eres descendiente de algún Zar?
Volker asintió.
—Von Fellner—, repitió Mel en voz baja—. Algo leí acerca de la preposición Von.
—Se usaba para distinguir el apellido noble. Cosas de antes.
Mel suspiró, personas persiguiéndola por estar con él no estaba en sus planes. La idea fue pasarse un buen rato. Él le agrada y le gusta, pero gente preguntando si es su novia o algo serio ya no le gusta nada, además nadie preguntó si ella era la próxima en turno, una aventura más y eso le gusta menos todavía, porque tal vez Volker no es como ella piensa, y eso le da miedo. Además es el tío de Will, y no es como si le importara tanto, pero sin duda esto se va a saber entre toda su familia. Will le contó que la mayoría de su familia vive en Alemania.
—¿Y vives en un castillo?—, preguntó divertida.
—Yo no. Mi madre vive en un palacio. El Palacio Fellner. Construido hace más de 150 años y remodelado constantemente. El mantenimiento es realmente caro, pero hemos llegado a la conclusión que otras más generaciones pasaran por él y seguirá en pie.
Mel alzó las cejas.
—Will nunca me platicó sobre eso.
—Quizá no lo vio importante. En Estados Unidos nadie sabe quiénes somos, sin embargo aquí es de locos.
¿Importante? Mel se rió.
—¿Y así es tu vida siempre? Me refiero a gente detrás de ti expiándote todo el tiempo.
—No siempre, pero si muchas veces. Es fastidioso.
—No sé si quisiera tener tu vida. Resulta abrumador.
—Lo es, créeme.
—Y yo que pensé me la pasaría tranquilamente.
—Siento no haberte dicho antes. ¿Estás molesta?
—Creo que ya no tanto. Al principio me sentí aturdida, y sí, me molesté. Además me pregunté quién eras para que te recibieran así. Una experiencia con alguien de la nobleza no está mal considerando que bien pudiste haber sido un mafioso—. El comentario le dio risa a Volker y Mel se rió con él.
—Vamos a almorzar entonces.
Mel tiene tres días para disfrutar la ciudad bastante desarrollada. Los edificios son enormes y tienen mucho parecido con los rascacielos de Nueva York.
—Aquí es la avenida Flughafen, es una de las más importantes de la zona, ya que va por toda la orilla del río Meno y ofrece una ruta larga de cosas atractivas que ver.
Mel quedó fascinada con la ciudad, si que es hermosa. Ya se la puede imaginar de noche. Ella está maravillada.
Y luego llegaron al restaurante y la comida estuvo deliciosa. Afortunadamente la carta del menú viene en inglés también, y no le fue difícil escoger algo que sonara conocido.
Salieron como a las cinco de la tarde del restaurante y sintió el cambio del clima. El atardecer se hizo notar y empezó a hacer frío. Lo bueno que va preparada para los cambios del tiempo ya que Volker le advirtió sobre los cambios bruscos en la temperatura, así que llevó dos maletas de viaje bastante cargadas. Trae de todo y eso la hizo recordar a Jessica la madre de Niky que solía decir “hay que ir preparada, uno nunca sabe”. Ahora sabe cuales eran sus destinos de viaje a los que siempre iba preparada.
—¿Te gustaría conocer la casa de Johann Wolfgang von Goethe? Actualmente es un museo. O podemos ir a la Catedral de San Bartolomé. Ambos nos quedan de paso aunque no creo nos dé tiempo de ir a las dos.
—La casa del escritor Johann Wolfgang von Goethe. En alguna introducción de la carrera lo mencionaron. Estudió Derecho pero se interesó por la literatura y fue precursor del Romanticismo alemán. Hay un extracto de Napoleón Bonaparte donde asegura haber leído una de sus obras más de ocho veces. También fue un político notable en Alemania y parece que hizo de todo. Fue empresario, poeta, crítico. Se convirtió en el paradigma del ideal europeo basado en la cultura y en la curiosidad universal de su época.
Y entre plática y comentarios llegaron al museo. Intercambiaron ideas, pensamientos sobre política, cultura, historia. Y por primera vez en muchos años se sintió solo Mel.




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