Atrapada

14 —Descubriendo Verdades

Andros sigue enojado con Mel. Tres semanas desde que se acostó con Rox y casi ni le habla. Sus respuestas a sus mensajes son: estoy bien, sale, como quieras. Parece que se ha propuesto ahorrar palabras. Así que cuando va a sesión se queda en casa de su simpática madre. Rox ya no va con ella porque con toda la pena la mandó prácticamente a la fregada. Si logra reconciliarse con Andros que bien por ella, pero de su parte ya no se hará más.

Mel supo que Andros viajó a Los Ángeles unos días después que se acostara con Rox, seguramente para intentar reconciliarse con Niky, y al parecer no lo había logrado. Realmente ya no sabe si la odia por haberle puesto el cuerno a Andros, porque si a él no le importó y aún así la buscó, a ella menos debería importarle.
Además algo en su manera de ver las cosas está cambiando. Las malditas sesiones están causando cosas en sus sentimientos, y el vacío que siente se hace más pequeño, y la necesidad de acostarse con alguien no son las mismas.
Su último encuentro fue con Volker, y para ella ya no fue un extraño, sino alguien con quien se la pasó muy bien. No necesita de encuentros para estar bien.

Mel llegó a Nueva York, salió del aeropuerto y tomó un taxi para ir a casa de su madre. Cada vez la ve peor.

Mel necesita hablar con Andros, pero no le contesta las llamadas, apenas y se toma tiempo en los mensajes. Está muy enojado, así que tendrá que esperar se suavice un poco. Él tampoco se ve muy bien. La ruptura con Niky le ha calado hondo y a ella le preocupa.

Ella llegó a casa de su madre y como es de esperarse está en su habitación. No subió a verla y se dirigió directo a su cuarto. Al poco tiempo salió y bajó por las escaleras. Siente la casa vacía. Sin vida, y sin pensarlo entró al despacho de su papá, y se sentó en el sillón donde muchas veces la puso en sus piernas para contarle cuentos. Una lágrima rodó por sus mejillas, luego otra y otra hasta que terminó llorando.
Desde la sesión con la doctora Jordán no lo había hecho.

Pensó en todas las cosas que han cambiado desde el día que se enteró que Jessica era su amante. Esa era la razón de las peleas con su mamá: él ya no la amaba desde mucho tiempo atrás. Mel pensó en las posibilidades, que si Niky no lo hubiera sabido desde antes, todo habría sido diferente. Ambas hubieran sido engañadas. Pero su disque amiga lo sabía y lo fingió.
Mel dejó de pensar en ella y siguió recordando momentos lindos con su papá, hasta que escuchó voces en la otra sala. Le extrañó un poco porque su madre no suele recibir visitas, así que salió a ver quién era. Se quedó en shock al ver que es tu tía Helen, la hermana de su papá y que todos saben no se lleva con su madre.
Se saludaron con entusiasmo. Y su tía le dijo que venía hablar con su mamá. A Mel se le hizo extraño, y hasta se ofreció a llevarla a la habitación, pero la tía dijo que no se preocupara y quedaron que después irían a tomarse un café.
A Mel le tomó una fracción de segundo tomar la decisión de ir a escucharlas. No hace ese tipo de cosas más por educación que por curiosidad. Y hoy la tiene. Así que subió por las escaleras y caminó hasta la puerta de la habitación de su madre. Pegó el oído lo más que pudo y pidió que se oyera bien.

Y ahí estuvo los siguientes minutos, atenta a lo que aquellas dos mujeres se dicen. Y Mel no puede dar crédito a lo que escucha, de las cosas que se está enterando.
Ahora está bastante nerviosa con las manos en la boca, pues ha escuchado que su madre está admitiendo todo de lo que su tía la ha acusado.
De la impresión y sorpresa, pasó a decepción, y luego enojo, dándose cuenta que las reacciones de su madre han sido una farsa bien jugada para poder manipularla. Hacerse pasar por víctima le funcionó con Mel sin importarle el daño que le causaba. Andros tiene razón y no es que ahora justifique a su padre, y su amorío, pero las razones se ven más claras.

Mel se alejó de ahí. Cuando su tía Helen bajó se fueron al café. Mel condujo hasta llegar a un lugar que frecuenta y se sentaron en unas de las mesas con vista al mar.
Mel no se anduvo con rodeos. Mejor ir al grano.
—Escuché lo que le dijiste a mi mamá.
La tía Helen sonrió.
—Yo hubiera hecho lo mismo Mel, si la tía que no puede ver a mi madre va a visitarla.
—Lo siento, fue sin querer.
—No lo sientas y sabemos que no fue sin querer.
Ambas rieron.
—Lo admito. Fue extraño que fueras a verla. No puedo creer que haya sido capaz de hacer eso.
—Tu madre es una caja de sorpresas Mel.
—¿Cómo te enteraste? Lo de mi padre y su novia.
—Perdí contacto con Kayla, porque hasta yo me decepcioné de ella y dejé de hablarle. Pero muchos años después me la encontré y platicamos hasta que surgió el tema. Y ahora sí le creí, y luego platiqué con tu papá y creo que también él empezaba a creer que todo había sido un engaño. Además las cosas ya no iban bien con Emma, y aquello terminó por distanciarlos.
—Nunca me di cuenta de la tensión entre ellos. Digo no a ese grado.
—Eras una niña, incluso siendo adolescente es difícil percibir los problemas de los adultos, y bueno tu madre es la reina de la farsa. Además es tan inexpresiva. ¿Seguro que es humana?
Se rieron.
—Mi hermano cree que no. ¿Siempre ha sido así?
—Desde que la recuerdo sí.
—Yo también. ¿Vas a decirle a Andros?
—Por supuesto. Y sé que me va a creer. No necesito comprobarlo como piensa Emma.
—¿Y se lo dirás a Niky también?
—Si tengo que hacerlo lo haré. Aunque eso es asunto entre ellos, y tuyo por supuesto. Por ti Roxanne se coló en la fiesta a la que no fue invitada.
—Estás haciéndome sentir culpable.
—Claro que lo hago. Tú y Nicole se merecen otra oportunidad Mel, y me parece que ya fue suficiente con tantas mentiras. Tu padre no mintió cuando te dijo que ella tampoco sabía nada del amorío que tenía con Jessica.
Entonces a Mel se le vino algo a la cabeza, algo que no había pensado antes.
—Tú siempre lo supiste—. No era una pregunta, ni un reproche, sino una afirmación.
—¿Qué?
—Que Jessica era su amante.
La tía Helen bajó la cabeza
—¿Vas a odiarme?
—Ya para que—. Dijo Mel y sonrió—, jamás podría odiarte tía Helen.
—Lo siento. Admito ser una egoísta porque nunca pensé en los sentimientos de tu madre.
—¿Y en nosotros?
—Antes no lo hubieras entendido. Ahora no lo sé, pero Andros amó a Jessica y claro que no querían hacerles daño, pero Emma siempre se lo puso difícil. Esa necedad por no darle el divorcio. Mel, debes saber que el divorcio se lo pidió cuando Jessica no era su amante, cuando le dije los de Kayla. Desde entonces se distanciaron, pero trataron de sobrellevar las cosas por ustedes. Y bueno Emma tampoco quería el escándalo y que la "sociedad" se enterara. Entonces tú papá comenzó a ver a Jessica de otra forma. Le empezó a gustar. ¿Quieres que siga?
Mel asintió.
—Empezó a gustarle. En una ocasión que fue a verme me platicó y yo siempre supe que tarde o temprano él terminaría fijándose en otra mujer, así que no me sorprendió. Tú padre no fue mujeriego Mel y te aseguro que antes de Jessica jamás supe que le fuera infiel a Emma. Y cuando éramos jóvenes no fue ese tipo de hombre.
—Para mí siempre fue un matrimonio perfecto, admito que un poco raro, pero pensé que se debía al carácter reservado de mamá.
—Emma desde que la conozco ha sido complicada, y su distanciamiento originó que con el tiempo dejaran de intimar como pareja, y luego entre Jessica y él pasó lo que ya sabemos.
—¿Cuándo te lo dijo?
—Enseguida, pero fue porque me di cuenta que estaba diferente, más animado y empecé a sacarle todo. Y yo.... me sentí feliz por él. Y también sé que Niky no sabía nada. Y si había más personas que lo sabían, era James y yo. Y me consta que intenté decirte todo antes.
—Y yo te di un portazo esas veces que lo intentaste, diciéndote que no te metieras en lo que no te importaba.
La tía Helen se le quedó mirando y siguió hablando. Lo siguiente que le dijo jamás se lo hubiera imaginado.
—Debes saber que tu papá estaba enterado de los problemas por los que estabas pasando, y que aún pasas.
Mel sintió que se le fue el aire.
—¿Cómo?—, preguntó incrédula.
—Sobre las drogas, el alcohol y… lo otro. Y por más que quiso no pudo acercarse a ti. Andros no sabía que hacer cuando empezó a darse cuenta que tomabas. Me contó sobre eso y decidimos buscar apoyo en tu hermano. Yo lo acompañé a Boston para hablar con él, y aunque también estaba molesto con tu papá jamás se hubiera negado ha ayudarte. Tu hermano tiene un efecto bueno en ti y tu papá lo sabía, y estaba seguro que a él si ibas a escucharlo.
—Andros nunca me dijo nada. Siempre pensé que se había dado cuenta enseguida porque me conocía y sabía que algo pasaba.
—Lo que te cuento Mel no es para que lo mal interpretes o lo tomes mal. Y si te lo digo hasta ahora es porque estoy viendo un cambio positivo en ti y necesitas saber todo. Tu padre nunca dejó de pensar en ustedes y no tienes idea de la impotencia y dolor que le producía ese distanciamiento—. Mel tiene mucho que asimilar, tantas cosas que se sienten ajenas a su vida y tan relacionadas a la vez—. Estoy segura que tu hermano se hubiera dado cuenta también a la primera que te viera sin que tu padre le hubiera dicho antes.
—Así que mi padre sabía.
—Y trató de acercarse todo el tiempo. ¿Lo sabes verdad?
Sí, lo sabe. Y cada ves recibió un portazo de su parte, una grosería, un desplante.
—Andros casi pierde el año por mi culpa.
—Y tu padre tuvo que mover varios hilos para que lo dejaran presentar exámenes fuera de tiempo. También aumentó las donaciones para los programas de becas y con tu escuela llegó a un acuerdo para que pudieras graduarte. La construcción del ala éste fue pagada por él. Soborno, tráfico de influencias, llámalo como quieras. El dinero mueve varias cosas.
La tía Helen sonrió a medias.
—Ahora sé porque entré a Harvard.
—En eso no tuvo nada que ver. Ingresar a Harvard es mérito propio. Te aseguro que ahí si no podía hacer nada.
Eso ya era algo. Pero lo demás la tenía en shock. Quería llorar. Y sí, siempre se preguntó porque su padre no cuestionaba que Andros viniera entre semana y pues llegaba a la conclusión que era porque no le importaban. Menuda idiota todo lo ha interpretado mal.
—Si ahora lo sabes no es para que te sientas culpable o te preguntes porqué nunca te lo dijo, o te hagas otros cuestionamientos. Hay muchos porqués y muchos hubieras y ya nada va a cambiar.
Eso mismo lo escuchó de la doctora Jordán.
—¿Mi madre lo sabía?
—Muchas veces pienso que sí. Aunque no lo sé.
—¿Nunca te comentó algo mi papá?
—Ellos no se hablaban.
—Tú y mi papá se entendían muy bien. ¿Alguna cosa que te haya dicho?
—No diré lo que no sé. Pero sí lo que pienso. Y pienso que Emma tiene una noción bastante clara de los problemas por los cuales pasas, y que simplemente no le importa, y aparte te mete ideas.
Mel se quedó callada pensando. ¿Tan tonta ha sido que todos se dan cuenta menos ella? Agarró un cubierto y se puso a jugar con él, mientras no le cabe en la cabeza como su madre puede hacerse la occisa ante semejante comportamiento.
Mel suspiró.
—¿Cómo llevas la muerte de papá? Muchas veces pienso en él y se abre un vacío enorme.
La tía Helen tomó la mano de Mel.
—Lo extraño demasiado. ¿Sabes? Tú y Andros me recuerdan mucho a la relación que tenía con tu papá. Su muerte ha sido tan difícil de superar que ni siquiera consigo hacerme a la idea que ha muerto. Es como un sueño del que pienso algún día voy a despertar y él va a estar ahí para abrazarme.
Sin evitarlo las lágrimas vinieron y la tía Helen empezó a llorar. Mel también lo hizo. En ella no solo es la tristeza, sino la culpa.
—Lo siento Mel—, le dijo su tía poco más calmada.
Mel piensa que tal vez la tía Helen cree que no quería a su papá, y ella también llegó a pensarlo hasta que murió y su ausencia le caló hasta el alma, y desde entonces no hay día que su recuerdo no pase por su mente. Y la culpa, esa maldita culpa le pega horrible.
—Quiero dejar todo atrás y empezar de nuevo, pero es tan difícil porque nada es igual. ¡Y el tiempo, el maldito tiempo no se puede regresar! Ni las cosas que uno hace, o dice. Quisiera abrazarlo o darle un beso, decirle que lo quiero. Salir a correr juntos o que me lleve de compras y se quede sentado durante horas, aunque a veces se durmiera. No puedo cambiar nada tía y quisiera cambiarlo todo después de ese día.
—Mel. Tu padre te amaba como no tienes idea.
—Lo sé.
De eso no tiene duda ahora. Mel se puso a llorar nuevamente.
—Y sé que tú igual Mel, sin embargo vas a tener que sobrellevar está situación y salir adelante. Lo que haces, ir a las terapias te ayudará. Ábrete con la doctora, saca todo lo que llevas hija y sigue tu vida. Hazlo por tu papá, porque si algo lo hubiera echo tan feliz, es ver que tu también lo eres.




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