—Mel…—oyó que Andros le llama mientras está tocando la puerta.
—Pasa—, le respondió y se tapó nuevamente la cara con la colcha.
—Levántate floja que me vas a llevar al aeropuerto—, le dijo Andros mientras la zangolotea en la cama.
—¿Qué hora es?
—Las seis de la mañana.
—¿Estás loco? Aún me faltan como diez horas de sueño.
—Mi vuelo sale a las ocho, y no tuve la culpa que ayer quisieras extender la noche hasta las dos de la mañana. Estoy marcando a la línea de taxis y el más cercano está a media hora. Y no me digas que baje y tomé uno porque yo solo me subo a taxis de sitio.
Mel se sentó en la cama y lo miró.
—Eres guapo, por eso las traes babeando—, dijo sonriendo. Se ve impecable. Le recuerda mucho a su papá.
No queriendo Mel se levantó porque sino se apura se le hará tarde a su hermano.
—Solo quiero traer babeando a una—, comentó cuando Mel entró al armario para cambiarse rápido.
—Y lo haces, de la misma forma que tú vas dejando un charco cuando la ves o hablas de ella, como ahora. Espera, voy a ir a secar tus babas—. Andros puso los ojos en blanco y sonrió.
—Es hermosa. Su forma de ser me enamora. Bueno cuando se enoja se pone de los mil demonios. Cómo tú.
—Que bien porque alguien tiene que ponerte en tu lugar —, le dijo a las risas al mismo tiempo que sale—. Estoy lista. Vámonos... Andros...— él se le quedó mirando ante el tono de su voz, sabiendo que viene algo serio— ¿Qué tipo de fotos tomó Roxanne? —, soltó por fin.
Se puso tenso levantándose de la cama y caminando hacia la puerta. Mel pensó que no le iba a responder.
—Vamos y te cuento en el camino—. Ella lo siguió y él continuó hablando—. Fueron tres las que le mandó a Niky. Dos en la cama donde me está abrazando y parece que estoy dormido. Y otra donde se ve que voy saliendo del baño completamente desnudo.
—¿Y no recuerdas nada?—. Él Negó. Siguieron caminando hasta llegar a la puerta de salida y se dirigieron al elevador. Mel continuó—. No sabría decirte qué pasó detrás de las puertas de tu cuarto, pero anduviste molesto desde que me viste llegar con ella al bar, todo ese tiempo anduviste distante, de la misma manera que cuando llegamos al departamento no dejaste que te ayudáramos entrar a la recámara. Desde ahí debí haber captado el mensaje para irnos. Sé lo que es perderte en el alcohol y no saber nada, lo que sientes después es peor. La principal razón por la cual dejé las drogas y el alcohol fuiste tú. Pero despertar en condiciones que ni te acuerdas como llegaste a ellas es horrible. Sé que te incomoda hablar de mis asuntos, porque siempre evitas usar palabras precisas sobre mi comportamiento, pero debes saber que te entiendo y sé lo confundido que estás.
Mel no había tocado el tema de las fotos porque Andros lo evitaba, además que lo encabronado le duró por bastantes días.
—A veces pienso que no pasó nada.
—¿Por qué?
—No se como explicártelo—. Mel alzó las cejas.
—No soy una virgen, pura y casta. Sé como funcionan las relaciones sexuales, porque me he acostado con tantos hombres que ya hasta perdí la cuenta. Y no me siento orgullosa de decirlo pero es la verdad.
Andros cerró los ojos y apretó la mandíbula. No hay asombro ni sorpresa en su rostro porque él siempre lo ha sabido, y Mel se daba cuenta de la impotencia por no poder hacer mucho al respecto. Encadenarla tal vez y regañarla.
—No me refiero a tu experiencia—, contestó irritado.
—Entonces explícate.
Llegaron al auto y le dio las llaves. De esas raras veces que andando con él la deja manejar.
—Cuando desperté no había rastros de que pasó algo. Estaba como si no hubiera usado, ya sabes. Supuse fue por el preservativo, el cual nunca encontré, pero aún así quedan rastros y yo no tenía nada.
—¿Eso es lo que no podías explicarme? Que no había semen, pelos, que sé yo. En serio Andros actúas como una vieja recatada.
Mel se rió y él esbozó una leve sonrisa. De recatado está segura que no tiene nada, ha de hacerle bien la chamba a sus novias pues donde siguen atrás de él.
—No es eso. No me gusta hablar de mis intimidades contigo.
—Como si fuera cosa del otro mundo. Además no quiero detalles.
—Eres mi hermana menor por cierto.
—Ahh, entonces si fuera mayor sería diferente.
—Tampoco. Me siento incómodo.
—A mi también me gusta el sexo, aunque últimamente está nulo. ¿Puede uno volverse virgen otra vez por falta de uso?
—Ya cállate—. Ella se rió—. Mel debes tomar las cosas en serio. El sexo es magnífico lo sé pero no vas por ahí acostándote con uno y con otro. ¿Eres ninfómana acaso?
Mel se le quedó mirando seria. Andros a pesar que siempre le dice que necesita ayuda, no suele profundizar en el tema sobre con quienes se acuesta su hermana, aunque todo el tiempo le dice que está mal tener tantas parejas, y no solo por la inestabilidad sino por la cantidad de enfermedades que existen, y que un embarazo sería lo de menos, porque a lo que debería tenerle miedo es a contraer sida por ejemplo. Mel siempre usa preservativo. Pero no fue así en el tiempo que se drogaba y alcoholizaba.
Mel negó a la pregunta que si es ninfómana.
—Según la doctora Jordán no soy ninfómana. Muchas veces sólo lo hago porque si, lo cual suena estúpido, porque ni siquiera es por ganas—. Él alzó las cejas. Es una confesión demasiado íntima y Andros no supo como actuar. Está incómodo Mel lo sabe. Continuó—. El comportamiento sexual compulsivo está más relacionado con situaciones en la vida que te impulsan a querer perderte de la realidad. Hay personas que comen y comen hasta saciar la ansiedad, otros buscan pleitos, unos más acumulan cosas, yo busco sexo. Ahora que lo digo se oye tan tonto. Tan vacío. Así se siente también.
—No supe como ayudarte.
—Lo haces Andros. Siempre has estado para mí, lo sabes. Sé que papá te buscó para que me ayudaras, no tiene mucho me lo dijo la tía Helen y si no lo hizo antes fue porque bueno a ella también le di de portazos y al final decidió que tarde o temprano entraría en razón. De la misma forma que tú me lo has dicho. Y también estoy segura que si mi padre no te lo hubiera platicado, te habrías dado cuenta que andaba metida en el alcohol, las drogas y me hubieras ayudado. Mis constantes salidas te encabronan y todo el tiempo me has dicho que necesito ayuda y aunque tampoco lo dices sé que odias te digan que soy una puta, pero al final entendiste que no puedes andar por ahí golpeando gente por lo tonta que es tu hermana. Y he odiado tanto a la señora Jessica, cuando aquí la única zorra he sido yo.
Mel pensó en ella, la amante eterna de su padre. La mujer que él amó. A la que tanto odió ella.
—Que hayas aceptado ayuda es bueno. ¿Cómo vas con las sesiones?
—Jordán es jodidamente buena. Estoy sacando muchas cosas de las que pensé no podría hablar jamás.
—Estoy orgulloso de ti. Nada me hace más feliz que saber lo estás intentando. Que sales adelante y sobre todo que puedes dejar lo que te hace daño.
—No se que haría sin ti Andros.
—Supongo que soportar la compañía de mamá. ¿Has hablado con ella?
—No me contesta las llamadas.
—No me lo tomes a mal, pero es lo mejor.
—Ahora lo sé.
Llegaron al aeropuerto y se dirigieron directamente a la entrada de la sala de abordar.
—Pues hasta aquí llego yo. Espero todo se resuelva con Niky, porque es una cabeza dura.
—Se parece a ti—, le dijo Andros. Mel le dio un codazo en las costillas y de su boca salió un ¡ouch!—, perdón se me fue la mano.
—Eres una salvaje
—Que sensible, debiste ser mujer.
—Eres una fastidiosa.
—Pero soy tu hermana a quien adoras.
—Por eso te aguanto, y ya me voy que pierdo el vuelo.
Andros le dio un beso.
—Me la saludas.
—Seguro me va dar un portazo en la nariz.
—Lo más seguro que sea otra cosa. Ten el numero a la mano por si tienes que llamar a los bomberos—, dijo Mel y se dio la vuelta antes de verle la cara mientras se va a las risas.
Editado: 01.05.2025