—Bienvenidos a esta gran noche, hoy conoceremos a nuestros afortunados concursantes—Leía con entusiasmo la rubia el teleprompter frente a ella en su ajustado vestido de lentejuelas rojas brillantes.
—Hoy vemos el nacer de nuevas estrellas, las estrellas del amor, las medias naranjas se completan, el amor triunfa y con la ayuda de nuestros expertos en el amor, haremos que lo que parece imposible, el amor verdadero, sea posible. Con ustedes. La pareja dorada.
—Lía y Elián—Los jóvenes enamorados saludaron con una enorme sonrisa a la cámara con sus lentes no recetados, sus manos tomadas fuertemente y su ropa estrambótica que revelaba su verdadera edad. Algo era cierto de esta pareja, eran tan unidos que al verlos juntos podrían considerarse siameses y lo que ellos no sabían era que esa era precisamente la manera en la que la gloriosa Rubia se refería a ellos, cuando le enojaba su presencia y por consiguiente todo el equipo había adoptado este apropiado apodo para referirse a ellos.
La rubia contuvo la mueca que le provocaba cada vez que veía a este par de hipócritas eruditos que hace poco habían logrado dejar de usar el pañal.
—Y la joven Inés.
La chica, con una nariz rosada, ojos acuosos y lagrimeando, saludo a la cámara, con una mirada muy seria. Para ser sinceros, la rubia no se tomó la molestia de darle un apodo intrincado a esta joven, ella era la vieja de los gatos, sin adornos o sobre analizarlo demasiado.
Luego el hombre de la cámara frente a ella le hizo una señal para que se preparara para salir de nuevo en cámara, la rubia se acomodó sin problema en una pose que resaltaba su figura y ocultaba sus defectos, ubicados por su mejor ángulo, hizo un movimiento con su mano para resaltar su presencia. En su mente diciendo “Agradezcan que esta mamacita los acompaña”. Y su anfitriona Rubi.
Los antes apagados aplausos se alborotaron, de repente, el sonido de los alaridos y gritos era tal que no podía escucharse nada más, Rubi dio un par de vueltas para mostrar su belleza y su regocijante presencia, ella nunca fue una persona recatada.
Tras bambalinas, Lerato observaba el espectáculo que daba la rubia. Tan presumida como esperaba, estaba analizando que actitud debía tomar. Como debería ser ante el público. Lena se acercó torpemente a ella y la toco en el hombro.
—Yo… miedo—dijo señalándose con inocencia.
Esta niña tenía todo resuelto, apenas apareciera el público, la iba a amar, eso era molesto para Lerato, pero nadie podría odiar a alguien tan inocente.
Las mujeres y los hombres habían sido separados después de la gran boda. Se les había asignado una enorme habitación con 10 camas, un baño y una pequeña cocina, casi como una pequeña prisión donde debieron permanecer dos días. Lerato había estado un poco intrigada respecto a porque esta rubia oxigenada la odiaba tanto y la había destinado al fracaso incluso antes de iniciar el juego. ¿Cómo podría llegar al final con un marido gay?
Lena se sostenía a ella temblando. Lerato la consoló acariciando su cabeza.
—Lo harás bien.
Lena no entendió así que simplifico sus palabras.
—Tú—La señalo. —Ok. Bien—.
Lena sonrió y como una pequeña, cuando la llamaron corrió entre saltos al escenario.
Lerato seguía pensando sobre su prometido, el hombre ni siquiera fue capaz de darle el beso que sellaba el matrimonio, ¿qué se suponía que iba a hacer con … Eso?
Poco a poco las concursantes fueron pasando, mientras Lerato las observaba atentamente, gestos, palabras, actitudes, todo era fríamente evaluado en su cabeza. Ella quería aprender de sus errores. Algo que no podía negar es que la rubia era increíblemente absorbente en la pantalla, ¿como se supone que iba a resaltar con una mujer de esa apariencia a su lado?
Las concursantes habían llegado de todas las partes del mundo, ahora entendía por qué el mal humor de la rubia. Ninguna tenía nada especial, por lo menos así lo veía Lerato, todas parecían muy entusiasmadas con la idea de encontrar a su hombre ideal el amor de sus vidas. Como buena competidora, Lerato hizo investigación de campo el día anterior y que mejor para eso que una buena y amigable comida, algo dulce siempre es infalible.
—Eres increíble Lerato, como lograste preparar esto en esa cocinita—Dijo una de las chicas Kiara de Australia. Que se abalanzó sobre la tarta rápidamente.
—Serás una excelente esposa—dijo Aurora de Italia. —Tenemos que compartir recetas, no has probado la pizza si no has ido a Italia, estos americanos creen que la basura que comen es comida, vergüenza debería darles—.
—No tienes que ser tan directa con tu disgusto por mis raíces—Dijo Jasmine la Americana tomando un bocado de su postre
—¿Y qué tú eres la única americana aquí?—Refuto Luciana de brasil con una mirada muy seria.
Jasmine no sabía qué decir…
—No … Yo, no digo que tú… es que… no es que tú no … seas—.
En ese momento las mujeres compartieron una mirada de complicidad entre ellas y luego soltaron una fuerte carcajada
—calma amiga—Dijo Luciana con un sonoro acento. —Solo estoy jugando.
Una de las mujeres interrumpió.
—Lerato-sama es una increíble chef, espero tener la fortuna de comer tu comida de nuevo—para sorpresa de todas Aiko de Japón ya había terminado su porción, lo cual era una gran hazaña considerando su pequeña contextura.
—¿Piensas abrir tu local con el dinero del concurso?—Preguntó directamente Maya.
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Editado: 18.11.2024