Atrapada en el juego del amor

Suspiros

La gran luz cegadora se apoderó de mis ojos, empezaron a doler a la par que mi cabeza les seguía el juego, Elliot me sujetaba de la cintura para no tropezar, a pesar de que no lo podía ver, podía sentir como esperaba un tiempo prudente para que mis pobres ojos se acostumbren nuevamente a la luz despues de haber estado sumergidos una semana en la oscuridad pura, no sé cuánto tiempo pasó exactamente, pero para mí fueron horas sin que me terminarán de doler, justo este momento, el tiempo no corría para mí, note que Elliot poco a poco fue avanzando, y como no, de ahí no nos íbamos a mover si mis ojos no colaboraban con migo, sentí con mi pie totalmente descalzo el primer escalón, mis piernas comenzaron a temblar, y sentí un frío que me recorría la entrepierna, quizás sea por el echo de que empezó la actividad nuevamente.

 

-Bris linda, no te rindas en caminar, estás muy débil aún, debes recuperar fuerzas 

 

-Lo se

 

-Intenta abrir los ojos

 

Deje de hablarle y hacer lo que me decía, es cierto, tengo que intentarlo con más ganas, los fue abriendo pero era imposible para mí no fruncir el seño, parezco ya un vampiro, pero lo logré, veía un poco pálido todo, supongo que es por la falta de uso, mientras más escalones bajaba, más mi vista aclaraba, que bueno, no quería pensar que ese estupida cosa que me lanzo Axel me afectara la vista, no quería ni pensar el echo de tener que usar gafas, y no tengo nada contra ellas, mucha gente la usa y se les ve muy bien, solo era algo mío, en mi no las quiero ver, tengo una excelente vista, siempre me lo han dicho los médicos cuando me chequeba solo para asegurarme de estar bien, no quería perder ese privilegio con el que nací.

 

-Felocitaciones, por fin abriste esos ojos de pato

 

-No empieces con tus payasadas

 

  • -No te me arrugues asi Bris, llevas una semana sin escucharme - esto último lo dijo apretando mi mano, mire su rostro, estaba tenso, creo que por hoy le puedo tolerar sus cosas

 

  • -Bien - Me límite a contestar, no tenía mucho para decir hoy, creo que mi mente aún se encontraba procesando toda la información, es tan raro, en un momento estaba escribiendo en mi computadora de lo más normal del mundo, y al me dicen que estuve dormida una semana por algo extraño que me arrojo un ser sin escrúpulos sin vergüenza, llegamos al último escalón y los vi, mi tía, Dorothea, y Melania, no podía creer lo que veia, las tres estaban en un mar de llanto, mi pensamiento más lógico fue que cuando me vieran ya no estarían así, vaya poca imaginación la mía, o más bien que poca falta de conocimiento sobre sus seres, se pusieron peor estás mujeres, la más escandalosa era mi tía, le secunda Melania y la última era Dorothea, mire a Elliot, sus ojos se encontraban llorosos, la escena me hizo sentir muy incómoda, es más, pareciera que ni existo en este momento, las horas no pasaban, los minutos se detuvieron, los segundos se arrastraban, y los milisegundos se morían, así me siento en este momento.

 

-¡Por favor ya paren de llorar!, Me encuentro bien, ¡Mirenme!, Se que les preocupo, me hacen sentir querida pero nada grave paso, me están haciendo sentir muy incomoda

 

Todos los presentes se detuvieron de sus lamentos, me miraron, y como si de un tifón se tratara los tenía a todos alrededor mío abrazándome, ahora sus llantos eran más grandes aún, más amargos, siento que el poco aire que recupere, lo consumían con cada lagrima

 

-Mi linda niña, nunca te debimos dejar sola - decía mía tía con un pañuelo en su nariz

 

-Si Bris, debí cuidarte más no por el echo de que tú tía me pague si no por nuestra amistad, ya que te considero mi mejor amiga - Gritaba Melania con una toalla que le envolvía la cabeza y el cuello y se escondia en el cuando le daban ganas de gritar mientras lloraba

 

-Bris si no hubiese salido esa noche estaría con tigo para ayudarte, has sido tan buena con migo desde que me ayudaste a salir de ese hospital, eres un ángel y no alcanzara toda la vida para pagarte, te considero de mi familia también y odie verde en cama asi, todos los días limpie y cuide de ti, y lo seguiré haciendo hasta donde mi ser lo permita - Me decir Dorothea entre lágrimas, aunque se veía la más calmada, estaba súper pálida, temblorosa, parecía que la enferma no soy yo si no ella

 

-Por favor calmensen, ya estoy a bien

 

-¡NO!

 

Me gritaron todos los presentes hasta Elliot, me senté en el sofá y los mire a todos en el estado que se encontraban, parece un funeral...el funeral de una viva...es una locura, una total locura, pero lo relajante no dura, a mi mente llegaron todos los momentos que he vivido, las sombras de mi padre, el aliento reconfortante de mi madre, mis amigos de la infancia, los supuestos amigos que tuve en la otra universidad, los que tenía ahora que siendo pocos cada uno valía un millón de cosas, mis ojos  dejaron caer una que otra lágrima, y de mi pecho surgía un gran suspiro, de esos que vienen recargados con dolor y melancolía, trate de aguantar, no quiero que se ponga peor de lo que ya están, pasaron así unos minutos hasta que todos se calmaron.

 

-Mi linda sobrina, ¿Como te sientes?

 

-Con debilidad aún tía, pero mejor que cuando me levante, si

 

-¿No te duele nada? emmm...me refiero a un lugar en especifico

 

-No Melania, por cierto, ¿Quién te dijo lo que me pasó?

 

-Linda, acuérdate que yo estoy contratada para ocuparme de ti en la noche y que mi padre y tú tía están locos el uno al otro

 

Pues en esto Melania tenía razón, están locos, mi tía es un libro abierto con solo mirarla, sonreí, atrayendo así las miradas de todos, menos una Dorothea, parece que la emociónes fuertes no le afectan mucho 




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