Atrapada en la T.A.R.D.I.S.

Capitulo 4: Señor del Tiempo

 

—estas comiendo?
Cuestiono con ese tono en su voz, alarma e ira, no contra mí, era contra lo que sucedía fuera de aquella habitación de piedra. Solo asentí sin dejar de masticar, no era mi culpa, yo no era un señor del tiempo.


Tierra Santa 1151…. Edad media


No me gustaban las clases de historia y pedirle a este ser que explicara aunque sea un poco para poder pasar el examen fue una mala idea.

—es hora de irnos
Comenzó a hacer ademanes con las manos, teníamos que escapar, creo que usar ropa deportiva en una época diferente y más en el pasado no ayudaba.

—Sir Doctor… si nos matan será culpa tuya, no mía.
Me queje apuntándole con mi dedo índice en el pecho mientras corríamos por unos pasadizos secretos de aquella cámara, no era una cacería de brujas, eran extraterrestres, buscando humanos que estuvieran muuuy avanzados para su época, y un que tenía dos corazones era el indicado.

 


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—tiene dos corazones?! DOS!? 
Grite en pleno pasillo solitario, haciendo que el eco de mi voz corriera hasta perderse.

Mis recuerdos seguían llegando como lluvia mientras corría por los pasillos ahora grises y con puertas rectangulares.

Todo ahora era metálico, silencioso, apenas y podía escuchar a mis espaldas el pequeño sonido de maquinaria, aún seguía aquí, seguía sola dentro de este lugar, esta cabina más grande por dentro.


No sabía que puerta abrir no sabía si era bueno regresar, había momentos en los que sentía que alguien me observaba, que alguien me acechaba lo que hacía que corriera más rápido hasta que me desespere y una puerta se abrió frente a mi dejándome ver una biblioteca. Con asombro admire el lugar.

—esto… esto es una… biblioteca? 
Quede mirando el lugar por más tiempo del que podía admitir pero ¿Quién lleva la cuenta? En este lugar ni sabía cuándo había pasado.

Corrí hasta la mesa del centro, había un garabato en la mesa, parecían círculos unidos unos con otros de manera infinita con una pequeña inscripción en dorado en el borde de aquellos círculos.

—bi…biblioteca… universal? 
Murmure para mí misma acariciando el cristal de la mesa, prestándole atención.
¿Cómo podía leerlo? 
¿Cómo podía existir un lugar que parecía que los pasillos no tuvieran fin?
Todo se perdía hasta el techo, ni siquiera se podía ver si había un cielo o algo, solo pisos y pisos.

—…Doctor…
Susurre mientras me perdía en lo alto del lugar, logrando hacerme sentir más pequeña de lo que ya era.

 


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—¿Qué es esto? 
Pregunte mirando el gran libro tirado en un rincón con muchos símbolos en el.
—es el manual de instrucciones de la Tardis
Lo mire escéptica, ¡eran una enciclopedia!
Pero eso no fue lo único que note, señale un poco crédula el libro y me gire a mirarlo.
—entonces… esto es… el manual… EL manual
Comencé a señalar con ambas manos mientras él seguía debajo de la sala de control rompiendo cables y uniéndolos.

—aja… EL manual
Lo oí decir sin siquiera dejar de hacer lo que hacía.
—y… me explicas como es que no lo estás ojeando?
Me cruce de brazos y lo mire frunciendo mis cejas.
—es para novatos
—y te consideras un experto?
—joooo sí que lo soy
—entonces explícame como es que eres taaaaaan mal conductor?
El levanto la mirada sosteniendo el sónico con su boca, me acerque  de una manera peculiar, ambas piernas estaban a cada lado de su torso sin dejarle moverse, haciéndome inclinarme para mirarle mejor, sus ojos se abrieron de manera interrogante, parecía que no entendía a lo que me estaba refiriendo. Le quite el sónico de la boca, lo cual no fue fácil, estaba mordiéndolo bastante fuerte.

—…bien… estamos bien, solo… debo reparar estos cables y nos iremos ¿vale?
—llevas una hora en eso… en lo que a mi concierne, estas destruyendo y armando cables hasta encontrar el que haga que todo funcione.
Eso parecía que le ofendió  y me tomo de las rodillas empujándolas hacia abajo haciéndome caer encima de él, no sabía si le había dolido pero comenzó una pequeña guerra por recuperar su sónico.

Le mordí la mano un par de veces hasta que comenzó a hacerme cosquillas.

 

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Inconscientemente comencé a reírme sola, dejando escapar una lágrima. No sabia exactamente que era este sentimiento inundando mi pecho pero estaba matándome lentamente, todo comenzó a moverse, el aire comenzó a faltarme y cuando menos me di cuenta. Todo era negro.

Silencioso.

Tranquilo.

Pero el rostro de un hombre de pie en un acantilado disfrutando de la vista me trajo a la realidad.

Desperté.


Estaba en el piso de la biblioteca, rodeada por libros, libros de todo el universo, libros...

—¡¿el manual!?
Grite sentándome de golpe y con ayuda de la mesa me levante mirando a todos lados, debía estar por aquí. Todo estaba en otro idioma, esos pequeños cirulos los podía leer, no sabía cómo … pero aquí estaba, buscan como loca un manual o al menos algo que me guiara fuera de este lugar.


—señores del tiempo…
Leí las letras del décimo pasillo en el segundo piso, quería tomar el primero que viera pero entre frascos y demás cosas raras me topé con una mesa y el libro más grande que había visto en mi vida.

“Gallifrey”

Apenas leí ese nombre algo dentro de mí me decía que huyera, que nada de lo que viera allí iba a hacer una deferencia, pero algo más jalaba y cuando menos me di cuenta estaba allí, abriéndolo. Leyéndolo.

Un rostro familiar en un dibujo del libro me hizo quedar sin aliento.

—Doctor…

 


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En pánico, horror y con el cuerpo lleno de adrenalina estaba de piedra en mi lugar.
—Soy el ultimo señor del tiempo de Gallifrey y si sabes eso entonces sabrás que no estoy jugando, Suelta a Hama ahora.




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