—¿Cómo debo leer esto?
Me pregunte para mi misma sin querer salir de ese lugar, apenas había mirado una fracción de la biblioteca encontrándome con casi todo tipo de cosas; desde historias completas sobre otros seres, volúmenes enteros sobre viajes en el tiempo.
Líneas paralelas.
Señores del tiempo.
¿Esto debería asustarme?
Seguro que si.
Pero a este punto, podía estar meses aquí, ya había dejado de llevar la cuenta una vez que había llegado allí.
Tanto como horas o como días, esta biblioteca me mantenía despierta, quería encontrar la respuesta a donde estaba, ¿donde estaba la salida?
No fue hasta cierto tiempo, que escuche un pequeño estruendo familiar, algo que me decía que debía tomar eso como una señal para salir.
Así que decidí salir, corrí en dirección contraria por donde había llegado, fue entonces que lo note, alguien parecía desaparecer por los pasillos al final, no es de esperar que yo le siguiera hasta que llegue a el bendito marco donde pude ver círculos en las paredes, una estructura de bases entrelazadas con el centro donde estaba en rojo y una ligera nube dorada que recorría el techo.
Admire todo el lugar, tan asombrada, tan entretenida, tan entusiasmada.
—¡DOCTOR!
Escuche casi en el fondo de mi mente haciéndome mirar hacia todos lados, me acerque hasta el centro, es el mismo lugar que en mis recuerdos, solo que todo esta echo un desastre más de lo que recordaba, sin querer toque con los dedos el centro del tablero y entonces sucedió.
Una pequeña descarga me lazo unos metros de allí y todo se volvió negro.
Las lágrimas corrían por mis mejillas, como se me había podido ocurrir seguir a un desconocido hasta una caja azul. Estoy arrepintiéndome, estoy sola y ese inepto larguirucho esta lejos de mí, lejos de todo, atrapada aquí dentro en medio del tiempo y el espacio.
Camine con cansancio por todo el lugar que ya conocía, regresando de uno de los vestidores con una bufanda lo suficientemente larga como para enrollarme con ella y parecer una momia. Una momia de colores tristes.
Mire el teléfono que estaba al lado de una vieja rocola y decidí jugar con su pequeño disco giratorio metiendo mis dedos en él, marcando apenas el 362867 –Doctor- terminando hacerlo tan distraída que apenas escuche el pequeño sonido de una voz preguntando.
—Hola?
Me quede en shock, así que colgué el teléfono.
¡¿Cómo era posible que alguien contestara?!
Mis manos comenzaron a picar, quería volver a marcarlo, así que lo hice casi sin pensármelo pero esta vez la voz era diferente pero la conocía.
—Doc-Doctor?
Murmure con un nudo en la garganta mientras un frio se instalaba en mi corazón y me rompía en mil pedazos.
El dolor en mis rodillas es soportable cuando caí al suelo
—Si! Hola, Aquí el doctor
Tal vez pudo escuchar mis sollozos tras la línea porque casi enseguida su tono de voz animado cambio por uno de preocupación total.
—Sayu?… Sayuna!?
Rompí a llorar golpeando mi cabeza de la pared intentando cubrir mi boca esperando controlarme, ¿Cómo la Tardis podía ser tan cruel conmigo?
—Sayu, sayuna escúchame no entres en pánico, ¿Vale?
Dijo casi desesperado, me aferre a la bocina
—¿¡porque hace esto… no es justo!?
—¿Quién hace qué? ¿Dónde estás?
Mire a ambos lados buscando la respuesta a su pregunta, mi vista esta borrosa por las lágrimas.
—en la Tardis, en una realidad diferente.
Respondí derrotada escuchando un jadeo suave.
—¡¿QUEEE!? Y DONDE— se cortó así mismo, la frustración pintaba su voz al igual que la ira, entonces todo volvía, una ira de señor del tiempo —Calma, calma todo va a estar bien, eres inteligente y cuando tiempo llevas allí?
—llevo meses aquí... y en otras realidades
Murmure apenada, no quería explicar cómo había llegado hasta allí, estaba rompiendo sus propias reglas, pero al menos él sabía que no estaba alterando estas, aunque igual le cabreaba por lo de Tyler.
—¿otras realidades?
—hay muchas, pero en ninguna estas tu.
Apenas pude terminar esa oración, mi garganta se cerraba en un gran nudo que no quería volver a romper.
—ooh.. pequeña minion, lo siento, lo siento mucho.
Se le escucho derrotado, lo podía imaginar. Había cosas complejas y esta era una.
—e-estaré bien, ya verás que si… yo… yo…
No supe que paso pero la línea se cortó, colgué el teléfono de nuevo y lo descolgué, esperaba que de nuevo esa voz familiar atendiera de nuevo.
—Hola? Hola! ¿Quién llama? Nadie tiene este número.
Quede en shock aquella voz sonaba vieja y malhumorada, con un acento escoces, el mismo acento que…
—doctor..?
—si! Soy el doctor ¿Quién habla? ¿Quién te dio mi número?
Seguía enojado, mi estado de shock era tal que las lágrimas de mi rostro se secaron mientras que mi corazón se estrujaba en mi pecho.
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Editado: 29.05.2023