Atrapada en ti...

Capítulo 3

Las cenas en mi casa normalmente constaban de dos pequeños platos, uno para mamá y otro para mí...

Muy pocas veces teníamos invitados y es que muy pocas veces he llevado amigos allá, Serena y Tory en muy contadas ocasiones han venido a mi casa.

¡No me gusta!

Por qué tengo ese mal concepto de que las personas solo van con ojo crítico, observando para luego juzgar lo poco que tenemos. Y no quiero que mi mamá se sienta mal o incomoda por la vida que con mucho esfuerzo hemos tenido.

No ha sido una mala vida, por lo menos yo no me quejo, sí; es cierto que me gustaría vivir en otro lugar y no porque yo viva en un barrio de los suburbios, al contrario vivo en una pequeña urbanización ubicada justo al lado de uno de los distritos más distinguidos de Arthur City, de ahí que ambos instituciones educativas queden frente a frente... el Excellence queda al final de su urbanización y el Freedom al principio de la nuestra.

Recuerdo que cuando era niña y paseaba de la mano con mamá, soñaba despierta con que yo podría algún día vivir en esas grandes casas.

En mi mente, todo aquel que tuviera una linda casa era realmente muy feliz. Con el tiempo entendí que eso no era cierto.

Por ejemplo esta Ethan, a él, lo conocimos las chicas y yo un día que veníamos caminando del colegio. El venía manejando de una manera horrible su auto y casi nos atropella ¿la razón? era que su papá estaba preso por violencia doméstica. Su madre hospitalizada después de haber recibido una horrible paliza y él estaba destrozado porque no sabía que su padre maltrataba a su madre y que ella estúpidamente lo callaba... en seguida Tory conecto con él y se formó la primera pareja rubia de nuestro grupo.

A medida que crecía, era capaz de visualizar lo que era la vida real.

Aprendí a disfrutar con lo poco que tenía, me sentía a gusto, lo agradecía y era feliz. No me hizo falta un padre, no me hizo falta dinero... tenía a mi madre viva conmigo y era muy dichosa, Gideon Willis no tenía espacio en mi vida.

Así que esta es la situación actual de mi increíble vida. Mi madre Zara, consiguió un mejor trabajo en una cafetería bastante concurrida, mis notas escolares son sobresalientes, tengo amigos reales y no tengo un novio que me amargue.

Lo demás, es complemento para mi felicidad. Como por ejemplo: esta mesa repleta de platos distintos de comida frente a mí. Jamás de los jamases imagine estar frente a un banquete de semejante magnitud.

—Cuando Benjamín me envió un mensaje diciendo que venía acompañado pensé que era uno de mis bebes, por eso prepare tanta comida— se disculpa la Señora Grace madre de Benjamín algo apenada.

No sé en qué momento él le dijo que venía acompañado, porque jamás lo vi tomar su celular. Pero bueno, si me reciben así no me podría quejar nunca.

—Tranquila come sólo lo que te apetezca— comenta él como si yo estuviera molesta por tener tanta comida frente a mí.

Digo ¿quién podría negarse a comer?

Porque yo no puedo, me gusta comer, adoro comer ¿dije que amo comer? Bueno el punto es que justo en este momento exacto de mi vida yo no podría ser más feliz.

— ¿Algo no es de tu agrado?— pregunta la Señora Grace, ella es una mujer realmente dulce y amable, que me ha tratado con mucho cariño desde que llegue. No me ha ignorado como el idiota de su hijo —porque si quieres puedo prepa...

— ¡Oh no tranquila Señora Grace!— la interrumpo sonriendo —solo estaba teniendo un pequeño diálogo entre mi cerebro y me estomago para decidir qué comer.

Ella sonríe de mi estúpida broma, por lo menos.

— ¿Te gusta comer?— me pregunta con lo que parece mucho interés en mí.

—Adoro comer— contesto sin poder evitar reír —Mamá siempre dice que le es más fácil vestirme que alimentarme— digo haciendo que ella ría más —lastima para ella que tiene que hacer ambas cosas.

—bueno tienes suerte de ser joven y hermosa— dice y entonces llega esa parte horrible de mí, y es que no puedo recibir un cumplido sin sonrojarme. Me pueden decir mil y un cosas y yo sabré controlar mis emociones hasta que son cumplidos hacia mí y parezco un tomate gigante —yo en cambio no puedo comer cualquier cosa y a cualquier hora porque en seguida tengo kilos demás.

—Pues yo la veo muy hermosa, y es lo que siempre le digo a mamá... la delgadez no hace la belleza de una mujer y yo no pienso dejar de comer por temor a engordar.

—cuando seas mayor y tengas un esposo, pensarás diferente.

— ¡no lo creo! Me gusta pensar que cuando sea mayor me seguiré amando más a mí misma y querré que el hombre que esté a mi lado me ame de la misma forma. Además los hombres también cambian su aspecto físico y no veo que se limiten por eso.

—cambiarás de idea... créeme— contesta con un extraño brillo en su mirada — ¿y cuéntame desde cuando son amigos?— pregunta señalando entre Benjamín y yo.

Él está a mi lado, pero es justo como en el instituto. No habla, solo observa. Sigo pensando que es un idiota.

—Él y yo no somos amigos, en realidad es primera vez que cruzamos palabras— no es totalmente cierto, pero no hay mucha diferencia puesto que nuestros encuentros verbales son casi inexistentes.




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