Atrapada en ti...

Capítulo 4

Odio los silencios.

Odio escuchar el sonido de mi corazón latiendo dentro de mis oídos porqué todo a mi alrededor está en calma.

Odio no saber que pasa por la cabeza de las personas cuando me miran fijamente y odio más cuando esa persona me mira tratando de adivinar que pienso yo.

Llegar a mi casa nunca había resultado tan incómodo para mí —Kylie...— susurra mamá, ella está en la puerta de mi pequeña habitación mientras yo sentada en la cama pienso en cómo reaccionar cuando veo algo no me gusta.

—hija, antes que nada quiero que sepas que yo no solo soy madre, también soy mujer. Y necesito sentirme querida y deseada por un hombre.

Eso puedo yo entenderlo, no juzgo lo que vi.

Soy casi lo que se puede considerar una adulta, tengo un excelente promedio por lo que sé que la sexualidad es una necesidad física que no puede evitarse.

Sé que el cuerpo humano en ocasiones pide que le des sexo, y toda la cosa. Pero no es para nada agradable llegar a mi hogar y encontrar a mi madre practicando sexo en la pequeña sala-comedor-cocina que tenemos.

—Kylie Rose... no puedes simplemente no hablarme.

Miro sus ojos. Tan azules como el cielo — ¿por qué él?— pregunto aún afectada por la escena — ¿porqué entre tantos hombres él?

—no lo comprenderías— responde

Asiento en respuesta —tienes razón, no logro comprender cómo permites que él te siga utilizando así. Es como si cada vez que él estuviera en tu radar olvidaras todo lo que él te hizo... nos hizo.

—No intentes actuar como si fueras la madura de las dos, jamás conociste al hombre del que yo me enamore. Ese de horita es solo una cáscara. No es mi amor real.

Me río de lo irreal e infantil que suena ese argumento para mí —eres tan estúpida— digo y luego me arrepiento — ¡lo siento!— me disculpo suspirando al mismo momento que bajo la mirada.

Jamás en mis diecisiete años de vida yo había faltado el respeto a mamá de esa manera; pero esta situación me puede.

No puedo creer que después de que Gideon nos abandonara para casarse con la heredera Katherine Williams, porque según sus propias palabras con ella él tendría un futuro asegurado, mi mamá aún mantenga buenos sentimientos hacia él.

—cuando te enamores me entenderás— dice antes de irse.

Lo que ella no sabe es que por su culpa yo no quiero enamorarme, no quiero estar a tal punto compenetrada con un hombre que me haga olvidar cuanto valgo como mujer, no quiero repetir su historia. Yo no quiero que un hombre me abandone embarazada por una mujer con mejor estatus que yo.

No quiero un Gideon Willis en mi vida... y nadie puede culparme.

[...]

 

La sensación de sentirme pérdida, sin rumbo, como en un abismo, es tan fuerte, tan latente que ignoro el momento justo que paso por frente de Roger Rodríz y su grupo, en Yallas, en la urbanización donde vivo ellos son como los chicos malos del barrio.

No del tipo de chicos que tú ves y dices ¡wao... ellos son muy hermosos!

Si no del tipo de chicos que tú ves y dices hola... con cautela para no pasar de presumida pero con tranquilidad para no ser ante ellos alguien fácil de intimidar.

Ellos son ese tipo de chicos que decidieron no estudiar, no hacer nada con su vida más allá de drogarse, embriagarse y ser unos estúpidos ladrones.

Siempre les veras en la misma casa verde, con rejas que en su momento fueron blancas. La casa en sí, tiene deshabitada muchos años por lo que ellos la adoptaron como su guarida. No tengo ni idea de donde viven realmente, si tienen familia o no, solo sé que alrededor de ellos no se está seguro, claro está que, yo jamás he tenido algún tipo de inconveniente con ellos. Una que otra palabra he cruzado y solo con Roger.

No me gusta mucho hacerlo, pero venía tan distraída en mis pensamientos que no vi cuando el llego frente a mí —no deberías estar sola a esta hora Kylie es peligroso— es lo que dice, no hay hola o que tal Ky. Solo una advertencia porque así lo tomo yo.

Se me olvidó mencionar que salí de casa casi a las nueve de la noche y eso en donde vivo no es lo más recomendable — ¿estás bien?— pregunta observando mi rostro.

Yo observó el suyo de vuelta... sus oscuros ojos están brillosos y muy enfocados en mí, su mirada es muy lucida lo que significa que en este momento él no está hasta la mierda de droga y alcohol.

Tal vez sea por eso que parezca genuinamente preocupado por mí, aunque muy poco he cruzado palabras con él como para saber si está hablando en serio o está actuando.

— ¿mierda chica te fumaste uno? Porque pareces en otro planeta.

—Estoy bien gracias... solo algo distraída— respondo mientras con mi mano saludo desde lejos a los otros tres chicos que están con él.

Porque Roger nunca anda solo, siempre que está en su guarida lo acompañan tres chicos más, él salió de la casa para acercarse a mí y sus amigos salieron a vigilar como si entre nosotros la peligrosa fuera yo.




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