Atrapada en ti...

Capítulo 29

— ¡muero de hambre! — exclamo a la vez que intento calmar mi risa, Ben es de esas personas que cuando se lo proponen pueden ser muy divertidos.

Ha estado todo el rato diciendo cosas de Emanuel y de Ethan que tienen mi estómago hecho trizas, sus argumentos a la hora de burlarse son tan ingeniosos que no puedo evitar carcajearme. Tampoco puedo evitar la forma en la que él me mira, sus ojos son una tentación, ese faro gris que esconde su iris está haciendo estragos en mi organismo que por más que deseo no puedo evitar.

Él se ha convertido en una sexy y dulce tentación.

Es muy agobiante tener ganas de comerlo a besos y no poder hacerlo. Aun cuando estamos solos no se siente correcto. Al menos no para mí, seguimos en el bosque; el Lago Heist justo ahora se siente totalmente silencioso y macabro a pesar de nuestras voces, es un escenario digno de película de suspenso y terror, pero no estoy asustada. Como en muchas otras cosas la compañía de Ben me hace sentir segura.

Él suelta una pequeña risa —no sé en donde puedes meter tanta comida ¡ya acabaste todo lo que traje!

— ¡eso es un talento! — me siento orgullosa de ese hecho. No me da vergüenza admitir que soy una chica de buen comer, las dietas, ensaladas y jugos sin azúcar no son lo mío.

Nos quedamos en silencio, estamos acostados en el piso de este oscuro bosque a orillas del lago, la brisa que nos rodea crea diminutas olas en el agua que dispersan un ligero sonido relajante; ¿qué puedo decir? Este sitio se ha convertido en nuestro lugar. Aquí nos hemos dicho cosas que tal vez en otro lugar nunca nos hubiéramos confesado; todo a nuestro alrededor esta oscuro y en absoluta calma y en el cielo se pueden vislumbrar muchas estrellas.

Estrellas que alumbran los ojos de Ben, mi corazón se acelera al sentirme Atrapada en su mirada; sus ojos me observan de tal manera que es imposible negar lo mucho que yo le gusto y estoy segura de que mis ojos dicen lo mismo. Nuestros rostros están realmente cerca y aun cuando quiero no puedo dejar de obsérvalo, me encanta hacerlo, me encanta su olor, su sonrisa, me encanta todo el.

En un pausado movimiento su mano acaricia la mía, bajo mi mirada a nuestras manos entrelazándose poco a poco. Emocionándome de mil maneras diferentes porque su tacto despierta en mí una sensación que solo con él he sentido. Benjamín eleva todas y cada una de mis ilusiones y no quisiera que este momento acabara nunca.

Es un momento perfecto y más cuando en un rápido y precisó movimiento él se levanta y se sube a horcajadas encima de mí, su cuerpo es como una sábana que me protege de todo cuanto pase a mi alrededor, la brisa mueve sus cabellos y en un valiente, osado y muy sugerente movimiento el quita su camisa, quedando de cintura para arriba desnudo para mí.

El cosquilleo que recorre mi cuerpo ante semejante vista no es normal, mi respiración antes calmada poco a poco va aumentando su intensidad y en mi manos laten el deseo de tocarlo, de acariciarlo y de sentirlo de forma más directa — ¿podríamos imaginar que justo ahora somos los únicos habitantes del planeta? — son sus palabras.

Su voz ronca envía señales a mi cuerpo ansioso, es todo un pecado tenerlo así y no disfrutar de lo que él me ofrece —por si no lo has notado eso pasa cada vez que estamos juntos.

La luz de la linterna es el único testigo que tenemos justo cuando Ben coloca su dedo indicie en mi pecho y suavemente empieza a recorrer todo mi torso, sus ojos persiguen el camino de su dedo que deja huella ardientes en mi piel, he escuchado de esa sensación, pero no lo había sentido hasta ahora.

¡Es cruel, duro, directo y placentero deseo!

Deseo de disfrutar de momentos con el chico que me gusta sin temor a arrepentirme, mi respiración se acelera con más rapidez al igual que el cosquilleo en mi cuerpo aumentó. Su toque envía choques de calor que incineran mis neuronas y solo deja en mi latente la parte lujuriosa, esa que me susurra al oído que me deje llevar.

—tú no sabes lo que sucede en mi cuando estamos juntos, es verte y querer besarte, tocarte, probar tu piel... sueño despierto con escucharte decir mi nombre, con volverte loca por mí. Quiero que quieras todas y cada una de las cosas que quiero contigo— susurra de forma descarada cuando una de sus manos se posa sobre mi seno derecho, mi pezón duele de una rica y deliciosa forma y su toque más que calmar el dolor, lo aumenta.

Su otra mano se mete por dentro de mi camisa y empieza a subirla lentamente, su cuerpo desciende y doy un respingo cuando siento sus labios en la piel de mi abdomen, sus besos son suaves, como dulces caricias que me vuelven loca. Eso sumado a su ultima confesión me hacen en este mismo momento la muñeca de Benjamín Hamilton, él podría hacerme lo que quisiera y no me negaría porque lejos de asustarme él me está provocando.

Sus labios suben y suben hasta llegar a mi pecho, pero no se detiene ahí, su lengua acaricia mi cuello y no me avergonzare del gemido que se escapa de mis labios, porque lo que él me hace lo merece, entonces yo también merezco ser un personaje participe en esta escena por lo que me doy la oportunidad de posar mis manos sobre su pecho y espalda, su piel se eriza ante mi toque, su cuerpo está en extremo caliente y es un increíble contraste sentir su calor colmar mi cuerpo ante la brisa fría que nos envuelve.

—deseo mucho besarte— me susurra al oído y yo no perderé el tiempo ante el evidente hecho de que yo también deseo hacerlo por lo que sin dudarlo llevo mis manos a su cuello y lo guio a mis labios.




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