Atrapada en ti...

Capítulo 40

El personal médico de turno, está siendo investigado. No hay razón lógica para explicar, como una chica de diecisiete años, en estado crítico, es decir, agonizante, se suicidó.

El cuerpo de Kristen, no tuvo la aceptación requerida, para que los glóbulos rojos en su sangre se produjeran, por el contrario, perdieron la batalla ante los glóbulos blancos y los médicos estaban a punto de declararla muerta, extrañamente; minutos antes de su ultimo chequeo, Kristen fue encontrada, desconectada de todas las maquinas que la tenían con vida y comprobaron que ingirió una cantidad enorme de fármacos antibióticos que produjeron una sobredosis que termino de colapsar su maltrecho cuerpo.

La noticia se rego como pólvora, la ciudad esta escandalizada, medios de comunicación se aglomeran fuera del hospital a la espera de declaraciones por parte del matrimonio Willis, ambos forman parte de la elite de City Arthur y no pasará desapercibida esta noticia, por más que Katherine quiera que todo a su alrededor desaparezca.

Todo eso le he sabido en el tiempo que llevo recluida en este hospital, cuando supimos la noticia vinimos de inmediato, desde entonces no hemos podido salir, Grace, Emanuel, Charles, mi madre, Bob, Ethan, Katherine, Gideon y yo hemos estado juntos en esta sala por más de tres horas.

Katherine está verdaderamente destrozada, sus gritos erizaban mi piel, no podía dejar de mirarla, sufrir y preguntarme ¿Por qué debemos pasar por tanto? ¿Por qué existe la muerte? ¿Por qué debemos sufrir por quienes amamos? ¡Sí! Puede que yo no sienta amor por Kristen, pero era mi hermana, sus últimas palabras acrecentaron el fuego con el que quería abrazarla, pero tampoco deseaba su muerte; mi corazón late lento y me resisto a las ganas de llorar, por ella, por todo, por nosotros. Quería que viviera, no solo con deseos de verla sufrir y pagar por lo que hizo, es solo que… quería que ella viera, que, fuera de ese mundo terrorífico donde vivía, podía encontrar un paraíso donde abrir sus alas y volar sin rumbo fijo, pero con dirección inequívoca a la felicidad.

— ¡No! — Grita Katherine — Quiero a mi hija, por favor señor, te lo suplico devuélvemela— gritaba en el medio del llanto, los presentes no podíamos ignorar su dolor y sin ningún remordimiento mi madre y Grace se acercaron a abrazarla —yo no quiero que me la quiten Grace, es mi niña, mi princesa, por favor has que despierte, no permitas que la arranque de mí.

Ella seguía llorando, a lágrimas vivas, se estaba desboronando frente a nosotros y a pesar de sostenerla, era imposible salvarla.

—La puerta trasera está despejada, podemos ir por ahí, sin llamar la atención de los periodistas— anuncia Bob, quien diligentemente busca la manera de ser útil, aun cuando Gideon quiso echarlo del hospital en cuanto lo vio llegar.

—Chicos— dice el señor Charles, hacia Emanuel y Ethan —adelántense con Ky.

Nos levantamos de nuestros asientos y emprendemos nuestros caminos, el hospital esta desierto, cuando estamos a punto de llegar al ascensor, un fuerte empujón termina por enviarme al suelo —tu debías morir, no ella… ¡no ella! — su grito retumbo por todo el lugar.

El intenso dolor que me asecho, era más grande que yo misma, como podría Gideon Willis, seguir teniendo formas para destruirme, no solo hizo añicos mí ya destruido corazón, mi muñeca se dobló al colocarla como soporte para evitar un golpe más fuerte y me duele como el infierno.

—nunca debiste nacer, tu vida costara la mía, por tu maldita existencia estoy a punto de perderlo todo— seguía gritando, Emanuel se interpuso entre nosotros, mientras Ethan me ayudaba a levantarme —eres un maldito semen desperdiciado.

Yo no quería llorar, les juro que no, incluso quería tener la fuerza y el valor para gritarle a la cara que era un ser despreciable, pero mi voz se fue huyendo, mi garganta se cerró, mis piernas perdieron su fuerza y hasta mi cerebro me abandono; solo quedaban de mi un millón de lágrimas que salían sin parar.

—Señor le agradezco que mantenga la calma, está usted en un centro hospitalario— el oficial que investiga la extraña muerte de Kristen, se para frente a Gideon, de espaldas a mí —de lo contrario me veré en la obligación, de hacerlo salir del hospital directo a la estación de policía.

Gideon lo ve como quien ve al mismo demonio, hasta que el oficial voltea y entiendo porque, es el padre de Roger, el director de la policía, un troyano más, ¿Cómo no lo note antes? — ¿todo bien chicos? — Pregunta de forma tan amable, yo sigo sin poder emitir palabras —les recomiendo que sigan su camino.

Lo hacemos, caminamos hasta el ascensor, quien nos recibe con sus puertas abiertas, mi corazón se congela por millonésima vez, cuando frente a mí se encuentra George Malakov, acompañado de su falso hijo paralitico, esos que una vez quisieron llevarme.

Ambos me observan fijamente, tan fuerte e intenso que me aniquilan en mi lugar, me dejan sin fuerzas y el miedo es tan grande que siento como estoy a punto de orinarme —tranquila hermosa, no venimos por ti… no eres la hija correcta— dice el menor de ambos hombres.

Con una siniestra sonrisa nos rodean —avancen y no miren atrás— rugió el mayor, con ese acento espeluznante; jamás olvidare el acento ruso por lo que me queda de vida.

Debí hacer caso, debí avanzar; pero como siempre mi curiosidad salió a relucir, y voltee; nunca en mi vida olvidare el momento en el que vi como un oficial de policía retuvo a mi padre por sus brazos, mientras otro hombre le disparaba, dejando su cuerpo inerte y sin vida, en un charco de sangre.




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