Prólogo

El sol oscuro y la luna iluminada indicarán que el momento ha llegado

La esperanza llenará de gozo las vidas de los habitantes de Delidio,

Pero de esta esperanza vendrán también los días oscuros,

Donde hasta la más inocente de las criaturas sucumbirá ante la maldad.

Alicia mira a traves de una pequeña ventana de su fortaleza, el día se ha convertido en noche gracias a un eclipse, nunca ha habido uno en Delidio desde el día en que fue escrita la profecía, hace mas de 1000 años, sabe que seguramente ya nació la niña que pondrá fin a su inmortalidad, a sus planes de dominar la tierra y someter a todos esos insignificantes humanos, también sabe que debe de matarla ahora que sólo es una pequeña criatura, no puede permitirse esperar a que sea mayor y se convierta en una amenaza, con un sólo llamado sus miles de fieles esclavos se presentan ante ella, listos para atacar a quien esta les ordene, sin importar que sólo sea un bebé.

Maten a todas las niñas menores de 10 años y a todo el que se interponga- ordena desafiante.

Y así los días oscuros iniciaron en Delidio.

...

Una hermosa pequeña de 6 años juega con su madre, la mujer más bella que sus ojos han visto, intenta atraparla pero sus piecitos se enredan en su largo vestido amarillo y tropieza, se pone a llorar pero su madre ya está junto a ella, la toma en brazos y la envuelve con ternura.

—Todo está bien, Margot, ya pasará —le dice a su hija mientras la mece en su cálido abrazo.

El padre de la pequeña entra a la casa y cierra la puerta de golpe, toma mucho aire, tiene las mejillas enrojecidas y la frente llena de sudor.

—¿Qué pasa, cariño? —Pregunta la dulce madre mientras pone a Margot en el suelo.

—Vienen por la niña —responde el padre, alterado, luego toma a su pequeña en brazos y la pone debajo de la cama, es el único lugar de su pequeña casa de madera donde puede esconderla.

—Quédate aquí, amor, no importa lo que veas, no hables y no salgas –le dice su padre, en ese instante se oye un golpe, la frágil puerta de su casa cae y cuatro hombres aparecen, violando la intimidad de su acogedor hogar.