Esa noche sin presentir lo que pasaba, John y Frank luego de mucho discutir, decidieron aprovechar la noche y amarse, de la manera más pura que conocían, se acariciaban y besaban y ya nada importaba sino solo el hormigueo que sentían en la piel cada vez que se tocaban, el adormecimiento de sus labios cada vez que terminaban un beso, y la atmosfera de pasión que los inundaba, desde que eran más jóvenes tenías la cualidad de ser apasionados, y cuando se juntaban la pasión llegaba a otro nivel, no sabían si angelical o infernal, pero eso no tenía ningún valor, porque se amaban en la pasión y en la discusión era la misma intensidad de amor, que crecía cada día más, desde el día en que se conocieron en aquel partido de futbol, y que a pesar de la distancia nunca dejaba de aumentar.
Cuando estaban en la tarea de amarse, un ruido interrumpió su mundo, era el padre de John quien furiosamente veía la escena de los dos enamorados, sostenía una pistola en su mano derecha. John y Frank asustados buscan su ropa, e intentan calmar al hombre que parece fuera d sí, dispuesto a matar a quien fuera, el escándalo llama la atención de todos, por lo que Oscar no permite que nadie que no sea del bar entre a los cuartos, Mariana, Lucia y Karla llegan a la habitación al mismo tiempo, aunque Oscar las corría diciendo que no era asunto de ellas, no cedieron.
-te has estado burlando de mí, yo pensaba que te acostabas con una mujer…. Y te estas revolcando… con…. Eres un asqueroso… -
-ya papa cálmate – John respira – creo que era momento que te enteraras, no me gustan las mujeres y nunca me van a gustar –
Pero sin mediar palabras el papa de John le apunta en la cabeza a Frank
-tú lo enfermaste, tu convertiste a mi hijo en un degenerado en un monstro –
-degenerado usted que le paga a prácticamente niñas para cogérselas, no es lo suficiente hombre para conseguirse una mujer- le da un golpe con la pistola que lo desangra – puede pegarme lo que quiera – dice Frank limpiándose la sangre con la mano – pero tengo más huevos yo que me revuelco con un hombre que usted –
La situación era tensa en cualquier momento el papa de John podía matar a Frank de un disparo, pero el chico no retrocedía de su posición, estaba ya cansado de tenerle miedo, las chicas estaban preocupadas, a todas les temblaban las manos y las rodillas, pero como un rayo de luz apareció Ely quien buscaba calmar al enardecido padre, por un instante, parecía que funcionaba él había bajado el arma, pero como un viento de furia que invadió su alma, cuando Frank se dio la espalda para consolar a las chicas, él apunto con la pistola de nuevo hacia el pecho de Frank, pero Karla se adelantó como por instinto, y se interpuso entre la bala y el joven, como un escudo humano, cayó casi encima del joven quien la veía desconcertado, mientras Mariana y Lucia se abalanzaban sobre ella, para auxiliarla, pero la bala le dio en el corazón, lo único que Karla escuchaba eran sus propios quejidos “mierda – decía en sus adentros – ni siquiera pude cumplir mi voluntad de morir tranquila, la vida y la muerte se cagan en mí” y así haciendo el último acto de su vida, no se dio cuenta que podía morir tranquila porque murió salvando otra vida como una heroína, pero eso es algo que ella descubriría en la otra vida.
Frank estaba mudo, al ver caer el cuerpo de Karla, su cuerpo se helo y sintió el mismo terror que cuando su madre murió, pero al tener al asesino frente a él, su terror se convertía en rabia ¿Quién le había dado el derecho a él de matar? Frank lo miraba con odio y sin importarle que fuera el padre del amor de su vida este estaba dispuesto a que ese hombre que se sentía tan grande por portar una pistola, pagara por lo que había hecho, John por su parte se dividía entre tranquilizar a Frank y tranquilizas a su padre “ya hay un muerto que no haya otro” decía, esto molestaba a Frank lo decía con tanta frialdad que en ese momento se le hallaba parecido con su padre
-es fácil para ti decirlo, porque no es alguien a quien amas a quien han matado –
-la mataste tú- decía el papa de John- esa bala era para ti, y la mocosa decidió salvarte, como se ve que las putas no tienen cerebro –
Entonces sin importarle la desventaja de la pistola, Frank le da un golpe en la cara, estaba cegado por el enojo nada le importaba en ese momento, solo vengar la muerte de Karla, dentro de él había un cargo de conciencia por lo que pasaba, sobre todo por la muerte de su amiga, era toda esa mezcolanza de sentimientos que lo hacían reaccionar de manera violenta. El padre de John envenenado de odio, porque no podía entender por qué su hijo era diferente, ni siquiera quería intentarlo, para él era inconcebible que su hijo, su único hijo fuera gay, y veía a aquel muchachito, que enojado le pegaba en nombre de una muerta y se le removían las entrañas en solo pensar lo que ellos estaban haciendo cuando él llego, en lo que habían hecho durante meses, no podía evitar odiarlos a los dos, un odio sin fundamento basado en el perjuicio y la mentira, era increíble como por no poder simplemente aceptar una diferencia entre su hijo y él, lo estaba odiando con la misma intensidad que momentos atrás lo había amado.