Atrápame

Capítulo 1

 

☆゜・。。・🐺🌙🐺・。。・゜★ 

Acuclillado en una esquina, Seth trató de respirar a través del odio profundo que corría como fuego en sus venas, era una bestia, un animal en piel humana y no era su culpa sentirse de ese modo. Él no pidió esto, y ciertamente, no lo merecía.

¿Cómo había terminado así?

No recordaba mucho, el último momento de lucidez estaba bastante lejos y lo único que su rasgada memoria le ofrecía para comprender, era que antes de terminar ahí, Logan le había dado la misión de encontrar a uno de los compañeros de clan de su pareja. Más allá de eso... Nada.

Por el rabillo del ojo capturó movimiento, entró en alerta. Reconoció a cuatro muy enormes sujetos plantados como estatuas en cada esquina por fuera de la caja de vidrio en la que estaba, eran exageradamente fuertes, de duras miradas, pero apenas visibles por la falta de luz.

«Nos atraparon, como una presa» el pensamiento del lobo fue un ronco gruñido, teñido con la fría rabia animal, nunca se sintió tan agradecido de poder hablar con su otra mitad, era un maldito afortunado.

«Vamos a salir de aquí. No te preocupes»

Se levantó y empezó a dar vueltas, en ese momento se veía exactamente igual a un animal enjaulado. Dando peligrosos gruñidos, golpeó uno de los lados con su puño, una y otra y otra vez, la superficie era dura, rígida y fría, supuso que debía ser algún tipo de cristal reforzado, por lo que si seguía dando golpes terminaría con sus puños destrozados. Las garras no servirían de mucho, solo dañar la perfecta claridad del material, nada más que eso, entonces no había forma de salir, sus garras solo dejarían arañazos. Respiró profundo, varias veces, para calmar su temperamento. Por Dios, era Seth Meyer, líder de los Rastreadores del clan Moon Fighters, el primer beta en su línea jerárquica, él era peligroso, un depredador, un cambiante lobo, ¿cómo rayos había ido a parar a esa caja de cristal?

Quiso gemir de angustia al verse reducido a un simple hombre encerrado. Pero no podían, sus instintos aunque adormecidos, seguían bajo su piel, y susurraban indagar, buscar respuestas. Era parte de su oficio de rastreador, observar, cuestionar, hallar un rastro y reaccionar a ello. Pero ahora su sentido del olfato estaba apenas regresando a la vida, al igual que lo hicieron los demás sentidos apenas despertó en ese lugar.

Algo le habían hecho, de eso estaba seguro, pero ¿quién? ¿Y por qué?

El cristal reflejaba su imagen, apenas podía ver a esos guardias. Si necesitaba protección alguien debía considerarlo valioso, o por el contrario, la seguridad era para proteger a otros. Estuvo pensando en eso durante un largo tiempo, hasta que un sonido amortiguado le llamó la atención, era como algo abriéndose, una puerta quizá, o sus sentidos comenzaban a jugar con su mente.

Las luces se encendieron, y de pronto, el bombillo en la parte superior de su jaula de cristal ya no era lo único que le daba su luz. Y la jaula estaba dentro de una habitación de paredes blancas, que reflejaban la luz de forma hiriente para sus ojos. Los cuatro guardias estaban al descubierto, vestidos con uniformes negros, todos llevaban un cinturón con equipamiento defensivo. Pistola de electro choque, gas pimienta, bastón paralizante y un arma de sedante.

Por dentro, Seth sonrió de ironía, si lograba romper el cristal, estos tipos lo habrían dejado fuera de combate antes de siquiera sacar sus garras.

Una puerta se abrió, gruñó bajo, mientras veía a tres mujeres ingresar y detenerse frente a él, una diferente a la otra, pero vestidas igual, con batas blancas similares a la que usan los doctores o científicos. Sintió un sabor amargo en la boca, y su lobo se tensó al considerar la idea de que tal vez, estaban encerrados en un laboratorio clandestino. Pero si eso era cierto, entonces este lugar no tenía la pinta a la que acostumbraban, esas ubicaciones ilegales jamás usaban jaulas de cristal, mucho menos una tan grande y para un solo individuo.

Las tres mujeres hablaban entre sí, apuntando hacia él, Seth no podía escucharlas, eso no le gustaba, quería saber de qué rayos estaban hablando, si iban a practicar con su cuerpo los horribles experimentos, o si probarían nuevos compuestos químicos y drogas, o si le ahorrarían el calvario matándolo de una buena vez. Esa última opción sonaba tentadora, Seth prefería la muerte antes de ser un objeto de la insulsa curiosidad humana.

La puerta se abrió nuevamente, otra mujer entró sosteniendo contra su pecho un anotador transparente de alta tecnología, de inmediato las tres mujeres se apartaron de la especie de panel que había al lado de la jaula. Pero siguieron mirándolo, como si fuera una autentica innovación, algo nuevo, un objeto, un animal de zoológico.

«Si quieren un animal, les daré un animal»

Seth irrumpió contra el vidrio golpeándolo con fuerza, mostrando sus colmillos y garras, tres de ellas retrocedieron, excepto una. Golpeó con su puño, gruñendo de rabia, pero la mujer no retrocedió, más bien, se mantuvo con una mirada altiva en sus ojos oscuros, confiada, segura, sin miedo. Dos opciones se aproximaron a su mente, o ella era una humana muy fuerte a la que el miedo no le dominaba, o era una mujer cambiante.




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