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En la amplia oficina de su jefe, ubicada en la parte derecha de la zona de recepción, Reed sostuvo con mayor fuerza su anotador digital integrado. Siempre se sentía de este modo cuando estaba ante la presencia del distinguido y excéntrico Vladimir Lébedevich, el jefe de investigaciones y actual director de las instalaciones en las que trabajaba era un hombre varios años mayor que ella, casi entraba en la mitad de sus cuarenta y era todo un experto en la bioquímica, se especializaba en los compuestos que alteraba el funcionamiento normal de las estructuras corporales de los cambiantes.
Reed lo admiraba por su brillante trabajo y su constante lucha contra la creación de compuestos que buscaban controlar y reducir el poder de los cambiantes, su raza.
Vladimir era uno de ellos, uno muy especial, y solo existían dos personas en todo el mundo que sabían el tipo de animal en el que se convertía. Él y Reed. Nadie más, ninguna persona debía saberlo.
—Toma asiento, Reed.
La luz ofuscaba su alta figura cerca del amplio ventanal, Vladimir sostenía en su mano un vaso de licor fuerte a medio consumir. Era adicto a esa cosa, tenía un pequeño armario lleno de botellas que formaban su reserva personal.
Reed avanzó hasta uno de los tres sillones de cuero negro, ubicados frente al escritorio de madera tallado a mano.
— ¿Qué te trae por mi oficina, hay algún problema con los proyectos?
Reed tomó aire y se obligó a separarse del anotador al que se aferraba como si fuera un salvavidas.
—Ninguno, señor, solo quiero dar mi reporte sobre el sujeto que apareció cerca de las instalaciones.
Una risa baja, suave, que arrastraba un ronroneo sutil, se alzó en el aire.
—Reed, te he dicho que entre tú y yo no hay formalismos.
—Lo sé, es la costumbre del protocolo.
Vladimir se giró, sus ojos ahumados eran claros, como las nubes de tormenta en el cielo, con una mano oculta en el bolsillo de su pantalón de vestir negro y la otra haciendo girar el espeso líquido rojizo en el vaso, el hombre le regaló una sonrisa amable.
— ¿Cuál es la situación? —Preguntó, terminó su bebida y dejó el vaso en el mini bar hecho en madera de arce junto a uno de los libreros.
—Tenemos a un individuo recluido en el cuarto de aislamiento, es un macho cambiante adulto, lobo, veintinueve años, en condición saludable y sin señales físicas de golpes o heridas.
Reed enlazó su anotador con la pantalla digital integrada en el escritorio a través de la red informática, Vladimir se acercó para leer.
—Oh sí, esto es interesante.
—Tenemos a un lobo Moon Fighter.
Su jefe no le prestó mucha atención al tono de alarma en su voz, leyó en silencio la ficha de registro, con el evidente interés truncando su rostro de rasgos perfilados. El cabello rubio le caía un poco largo, brillante y suave, como hebras de oro que añadían un punto más a su atractivo junto a la barba en candado del mismo tono.
—Sí, conozco ese clan, pero está muy lejos de Asunction Creek, ¿cómo es que llegó hasta aquí?
Reed trató de contener la oleada de inseguridad que arrasaba su cuerpo, una lucha se llevaba a cabo en su mente, entre decir la verdad a su jefe o continuar con una mentira como Adrien le había ordenado. «Sigue las órdenes si quieres volver a ver a tu pequeña hermana» ese pensamiento, envuelto en la peligrosa voz del lobo, atravesó su mente apenas consideró la idea de decirle a Vladimir la verdad.
Él confiaba en ella, ¿cómo podía mentirle?
—Pero es un lobo beta —el comentario de su jefe detuvo sus pensamientos angustiados—. Y un hábil rastreador.
Reed revisó de nuevo la información de su anotador, eso era nuevo y no estaba en el informe inicial.
—Estoy leyendo la página oficial de la ACC, aquí hay un par de datos, aparece entre los puestos jerárquicos más altos. Derek Miller es el alfa, seguido por su lugarteniente que es... —Hizo una pausa. Sus ojos se ampliaron con sorpresa—. Jeanine Du Blanche. —Silbó—. Vaya, eso es interesante. Ya era hora de que este clan comenzara a salir de sus raíces puritanistas.
Reed buscó la página para mantenerse al tanto.
—Por lo que tengo entendido, es un clan bastante antiguo.
—Correcto, uno de los primeros en formarse después de la liberación de los primeros cambiantes. —Vladimir se enderezó, rodeó el escritorio para sentarse en su silla—. El caso es que tenemos a un lobo importante en nuestras instalaciones.
Apoyando los codos sobre el escritorio, entrelazó sus dedos y descansó su mentón sobre ellos, sus ojos grises fueron a parar a la ventana.
— ¿Qué tienes en mente?
—No podemos seguir reteniendo a Seth Meyer, eso se considera secuestro y privación ilegal de la libertad. No nos convienen esos cargos.
—Entonces, ¿vas a liberarlo?
—Es lo correcto. —Sonrió—. Pero estoy pensando en una solución que nos deje conformes, voy a llamar a Derek Miller y le haré saber su situación, quiero que el sujeto se quede aquí y colabore con tu proyecto.
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Editado: 10.07.2019