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Seth estaba bien.
Eso era lo importante, su lobo de ojos azules estaba golpeado, herido, pero de regreso en casa. Sanaría, lo que el maldito le hizo no era demasiado grave, un par de días lo pondría en forma, lo importante de todo esto era que su rastreador estaba bien.
Reed tembló cuando la oleada de aire frío atravesó los arboles moviendo las ramas con cierto nivel de fuerza, el invierno se acercaba, no es como si le importara mucho el cambio de estación, ella se perdería de varias cosas, entre ellas la noción del paso del tiempo. Supuso que su destino sería aquella celda de nuevo, al que tendría que llamarle hogar, y ciertamente eso no le agradaba demasiado, no sabía bien la razón por la que se sentía tan sola, abandonada, como si parte esencial de su cuerpo no estuviera en su lugar, Reed sentía que le faltaba algo, y mientras caminaba a la par del guardián en el silencio del bosque, se puso a pensar, a comparar la forma en que se sintió cuando estuvo con él en el vehículo con los días anteriores cuya única compañía era el guardián de su celda.
La cercanía duró un escaso momento, fue ahí en donde realmente se sintió protegida. Lo comprendió, la parte esencial ausente era Seth.
El guardia se detuvo de forma repentina, alzó la cabeza, Reed se encogió de forma casi inconsciente, escudriñó los alrededores como si de verdad tuviera los mismos refinados sentidos que un cambiante, lo hizo para cerciorarse de que Adrien Renan no aparecería a atormentarla de nuevo, aunque fue espectadora de su cruel y horrible muerte, Reed todavía sentía el temor de que reviviera con otra vida para completar el trabajo.
Paranoia, no la necesitaba en este momento.
El guardia dirigió su mirada hacia un punto entre árboles que estaban muy juntos, las sombras del atardecer le dificultaban ubicar el claro movimiento que denotaban los sonidos de las pisadas. Reed pensó que era uno de sus compañeros de clan, pero pronto el comportamiento distante del guardia cambió, retrocedió un paso y desvió la mirada adoptando una postura sometida. Tal reacción solo podía ser provocada por el mismísimo Derek Miller.
—Alfa.
—Descansa, Chase —respondió con un saludo formal—. He venido por Reed.
El guardia, Chase, le empujó, entregándole como si se tratara de una posta en una carrera de atletismo. Reed se enfrentó a Derek, sin embargo y contrario a lo que habría esperado de él, no le tomó del brazo para dirigirla a otro lugar, sino que le quitó las esposas con un poco de prisa.
—Puedes retirarte —le dijo al guardia.
Ella tuvo un mal presentimiento, que le acompañó con ese sabor amargo en la boca.
— ¿Seth está bien?
Derek le miró, bajo las sombras su rostro parecía menos suave de lo que era en el día, su apariencia podía ser engañosa para aquel incauto, pero ya habido pasado semanas ante su presencia Reed conocía que detrás de ese rostro joven yacía una fuerza poderosa.
—Él está bien —afirmó—. He venido para llevarte con tu hermana.
Su corazón latió con fuerza, el lobo pareció notarlo.
—Hay un par de cosas que debo decirte al respecto, me han informado hace unos minutos, por eso la prisa.
Derek le hizo un gesto para avanzar.
— ¿Qué le sucede? —Preguntó a media voz.
Los ojos ambarinos del lobo abarcaron los alrededores, tenía una postura desconfiada.
—Ella... —Suspiró. La preocupación dentro de su pecho creció a un ritmo vertiginoso—. Estoy tan... —Respiró profundo—. Será mejor que hablemos primero con Dash.
Reed gimió, sus ojos se llenaron de lágrimas.
— ¿Qué le pasa? —Cuestionó—. ¿Está enferma? Dime, por favor.
Pero el lobo alfa se mantuvo en un firme silencio que le dejó con el corazón en la boca durante todo el trayecto. Caminar en penumbra por un bosque lleno de escombros de los árboles no era la mejor idea, mucho menos si se llevaba prisa, Derek tenía una mejor visión nocturna para avistar todos los obstáculos, pero sus insulsos sentidos humanos no le ayudaban en nada.
El ulular de un búho oculto entre los árboles anunció su llegada al claro que rodeaba dos grandes construcciones, como un par de cabañas unidas por un túnel de madera y ubicadas una detrás de la otra. Sus tamaños diferían, la frontal era más pequeña que la trasera pero contaba con dos pisos, cosa que la otra no tenía.
Había muchas personas en el interior de la sala moviendo cosas, sábanas, mantas, elementos médicos y de primeros auxilios, ropa, comida y agua, ninguno de ellos reparó en su presencia. Derek le condujo a través de la sala, por una amplia cocina, caminaron por un pasillo con dos puertas a ambos lados, dirigiéndose a la que estaba al final que conectaba con ese túnel que había visto por fuera.
Este se abría a un salón con camillas rodeadas por cortinas azules, Derek giró a la izquierda y luego a la derecha por otro pasillo con puertas cerradas, hasta la ante última, abierta, de donde se oía el murmullo sofocado, y podía sentir una presencia, reconocerla, sin siquiera estar ahí, era como si su cuerpo conociera su ubicación antes de que sus sentidos le indicaran, sin embargo, todo eso quedó en segundo plano cuando vio a Laila.
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Editado: 10.07.2019