Atrapar una estrella fugaz

~01~

Observó con mucha atención, el gran color azul que se extiende delante de mí. Olas van y vienen, algunas alcanzan llegar a la orilla hasta desvanecerse, otras simplemente se rinden en el intento.

Camino a paso lento por la arena, cuando mis pies sienten el agua a su alrededor, logró sentir la calidez que mi cuerpo tanto anhelaba.

Mi madre siempre decía que el amor por el mar, lo había sacado de ella. Y estaba en lo cierto; porque cada vez que siento su ausencia, me dirijo hacia él y siento como si ella siguiera conmigo. Había fallecido hace cuatro años, su mayor deseo siempre fue esparcir sus cenizas en el mar. Cuando me lo dijo pensé que era una locura, pero al ver su cara de seriedad supe que no estaba diciéndolo en juego.

Ese día estábamos en el jardín de la casa, contemplando las estrellas; esperábamos que papa regresara del trabajo para cenar juntos. Recuerdo con mucha claridad sus palabras...

-Val, cuando muera quiero que esparzas mis cenizas en el mar- deje de mirar las estrellas para luego poner toda mi atención en mi madre; otra cosa que extrañaba mucho de ella, era escuchar llamarme "Val", nadie más lo hace de esa forma, solo lo hacia ella.

- ¡Que! - Exclamé con admiración, solté una gran carcajada al escuchar semejante cosa que me estaba diciendo. -Lo digo en serio, sabes que adoro el mar, descansare en paz sabiendo que estoy en el lugar que más amo.

-Mama, para eso falta mucho, todavía no conoces a tus nietos, además, no es por ser cruel, pero creo que papa morirá primero.

-Pero que cosas dices Val.

-Es cierto, lleva muchas noches sin dormir. Está muy estresado porque esta semana llego un leopardo a su clínica, al parecer recibió dos disparos, unos cazadores quisieron raptarlo para vender su piel a empresas que hacen bolsos y zapatos a base de esta.

-Muy bien sabes que tu padre, vive y muere por los animales, los adora tanto como nos ama a nosotras dos- lo dijo, luego de pasar uno de sus brazos alrededor de mis hombros acercándome más a su costado.

-Val, prométeme que cumplirás, lo que te estoy diciendo- Dirijo mis ojos a su cara y puedo percibir que lo que me dijo hace un rato no era jugando, hablaba con toda la sinceridad del mundo- Está bien mama, te lo prometo.

Dos semanas después falleció...

Mi celular vibra en el bolsillo de mis shorts, y salgo de mi recuerdo. Lo saco y deslizo mi dedo en él.

Papá: De camino a casa.

Yo: ok.

Al instante me llega otro mensaje, de mi mejor amiga Heather, pero yo le digo Teté.

Teté: Donde has estado metida toda esta tarde señorita, crees que puedes hacer lo que quieras sin antes contárselo a tu amiga.

Sonrió, y mi celular vuelve a vibrar. Se que es ella.

Teté: Digo MEJOR AMIGA.

Lo marco como leído y bloqueo mi celular, se que esta es una discusión asegurada con ella, porque no soporta que la deje en visto.

Levanto la vista y me doy cuenta que ya anocheció. Como cada noche, la luna se refleja en el agua, ella baja la mirada para soñar y el la admira embelesado desde la más oscura profundidad, trazaba su amor en cada suspiro de sal. Se citan en el mismo lugar como dos amantes, son felices en cada intento de ser uno solo, ambos saben que su historia de amor tuvo un principio, pero jamás tendrá un final. Los únicos testigos de su aventura son las estrellas, que cada noche resplandecen emocionadas por su amor.

Siento envidia por ellos, porque a pesar de nunca estar juntos, toda su vida van a vivir un amor, sincero, real y sin prejuicios. No les importa nada ni nadie, mucho menos que pasara mañana, de momento solo disfrutan y se dejan llevar.

Otra de las tantas cosas que me apasiona hacer es la fotografía, me gusta capturar momentos que muchas veces, no nos damos cuenta que transmiten demasiadas emociones si los analizamos y los observamos con detenimiento. Una sola fotografía puede transportarnos a el lugar que tanto nos brinda paz.

Agarro la cámara Canon T6, que cuelga de mi cuello; entre mis manos y capturo esta hermosa vista. Mi padre me la había regalado por mi cumpleaños el año pasado, tanta fue mi emoción que me puse a llorar como una bebe.

****

Camino hacia el estacionamiento de la playa, en busca de mi convertible Mini Cooper de color turquesa, es domingo y aunque son pasadas las seis y media de la noche, todavía se encuentran algunos autos aparcados.

A lo lejos diviso una fogata, rodeada de estudiantes universitarios, lo sé porque algunos de ellos son de mi facultad. La verdad es que no me gustan ese tipo de fiestas, las pocas veces que he asistido es con Heather y siempre me deja sola, por lo que termino sentada en algún rincón del lugar donde nadie pueda notar mi presencia, por eso prefiero quedarme en casa leyendo algún libro, o viendo series y películas.

Cuando por fin logro encontrar mi auto, me adentro en él, con la sensación de que alguien me está observando, muevo mi cabeza de derecha a izquierda, pero solo logro ver a dos chicos bebiendo cerveza con la espalda apoyada contra un Jeep.

Alejo esa idea de mi cabeza y me concentro en el trayecto; tengo casi una hora de viaje por delante, por lo que pongo música para despejarme. Dejo atrás las hermosas calles de Daytona beach, con altas palmeras en las aceras, pequeñas tiendas e inmensos edificios. Existen otras playas más cercanas a Orlando, pero siempre me gusta venir a esta, por el muelle Sunglow desde el cual se pueden ver los mejores atardeceres.

Alivio recorre por todo mi cuerpo cuando llego al centro de Orlando, se conducir, pero me da mucho miedo chocar, por esa razón no voy más de noventa. Me adentro en mi vecindario; y le agradezco al cielo que papa todavía no haya llegado a casa, ya que me regañaría por llegar tan de noche a casa; aunque hace más de dos horas me escribió que estaba de camino, seguramente llego algún animal de urgencia en su clínica y no se resistió en atenderlo; mi padre es un ser humano que adora los animales, por esa razón tenemos dos perros, un mini pig, dos conejos y una hermosa serpiente albina.



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En el texto hay: #romance #juvenil #amor

Editado: 31.08.2020

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