Atrevidos

Seis

-No puedo creer que estés aquí- Mery me abraza con fuerza desde hace unos diez minutos.

-Tampoco yo, pero así es, vine por la boda de Alessa - le sonrío.

-Entonces, ya lo sabes - me ve con tristeza -Ella y Santi comenzaron su relación dos años después de que tú te fuiste de París.

-¿De veras?- susurro -No lo sabía, ella no me dijo nada pero no es problema ahora, yo estoy bien con lo que ellos tienen.

-¿Segura?- pregunta algo extraña.

-Totalmente- asiento.

Bajamos de mi habitación con rapidez, la salida que tenía para nosotros tres ha cambiado un poco ya que Alessa se nos unió, al parecer no deja a Santiago en paz ni un momento, no sé cómo es que él tolera ese comportamiento tan enfermo pero no soy quién para opinar al respecto.
Caminamos por la acera, decidí ir a pie y ver un poco mi amada ciudad, quiero ver mi antigua escuela de danzas y ver viejas caras conocidas.
Mery me plática algunas cosas, en verdad no hay mucho para decir ya que hemos mantenido el contacto estos años, no había día en el que no supiera algo de ella o de su vida - al parecer no me perdí tanto como pensé -.

-Tengo hambre- musito observando las casas de comida.

-Ya sé, Alessa y yo iremos por algo rico para comer- Mery toma a mi hermana del brazo- ¡Busquen un buen lugar!- grita alejándose y llevando a la fuerza a Lessa.

-Bueno, nos tocó el mejor trabajo - ríe Santiago.

Por Dios, había olvidado lo hermosa que es su risa, sus ojos, su cabello y su... ¡Basta! ¡Es tu cuñado! ¡Calma las putas hormonas!

-Cuéntame de tí- digo caminando lentamente.

-Pues, no hay nada nuevo Ariadna, soy Licenciado en Enologia, estudié esa carrera para poder entrar en la empresa de nuestros padres - me sonríe -Hace dos años dejé definitivamente el baile contemporáneo, me cansó, algo dejó de funcionar para mí y comencé a verlo como algo tedioso.

-No hablas en serio Santiago - frunzo el seño.

-Ya no tengo veinte años nena- ríe.

Encantador.

¡Basta!

-La edad no tiene nada que ver con la danza, tal vez no puedas hacer una carrera profesional cuando llegas a cierta edad pero sigues bailando, no importa qué - tomo asiento.

-¿Qué hay de tí?- me imita- No supe nada más de tu vida desde que te fuiste.

-Tenía que irme, había un mundo esperando para mí - me encojo de hombros.

-¿Fué por lo que dije esa noche?- me ve avergonzado- Lo lamento, debí hablar contigo a solas en lugar de humillarte así.

-No hay problema, éramos unos niños - sonrío recordando. -Pero no me fuí por eso - miento -Papá me ofreció pasar tiempo con mi tía y yo quedé encantada con ella, allá había tanto que descubrir, tantas cosas con las que me identifiqué que no pude volver, aquí no había nada para mí, nada que me hiciera desear volver.

-Eso duele- ríe amargo- Pensé que éramos amigos, a pesar de todo.

-Lo éramos, lo somos, no ha cambiado creo yo - me encojo de hombros, sigo mintiendo, algo se quebró esa noche, algo dejó de existir entre nosotros y no pude volver a ser la misma con él.

-¿Estás enojada conmigo? ¿Me odias por lo que ocurrió?- pregunta serio. -Ariadna, eras una hermosa niña para mí, no podía verte de otra forma.

Duele, aún cuando ha pasado tanto tiempo, duele. 
Quiero decirle que si lo odio, que lo odié durante mucho tiempo pero no es así, sólo lo archive, lo envíe lejos de mí vida y prácticamente lo arranqué de mi corazón sin siquiera poder odiarlo, tal vez sólo comprendí que no éramos los indicados.

-No te odio, jamás lo hice - sonrío forzosamente- Yo me enamoré luego, tuve una hermosa relación que duró lo que tuvo que durar, aprendí y crecí - me encojo de hombros- Fué un amor de una adolescente enamoradiza y tú encontraste a mi hermana para pasar el resto de tu vida.

-Es bueno saberlo - suspira -¿Qué más hiciste allá?

-Terminé la escuela, entré a una importante academia de danza y, ¿Qué crees? Después de mucho trabajo y esfuerzo conseguí una beca y una gran oportunidad.- sonrío, recordar el mismísimo momento en que mi nombre apareció en la lista de los ganadores me pone la piel de gallina, me llena de emoción.

-Imagino que hubieron amigos nuevos - ríe.

-Amigos, enemigos, rivales y... Amores - me ruborizo.

-¿La pequeña Ariadna encontró a su Príncipe?- se burla.

-¡Oh, cállate!- golpeo su hombro - Tu encontraste a tu princesa, vas a casarte con mi hermana.

La última parte sale de mi boca con un sentimiento amargo y repulsivo, no puedo evitarlo, no sé porqué. Santiago se me queda viendo, pensé que diría algo acerca de su futura esposa - su perfecta esposa - pero no lo hace, su rostro deja ver tantas emociones y ninguna de ellas es de felicidad, regocijo o ... Amor.

Alessa y Mery vuelven con unas hamburguesas y bebidas, toman asiento y la plática se desvía hacia temas triviales y poco interesantes pero lo prefiero así, estoy ensimismada en la conversación que Mery y Santiago mantienen y puedo notar como Lessa está relajada y perdida en sus pensamientos; no ha dicho nada vergonzoso para mí, no ha buscado una oportunidad para pelear conmigo ni siquiera me ha dirigido una palabra durante la comida.




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