Atrevidos

Siete

La academia de danza de madame Dupont se encuentra a unas tres cuadras del Museo de Louvre, recuerdo haber caminado por las calles en plena lluvia con tal de asistir a clases, con tal de bailar, con tal de aprender algo nuevo en la danza.

-Estoy segura de que te encantará volver a la academia- Alessa me sonríe.

-Pues sí, me gustaría ver cómo está todo - digo entusiasmada.

-Sigue todo igual Ariadna- Santiago me sonríe.

-Aún así quiero verlo- le devuelvo la sonrisa.

-Creo que Mery puede llevarte - Lessa suelta de pronto deteniendo su andar -Debemos volver amor, quiero descansar.

-¿Te sientes mal?- intento tocar su frente para corroborar su temperatura pero evade mi tacto como si de ácido se tratase.

-¿Alessa?- Santiago la abraza -¿Todo en orden?

-Sólo no he podido dormir bien, anoche estuve con mi madre preparando algunas cosas de la boda - se aferra a él.

Intento ver hacia otro lado, me molesta verlos así de acaramelados, ¿Por qué? No lo sé, no quiero indagar en el tema, de seguro es porque ella no me dijo nada sobre quién era su prometido, en realidad, ahora que lo pienso mejor, no tengo la menor idea de porqué me lo ocultó, ¿Por qué no fué adulta o madura y me lo dijo ella misma? ¿Por qué espero a que estuviéramos cara a cara?

Deberías preguntarle.

No lo creo, no quiero pelear con ella y sé que esa simple pregunta podría desencadenar una discusión que no estoy dispuesta a escuchar.

-Lessa, ve a casa, descansa y yo llevaré a las muchachas a la academia, en cuanto terminen el recorrido te buscaré - Santiago besa su cabeza y ella sonríe al verme.

-Bien, te esperaré - lo toma de la nuca y le planta un beso que se me antoja exagerado.

Esperen...

¿Acaso está...?

Sí, así es, está marcando su territorio.

No somos animales.

¿Segura? Ella parece uno...

Calla consciencia.

Lo que más me saca de foco es que mi propia hermana desconfía de mí, porque vamos, ¿Quién pone los puntos sobre su prometido si no se sintiese amenazada? ¡Qué absurdo! ¡Soy su hermana! ¡¿Cómo puede pensar que voy a intentar algo con él cuando en dos meses van a casarse?! 
Reanudamos el camino, veo a Alessa marcharse sin siquiera mirar hacia atrás, Mery y Santi hablan de algo que no logro captar, mi mente está perdida y frustrada, en momentos cómo éstos sólo deseo bailar, que la música suene y llene mis oídos para que mis pies dibujen sin rumbo alguno un sendero de pasos perfectos y sincronizados, sólo quiero sentir esa desbordante sensación de energía, la sensación de sentir que voy a salir volando en cualquier momento y que me obliga - involuntariamente- a perderme, a perder quién soy, lo que soy, todo...

-¿Ariadna?- la voz de Santi me trae de vuelta a la realidad.

Elevo un poco mis ojos, chocan de lleno con los de él y puedo ver lo brillantes que son, tan expresivos, perfectos...

-¿S-Si..?- apenas puedo hablar.

-¿Te encuentras bien? ¿Quieres volver? - pregunta mi mejor amiga.

-¡No!- río - Estaba danzando en mi mente.

-¡Por Dios! ¡Hay un mundo aquí afuera Ariadna Margarita Castillo!- me regaña la morena.

-¿Margarita?- se carcajea Santiago -¿Ese es tu segundo nombre?

-¡Cállate, Santiago Alfredo DiSanto!- me burlo.

Mery cae al suelo por el ataque de risa que le he provocado, él me observa molesto pero puedo ver como intenta reprimir una carcajada, no es que sea malvada pero ellos comenzaron y que agradezcan que no he mencionado el segundo nombre de cierta morenita.

-No puedo con esto...- Mery jadea y se pone de pie.

Todos los transeúntes nos observan, algunos molestos por el escándalo, otros divertidos y unos pocos nos son indiferentes.

-Y para que sepas DiSanto, no tengo segundo nombre, soy sólo Ariadna Castillo - río.

-Mejor así, tienes el nombre perfecto para tí, igual de hermoso que quién lo porta - suelta de pronto, puedo asegurar que no se ha dado cuenta de lo que acaba de decir.

Mi amiga mantiene los ojos abiertos como dos enormes platos, no dice nada y yo lo observo en un estado de shock impresionante, Santiago rasca su nuca nervioso e incómodo por lo que pronto reanuda la caminata hacia la escuela de Ballet.
Mery me da un leve codazo y compartimos miradas, sé que lo hablaremos luego pero no sé qué hablar exactamente.
¿Qué ha sido todo eso? ¿En qué momento una absurda broma sobre los nombres llevó a que él dijera aquellas palabras? Tal vez sea algo tonto, pero para mí no lo es, para él tampoco o no se habría puesto de esa manera.

Tal vez se sintió mal pensando en que puedes malinterpretar las cosas, por lo que sucedió hace años...

Tal vez es así, tal vez estoy confundiendo todo, un simple cumplido de mi amigo, de quién fué mi amor cuando pequeña, el que es mi cuñado.

-Vamos, ya no queda nada para llegar - nos apremia sin vernos.

La academia sigue igual a como la recuerdo, llena de vida, elegante y sofisticada, con alumnos entrando y saliendo de ella con sus respectivos trajes de baile, algunos de ensayo, otros de entrenamiento y unos pocos - pero no menos importantes- con la vestimenta especial para salir a escenario y bailar como si la vida dependiera de ello. 
Sonrío a más no poder, no espero que mis acompañantes y entro en el antiguo edificio, atravieso el corredor principal, ese que a cada lado tiene un sin fin de salones, ese que te deja la imagen de múltiples clases y bailes diferentes, ritmos diferentes.




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