Atrevidos

Catorce

—¿Qué fué todo eso Ariadna?— Alessa me observa sin expresión alguna.

—Eso es bachata, un baile latino muy lindo— sonrío.

—Es ardiente— suelta Adrián viendo a las muchachas bailar.

—Sí, es un baile que puede ser caliente si te lo propones — lo codeo y Santiago me observa.

—Nos hemos dado cuenta, tus franeleos con el maestro era notorios — agrega Santiago con ironía.

—Oh, bueno, sucede que Philippe es muy guapo y sexy — le guiño un ojo.

—¿Y? ¿Eso qué tiene?— me ve irritado.

—Que me gustaría follar con él — sonrío coqueta y lo dejo con la palabra en la boca.

Pronto veo cómo se acomodan entre los alumnos del fondo, había escuchado hablar a mamá y papá sobre que la directora de la academia les había dado a elegir clases de baile gratis por el compromiso de mi hermana. Cabe destacar que obviamente la mujer lo hizo porque he sido su mejor alumna y por ser conocida de mi madre desde años atrás, antes de que nosotros naciéramos.

¿Justamente éste baile?

Sería divertido ver a mi hermana intentar bailar algo, por Adrián no me preocupo ya que sé que está aquí para coquetear con cuánta mujer se le cruce en el camino, ¡Y luego tiene la osadía de reprenderme por salir con muchachos!

—Muy bien, continuemos— Philippe camina por el salón. —Los nuevos ya han visto el paso básico por lo que ahora le agregaremos algo de diversión, al sonar la música irán cambiando de pareja, de esa manera conocerán a toda la clase y verán que no todos bailan igual a uno mismo.

—Parece divertido — sonríe mi hermano.

—No me digas — Santiago está de mal humor, puedo verlo pero no sé porqué.

Se ve tan distinto a cuando estuvimos en casa, lucía tranquilo, sensual, hermoso...

Basta, deja ésto Ariadna.

¿Por qué? ¡Mujer, te encanta ese hombre!

¡Está comprometido! ¡Y no me encanta!

Ajá.

Maldita consciencia.

La música suena nuevamente, las parejas bailan al compás de la melodía y yo acepto gustosa bailar de nuevo con Philippe, su presencia me distrae casi por completo de la de Alessa y Santi y por un largo tiempo logro olvidarme de ellos. En mente sólo están los pasos de baile, la vibra que siento por mi torrente sanguíneo cuando muevo mi cuerpo al son latino y en mi campo visual están los labios del maestro.

Joder, ¡Cómo desearía besarlo!

Pero más deseas besar a Santiago.

¡Mierda! ¡¿En serio?! ¡¿Es en serio consciencia?!

Pronto todos cambian de parejas en cuánto Philippe chasquea los dedos y yo no soy la excepción, por un cruel y caprichoso giro del destino me veo envuelta en los brazos de mi cuñado, abro la boca dispuesta a quedarme cuando me obliga a dar una vuelta y a alejarme del centro de la pista. 
Mascullo por lo bajo viéndolo sonreír satisfecho de su acción, mis ojos viajan a Alessa quién sonríe apenada mientras acribilla los pies de su compañero con sus altos tacones. Reprimo una carcajada, no puedo evitarlo, tal vez sea toda perfección y modales pero en lo que consta a coordinación y danza temo que Dios le quitó todo lo necesario para llevarlas a cabo.

—No te rías de ella, no todas nacen con alma de bailarina — sonríe Santiago viendo a su prometida.

—¿Vas a decirme que no te da risa?  ¡Qué buen prometido!— giro en el lugar.

—¡Ja!— se burla guiandome hacia uno de los lados — Hace lo mejor que puede, además creo que está pasando suficiente vergüenza.

—¿Por qué vino entonces?— elevo una ceja.

—No quiso rechazar la invitación de tu madre — se encoge de hombros.

Vuelve a escucharse el chasquido y todos cambian de parejas, hago el intento de seguir con otro compañero pero Santiago me acerca a él con fuerza y choco con su pecho.

—Tú no vas a ningún lado — susurra en mi oído.

Siento sus manos posarse en mis caderas cuando la canción termina y otra más provocadora comienza, suspiro lentamente cuando nuestros cuerpos se acercan encajando a la perfección, me asombra un poco que él sepa de éstos bailes pero teniendo en cuenta que durante muchos años practicó danza por su problema lumbar no me extrañaría que sepa bailar, aunque niegue su gusto por la danza puedo ver que le apasiona, que le gusta y la disfruta.
La canción es ciertamente lenta pero rítmica a la vez, me dejo llevar por la música y por el momento poniendo de excusa que dicho baile es atrevido y sensual, llevo mis manos a su cuello y muevo mi cintura de un lado a otro, sus manos acarician la poca porción de piel que está al descubierto provocando que cada poro de la misma sienta una descarga asombrosa, una descarga que no sentí con Philippe; lleva su mano derecha sobre mi muslo y me insta a elevar la pierna quedando ambos tan cerca que si pudiéramos besarnos aquí y ahora no necesitaríamos esfuerzo alguno.




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